El día del periodista
Siempre he creído que la profesión de periodista es la que más campos del conocimiento debe abarcar, la que lidia con la universalidad de temas que la sociedad moderna alumbra todos los días, fruto de las aportaciones de los innumerables centros de investigación, cuyas actividades son las más incentivadas por los poderes públicos y privados de los distintos países para aumentar su competitividad, con lo que el campo de conocimientos se amplifica de forma exponencial.
No obstante el salto más espectacular, tanto cuantitativo como cualitativo de las actividades periodísticas, vendrá dado por la incorporación de las multitudes de espontáneos o amateurs del periodismo a los que presta toda clase de facilidades Internet. Las personas, para su afirmación en el entorno social en el que se mueven, tienen como instrumento de relación: antiguamente se decía que eran las palabras,- que como dice el dicho popular, el viento se las lleva- también se valían de la correspondencia escrita, pero nada es comparable a las facilidades dadas por Internet, que permite al operador una interlocución tranquila y reflexiva frente a la pantalla del ordenador, para dar forma a las expresiones meditadamente, sin estar sometidos a las prisas y las tensiones de nuestro tiempo, que tanto desquician los espíritus.
Las incorporaciones millonarias de internautas, que tienen lugar todos los días en toda la extensión planetaria que avalan las estadísticas, supone una revolución de costumbres comparable a la alfabetización, con el plus aportado por este nuevo medio, que al abarcar todo el planeta contribuye a promocionar y facilitar el nuevo concepto llamado cosmopolitismo, portador de mensajes enriquecedores de todas las procedencias que tanto bien hacen al entendimiento de las personas y los pueblos.
Uno de los fenómenos, más novedosos y multitudinarios que contribuyen a operar cambios drásticos en las costumbres, es el turismo, que gracias a la facilidad y rapidez de los transportes y la generalización de altos niveles de vida medios en los países avanzados, ha permitido la toma de contacto directa con la pluralidad de costumbres, culturas, realidades, etc.., de los distintos pueblos del planeta, mediante el contacto físico con la realidad, mucho más real que la imagen, a la que se atribuye el valor equivalente a mil palabras.
Conceptos intelectuales, espirituales y anímicos, o como se les quiera denominar, incorporados al acerbo sobrenatural del ser humano, superador de los elementales instintos de supervivencia física: alimento, salud, seguridad, abrigo de los elementos frente a la intemperie. Etc.., Aquí, queremos traer a colación otros bajos instintos que aún subsisten con mayor incidencia si cabe, debido al alivio experimentado al liberarnos en gran medida de las servidumbres básicas, son los sentimientos negativos que forran nuestras almas y las envilecen, como el óxido que corroe los metales, así somos rehenes de un pasado: rencoroso, informado por odios ancestrales, generadores de guerras y conflictos, de egoísmos, que no permiten juzgar los hechos con ecuanimidad, de posiciones maniqueas que solo permiten tener un enfoque único del objetivo y tantos y tantos vicios heredados impresos en nuestros genes tan difíciles de erradicar.
Los instrumentos comunicacionales que nos proporciona la actualidad más inmediata, cuyos frutos alcanzarán plena sazón en el siglo XXI, como son el Internet, las facilidades en todo tipo de comunicaciones instantáneas, el turismo, las migraciones, el conocimiento “on time” de cuanto acontece en el ancho mundo, el mestizaje, la asimilación del concepto cosmopolita, que aunque parece imperceptible, va tomando cuerpo en el subconsciente colectivo de forma irreversible, facilitado por los contactos, dado que el conocimiento estimula las sinergias y la simbiosis de las diferentes sensibilidades. Todos estos apuntes, juntamente a los innumerables aportes de la modernidad al acervo colectivo, hace verosímil cualquier milagro que en los pozos del oscurantismo tan dado a ellos, por vías esotéricas, hubiera parecido imposible de realizar incluso por el ser supremo. La fantasía humana alimentada por los sueños idílicos de los poetas, mensajeros supremos de los efluvios del espíritu, ni por los visionarios futuristas que pretendían describir en sus elucubraciones idealizadas los progresos del futuro, llegaron a imaginar los logros alcanzados en la realidad patente de nuestros días.
Curándome en salud, sobre la lluvia de opiniones adversas a mis planteamientos, emplazo al crítico más acerbo, a que me desmienta la importancia social alcanzada por los “media” en nuestro tiempo, cuya gestión efectiva la ejercen los profesionales del periodismo, si bien aún mediatizados por la propiedad del medio donde trabajan, que con el tiempo tendrá que ser corregida por imperativos de coherencia. El pensamiento genuino no debe ser mediatizado.Las grandes firmas del periodismo, si bien no están tan bien remuneradas como otras muchas actividades de menor incidencia social en las comunidades humanas, la familiaridad y el prestigio que adquieren los grandes comunicadores, que prestan su presencia en las mesas y las tertulias de todos los hogares se constituyen en los personajes más conspicuos de la sociedad.
La reciente moda de los blogs, aportará nuevos alicientes a los planteamientos de infinidad de nuevas sensibilidades a los temas de actualidad rabiosa. Los temas vivos, que aparecen al calor de las discusiones en curso, adquieren el calor y el aporte de adrenalina propios del momento de su gestación que adquieren la condición de "cool" como los conceptúan los ingleses. Dichos textos recién horneados, ligeros y burbujeantes, desterraran las sesudas tesis, los peñazos académicos cargantes y aburridos que no van con los nuevos tiempos: las encuestas de calle bien estructuradas, los blogs en los ordenadores, los mensajes TV y los tabloides de lectura rápida tomarán el relevo.
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