06 enero 2013

El precio de la desigualdad

La consigna más publicitada de los EE.UU. de Norteamérica, en que la “igualdad de oportunidades” pasó a ser signo de identidad de dicho país, cuando después de la Segunda Guerra Mundial tomó la antorcha del progreso iniciado en la vieja Europa, desgarrada por las dos grandes guerras, para liderar el desarrollo tecno-científico, que ha sido crucial en el despegue espectacular del último siglo, consecuente con la transferencia de gran número de las funciones desarrolladas antes por el músculo a las neuronas, dando con ello la supremacía al pensamiento, que marca la diferencia jerárquica entre las personas y el resto de la naturaleza.

La gran depresión derivada de la crisis del 2008, ha alterado sustancialmente los parámetros establecidos por las estadísticas del Proyecto de Movilidad Económica emitido por el Instituto de Política Económica de los EE.UU. que establece: Que los niños pobres que tienen éxito en sus estudios, tienen menos probabilidades de licenciarse en una universidad, que los niños más ricos que tienen peor rendimiento escolar. Y que aunque consigan una licenciatura universitaria, los hijos de los pobres siguen siendo más pobres que los hijos de los ricos con menos estudios. Ambas constataciones demuestran que la “igualdad de oportunidades” está lejos de ser un hecho probado, si bien resulta evidente, que siendo los pobres mayorías aplastantes en la mayoría de los países, aplicando los parámetros anteriormente expuestos, se desperdiciaría el aprovechamiento del elemento más valioso de las personas, que es la inteligencia de la masa mayoritaria de la población, a la que no se le facilita los instrumentos económicos necesarios para desarrollarla.

De lo que antecede se deduce, que en una sociedad desigual como es la de los EE.UU. se pierde el mayor atributo con el que cuentan los humanos, al desperdiciar a las mayorías por no efectuar un test de inteligencia entre todos sus miembros. Se dijo del pueblo U.S.A. que fueron originalmente lo peor de cada casa entre los emigrantes europeos que la poblaron , y a pesar de ello, ha llegado a ser la primera potencia mundial, lo que confirma la ley plasmada en su Constitución en la que se reconocía por primera vez, que las personas nacen todas iguales, de lo que habría que colegirse que todos tuvieran: derechos, facultades, privilegios, ventajas,… semejantes, cosa que está lejos de aplicarse en el país en el que se dan las mayores diferencias: económicas, sociales, culturales...

Debería asumirse, que las mayores fallas en las que están sumidas las comunidades humanas actualmente, son la corrupción generalizada a que conduce la codicia, como mal endémico provocador de la desigualdad, que polariza los intereses más espurios de la naturaleza humana. Las minorías poderosas a lo largo de la historia, se arrogaron todos los derechos de propiedad y de mando, sometidos por la esclavitud ejercida con ambas prerrogativas, por razón de la escasez de medios con los que se contaba, hasta la llegada de las luces aportadas por el pensamiento, a partir de la llamada revolución industrial, que en las sucesivas etapas de perfeccionamiento, ha sido capaz de procurar bienes y servicios para satisfacer los apetitos físicos en plenitud y las ansias de bienestar anímico, mediante la libertad de exposición y debate de todos los planteamientos ideológicos que se puedan exponer entre personas formadas y conformadas con los inconmensurables frutos que se han obtenido de las fuentes del progreso moderno, que además de liberarnos de las asechanzas de la naturaleza agreste, de las carencias de medios y recursos vitales gracias a la tecno-ciencia, y con los organismos internacionales que nos hemos dado, se establecerán estrategias que garanticen un futuro previsible y controlable, evitando las guerras y las catástrofes, al tiempo que se asegura la conservación de la ecología planetaria.

Sería impensable que la humanidad, estando en contacto continuo con los eventos que tienen lugar en cualquier lugar y momento del planeta que habitamos, puedan acontecer hechos fuera del control de tantos atentos observadores servidos de los más sofisticados medios tecnológicos a los que les serán confiados la vigilancia y el control de los parámetros que garanticen el equilibrio estructural de los vectores colectivos por los que se rige la humanidad. Los inconmensurables medios con los se cuenta actualmente para modular y someter a discusión cuantas propuestas puedan surgir en los distintos apartados en que las administraciones se reúnen como ocurre en la Unión Europea, para dirimir los contenciosos que surjan de las múltiples opiniones que permite el ejercicio de la libertad encauzada por protocolos ad hoc que den forma civilizada los diferentes enfoques, para darles la solución anticipada.

La formación integral y continuada de las personas que sientan inquietudes para participar de la cultura a través del enriquecimiento mental que ofrecen la infinidad de instrumentos que facilitan el acceso al conocimiento universal de los temas que por afición y/o vocación atraen particularmente a cada persona, permitirán ocupar el tiempo del que nos liberarán las máquinas y los robots, concebidos para realizar las funciones que no son gratas a los humanos, adjudicando tiempo libre para satisfacer las más peregrinas ocurrencias, además de disfrutar del ocio necesario para mantener el equilibrio estructural de las facultades mentales humanas exentas de los problemas vitales que nos siguen acuciando, debido a las carencias estructurales de las que aún padecemos por fallas y carencias en la distribución más equitativa de los recursos disponibles motivado por la desigualdad, que genera disensos, litigios, reclamaciones, de los perjudicados actualmente en nuestro país conscientes de las injusticias que se están aplicando sin el recurso a planteamientos racionales que no encuentran los foros idóneos para ser: expuestos, discutidos, elaborado soluciones para su resolución.