15 julio 2011

El euro, en peligro

La turbulencia económica desencadenada estos días en la Unión Europea, alcanza tintes de suma gravedad para la continuidad del euro, elemento aglutinador de la institución europea, que ha sido considerada después de medio siglo de existencia de la misma, el cambio de ciclo institucional superador de las guerras, que han sido el azote de los países constituyentes de dicho continente uno de los más convulsos de la historia y del que mayores referencias tenemos por pertenecer al mismo y del que podemos sentirnos orgullosos por los grandes aportes hechos a la humanidad.
La coyuntura crucial en la que estamos inmersos, cuando la humanidad ha desembocado en la globalización irreversible, condición en la que los distintos pueblos y/o conglomerados de los mismos, que tengan la suficiente importancia y uniformidad para dar ejemplo y recomendación para marcar al resto de la humanidad pautas plausibles de futuro que puedan ser puestas en práctica, por tantos países carentes del valioso instrumental de que provee el progreso a los componentes de la Unión Europea, que ha sido faro de ilustración y crisol donde han tenido su eclosión los avances tanto sociales como tecnológicos desde la revolución industrial, que constituye el cambio de ciclo en el que la humanidad ha alumbrado el camino para discurrir hacia las metas ilusionantes de la modernidad.
La Unión Europea, formada por el conglomerado de los 27 países que la componen, más otros solicitantes con credenciales para formar parte de la misma, cuenta con atributos homologables para tener cabida por méritos propios entre los principales actores que conforman la escena internacional, para configurar los acuerdos que afectan a la generalidad de países y ciudadanos del planeta, condición que les sería vedada si actuaran cada país por separado, como ha sido puesto en práctica por las actuaciones del G7, G8 y G20. Sería lamentable que la Unión Europea perdiera la oportunidad histórica que se le brinda mediante el conglomerado de los países que la componen, que le confieren suficiente entidad: geográfica, poblacional, económica,…
Muchas vueltas se le está dando a la Unión Europea, sobre la división de los países en dos niveles en atención al distinto nivel de riqueza de los mismos, al punto de darles la denominación de PIGS (cerdos) a los países del sur, nominados por la inicial de dichos países. Una vez más se atribuye a la riqueza monetaria la condición preponderante sobre lo político, como se pone en evidencia en la actual coyuntura, en que los intereses de los poseedores de fondos alemanes, franceses,…no quieren arriesgarlos en el rescate de Grecia, que no ofrece la suficiente garantía de devolución a sus propietarios de los bonos, que no pueden ser perjudicados en su sagrado derecho a la propiedad, aún a costa de perder la condición de que a Europa, le sea conferida la condición de actor revestido de la suficiente entidad internacional que le permita participar en plan de igualdad, con los conglomerados de países llamados a intervenir en los temas que nos afectan a todos los humanos a nivel planetario.
Sería un sarcasmo histórico, una injusticia aberrante, que fuera excluido de Europa un país como Grecia, por haber incurrido en quiebra económica. Grecia, como todos sabemos, ha sido el mayor faro de sabiduría de la antigüedad, desde el que se proyectó la filosofía de mayores quilates que ha producido la mente humana en el devenir de los siglos, cuyas enseñanzas abarcan hasta nuestros días aleccionando a las mentes más ilustres, para que a través de los púlpitos de la difusión del saber moderno que son las universidades y los medios de difusión, nos transmiten la noticia sublime del pensamiento humano por antonomasia: las creaciones intelectuales de Sócrates, Platón, Aristóteles,..entre otros faros de inteligencia que han iluminado al mundo de la reflexión por espacio de 3000 años. Sería el mayor oprobio jamás cometido, que pesara sobre la sociedad contemporánea saturada de ilustración, que por influjo de los efectos del vil metal se expulsara de Europa, al pueblo que fuera en el origen, el actor más reputado de la inteligencia.
El nuevo gran ciclo histórico que tiene visos de ser avalado por la modernidad, a través de la incontrolable difusión del conocimiento y la información a nivel planetario, cuando los llamados poderes fácticos, que a lo largo de la historia de la humanidad han conservado sus privilegios heredados, mediante el estado de ignorancia en que han mantenido a los pueblos sometidos, con privación de las luces del conocimiento. El título de siglo de las luces dado al XIX, solo podrá ser atribuido al siglo XXI, cuando los poderosos hayan perdido todo control sobre la difusión del saber, que actualmente puede alcanzar a todos los rincones del planeta a través de los TICs.
Es rigurosamente cierto que el siglo XIX, alumbró con las primeras luces del conocimiento a las mentes privilegiadas precursoras de la revolución industrial, desarrollada a lo largo de los siglos XIX y XX, consistente en dar la primacía desarrollista de la producción de bienes y servicios a las neuronas en sustitución del músculo, lo que ha permitido aumentar la población del planeta desde 1000 millones de habitantes a los 7000 existentes en la actualidad. Un desarrollo cuantitativo de tal magnitud, no presupone haber resuelto problemas cruciales existentes en todas las latitudes del planeta, en las que aún no se han experimentado los beneficios que tal revolución lleva implícitos, debido en gran medida a la polarización económica existente entre unas personas y otras y entre los distintos países entre sí.
La economía es un factor distorsionante del bien general de los pueblos y de sus moradores, debido en gran medida a la posesión de recursos dinerarios dedicados a través de los llamados mercados, a especular con los intereses de las deudas llamadas soberanas, contraídas por los bancos depositarios de los distintos fondos de inversión pedidos prestados al exterior; capitales dedicados por ejemplo en nuestro país a la burbuja del ladrillo, que con su explosión a dejado sin vender cantidad de pisos y muchas hipotecas impagables por el paro desbocado que sufrimos. Los intereses especulativos pedidos por los prestatarios a los países con apuros han llevado a países como Grecia, a la quiebra si no recibe el oportuno rescate, puesto que el diferencial de intereses existente, entre el cobrado por el Banco Central Europeo del 1,5 % y el que cobran a Grecia sus prestatarios que alcanza el 6%, resulta impagable aún que hipotecaran el país entero en la coyuntura actual, de falta de trabajo con la economía en colapso y la desmoralización de sus trabajadores puestos en la tesitura de perder todas las ventajas sociales alcanzadas en largos años de luchas sindicales, con la pérdida del estado del bienestar.