Economía de desarrollo sostenible
En un artículo del pasado domingo de Jeffrey Sachs, profesor de la universidad de Columbia, tras afirmar que ni el neoliberalismo ni el keynesianismo satisfacen los requerimientos para un desarrollo sostenible en la coyuntura actual, porque, el primero solo beneficia a los poderosos mediante la desregulación de lo establecido socialmente, bajando los impuestos y los sueldos para que los consumidores consuman y los productores y creen puestos de trabajo. El keynesianismo, permite a los gobiernos aumentar la demanda agregada mediante la relajación cuantitativa y aumentar los impuestos, creando deuda externa rebajando las calificaciones crediticias de los bancos y los estados, llegando en los países periféricos de la UE, al extremo de tener que recurrir al rescate.
Vistos los resultados de la crisis de 2008, que ha supuesto el beneficio de los pocos aprovechados de siempre, infligiendo a los demás, considerables pérdidas, con lo que se ha creado un estado de opinión de generalizado pesimismo en las mayorías laboriosas, que se han visto desposeídas de sus puestos de trabajo con índices de paro inadmisibles para países avanzados dejando desamparados sin el menor apoyo estatal a altos porcentajes de familias que tienen que recurrir a la caridad, como un recurso medieval.
La estructura económica actual tendrá que acometer otros derroteros distintos del neoliberalismo y del keynesianismo, asignando (al capital general de los países las siguientes funciones): capital comercial, infraestructuras, capital humano, capital intelectual, capital natural y capital social….siendo todos ellos actores de los siguientes cometidos. El capital comercial comprende: fábricas, máquinas, transporte y sistemas de información de las empresas privadas. Las infraestructuras: carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, puertos, urbanizaciones, redes eléctricas, agua potable, fibra óptica, gaseoductos, oleoductos. El capital humano: educación, formación profesional, sanidad, deporte, entretenimiento. El capital intelectual: Institutos de investigación científica, creación cultural y artística, afines con la modernidad. Capital natural: ecosistemas, recursos del subsuelo, agricultura, ciudades… Capital social: comunidades humanas integradas, intercambio comercial, gestión de los asuntos público.
La aplicación de estos capitales, orientados a conseguir la mayor eficiencia posible en las actuaciones comunitarias para la consecución de resultados que coadyuven al bienestar de la mayoría de sus integrantes, solo se puede alcanzar con las inversiones públicas en capital humano, que satisfagan a las mayorías de sus integrantes despertando la natural disposición optimista con una distribución racional de los beneficios alcanzados, disminuyendo drásticamente las diferencias actuales de percepciones, que benefician a minorías en detrimento de las mayorías. Para el logro de tan esperados resultados, es preciso que el Estado esté constituido por los mejores que desarrollan las especialidades existentes, elegidos asambleariamente con ratificación por voto, para formar los think tanks que asesoren a los gobiernos que tengan como función, promulgar leyes acordes con lo demandado por las mayorías, representados por los elegidos por sus: cualidades específicas para el desarrollo de las distintas funciones, por: vocación, facultades, deseos, voluntad de servicio.
Los cambios experimentados por la humanidad en el trascurso de los milenios transcurridos desde la aparición del homo sapiens hasta nuestros días, se habrán producido etapas de avance y/o retroceso en las calidades de vida de los seres humanos que las han tenido que soportar, pero nada ha sido comparable a la metamorfosis que trajo la revolución tecnológica de los últimos siglos, que ha alterado de forma crucial todos los supuestos establecidos previamente, al haber sustituido el músculo por las neuronas para asegurar la subsistencia física, que están facultadas para transferir a sujetos distintos a lo existente en la naturaleza, como fruto de la creación neuronal que realizan con mucha mayor eficiencia las funciones que antes se encomendaban a las personas, produciendo con ello, el mayor cambio estructural que han conocido los tiempos, lo que justifica que se adecuen los comportamientos humanos a los cambios de paradigma alcanzados.
La revolución de costumbres operada por la proliferación de instrumentos puestos al servicio de la humanidad por la tecno-ciencia, consecuencia de la sustitución del músculo por las neuronas de las personas, para realizar la mayor parte de las funciones físicas que antes se denominaban trabajo, ha introducido el mayor cambio estructural en la vida de las personas que requerirá a su vez, un cambio crucial en las formas de gobierno de los países, consistente en dar satisfacción a la mayoría de la gente según proclama la regla maestra de la democracia: “a cada persona un voto”.
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