03 abril 2010

Cambios copernicanos

Huelga repetir la evidencia universalmente asumida de que la mayor aportación del pensamiento humano a su civilización, unido al cúmulo de objetos aportados al acervo común, ha tenido lugar en los dos últimos siglos de la historia. Y que, las dos grandes profecías religiosas que tuvieron vigencia durante la historia precedente, han sido cuestionadas últimamente: 1) “Ganarás el pan con el sudor de tu frente y 2) parirás los hijos con dolor” han sido superadas por: 1) “los trabajos no gratificantes para las personas se transfieren a las máquinas y 2) los partos actualmente no producen dolor, con la epidural” . Por el contrario, se están cumpliendo profecías laicas, expuestas hace un siglo y medio que aseveraban que cuando desapareciera el contraste entre el trabajo manual y el intelectual, cuando el trabajo fuera la primera necesidad del proyecto de vida para las personas, en lugar de ser una servidumbre onerosa, y que las fuerzas productivas consiguieran generar un caudal de riqueza capaz de satisfacer las necesidades físicas de la sociedad, se podría poner en práctica: lo de cada uno según su capacidad; y a cada uno según sus necesidades.

A la desiderata anterior, en el supuesto de hacerse efectiva no se le podría refutar, que contaría con alicientes vitales y mayores motivaciones para la consecución de la felicidad humana, que las normativas religiosas orientadas a vivir en un valle de lágrimas, para aspirar a la vida eterna. Los hechos actualmente, proporcionan un caudal de bienes materiales, que suplen con creces la demanda de los consumidores en los países del primer mundo, donde los ecologistas temen que con el despilfarro actual, se contrae el riesgo de degradación del planeta.

Cuales podrían ser los expedientes a los que recurrir para resolver el enmarañado puzle en el que estamos inmersos, donde el exceso de medios que generan las fuerzas productivas, rebasan la demanda racionalmente admisible y conducen al despilfarro, vicio execrable donde los haya, que sirve para ser restregado en la faz de los millones de seres humanos que mueren de hambre, por carecer de mínimos para subsistir, ¿ donde está la solidaridad humana.? además de inducir a la bulimia, la obesidad, el sobrepeso, endemia sanitaria-psicológica de nuestro tiempo.

Los hechos han demostrado que la virtualidad de la tecno-ciencia, en orden a la producción de bienes y servicios para satisfacer plenamente la demanda de la humanidad en el primer mundo y que incluso parece tener continuidad en los países emergentes para su extensión universal, si se cumple el otro requisito imprescindible que es el control demográfico en los países del tercer mundo. Si la producción alimenticia actual, según aseguran los especialistas, sería suficiente para nutrir a toda la población mundial, que ha tenido crecimientos desorbitados en los últimos decenios, si se organizara debidamente la distribución de los alimentos existentes, producidos por tecnologías modernas que requieren una población agraria diez veces inferior a la que era necesaria un siglo antes. Por lo que se refiere a los restantes items que produce la industria en general, se puede aseverar, que la oferta de los mismos superado la demanda, los almacenes de distribución están repletos de artículos.

Si la modernidad se ha demostrado capaz de suministrar toda clase de items que satisfacen las apetencias físicas de las personas, por supuesto, moduladas por la capacidad adquisitiva de los clientes, que en ocasiones se exceden, llegando al despilfarro incitados por la publicidad que se convierte en el mayor poder pedagógico inventado por el capitalismo y sancionado por los consumidores, que son seducidos por los ingentes medios económicos puestos al servicio de los publicitarios que pagan a los mejores artistas para sus spots. Nada se puede objetar al libre albedrío de las personas para elegir en función de sus gustos y preferencias, si bien la cultura, las costumbres y tantas adherencias transmitidas del pasado reciente, en que la posesión de cosas y su disfrute constituían uno de los pocos alicientes que tenía la vida para las grandes masas agrícolas de nuestro país, sometidas a la esclavitud de estar encorvados sobre el surco de sol a sol, sin otra compensación que la supervivencia física y sus escasas tenencias.

Mayorías de contemporáneos de nuestro país y nuestro entorno, del que compartimos muchas cosas, hemos experimentado en el último siglo una metamorfosis tan crucial, que pretender transmitir a nuestros nietos, los cambios experimentados en las formas de vida supone esfuerzo vano que son incapaces de asimilar, así como nuestra generación pueda transmitir de forma inteligible para las nuevas generaciones. Solo los acontecimientos que se avecinan tendrán la llave para mostrar que previsiblemente, la saturación de bienes materiales no es lo más idóneo para proporcionar a los humanos las claves de la felicidad, concepto abstracto donde los haya, no conozco a nadie que haya podido definir en estricto senso, debido a que, para cada eventual perceptor puede tener distinto significado.

Dejando aparte disquisiciones filosóficas difíciles de consensuar y/o conducir a empatías,
nos remitimos a constataciones alcanzadas, como han sido la proliferación de bienes materiales y especialmente queremos remitirnos a los famosos: TIC ( técnologías de la información y la comunicación) que ofrecen la posibilidad de almacenar ingentes cantidades de conocimientos en espacios inverosímiles, así como la aptitud de distribuirlos simultáneamente a infinidad de destinos con rapidez inusitada, amén de contabilizar o como dicen los entendidos, de computar los datos manejados con exactitud matemática que permita la evaluación objetiva de las actuaciones gestionadas por tan maravilloso medio. Habida cuenta de la bisoñez, del poco tiempo transcurrido desde su implantación, es de suponer que aún tiene potencialidades aún no puestas en práctica, con lo que se le puede augurar un largo recorrido futuro, que permita resolver las numerosas deficiencias organizativas que lastran a las sociedades modernas.

Existen evidencias de la existencia poderosas organizaciones de think thanks, que gestionan parcelas cruciales del gobierno de los pueblos basadas en el método científico, que es el mejor ejemplo a tomar, para alcanzar la eficiencia en los resultados de las acciones emprendidas como ha venido demostrando la tecno-ciencia en los dos últimos siglos, artífice de la modernidad.
Desde del desencadenamiento de la crisis que estamos padeciendo se han puesto en evidencia, clamorosas deficiencias de los métodos de gobierno puestos en prácticas por las llamadas democracias modernas, como han sido: la proliferación de la corrupción, de la especulación que ha proporcionado mayores dividendos que el trabajo, como el único creador de riqueza, la creación de paraísos fiscales, antros que se alimentan de dineros procedentes de la prostitución, de la droga y del dinero negro sustraído a las haciendas públicas, que son las que sufragan el Estado del Bienestar, la mejor de las instituciones creadas por el capitalismo europeo.
El neoliberalismo creado por Thatcher y Reagan y llevado al paroxismo por los neocons de las legislaturas Bush II, dejando a las finanzas a su libre albedrío, sin el menor control, siendo los causantes de los desatinos de los que se han inhibido los culpables, sufriendo las consecuencias los parados, víctimas propiciatorias del capitalismo reinante en gran parte del mundo.

Complementando los desacatos causados por la economía, están las rivalidades políticas puestas en práctica en los principales países, mediante la configuración generalizada de dos grandes partidos antagónicos, que se turnan en el gobierno de dichos países, en que como estamos viendo en España. Se dice que el PP desea que el país vaya peor para tener mejores expectativas electorales. Otra noticia espeluznante que ha circulado estos días, es que un senador republicano de EE.UU. ha dicho que Obama debe proveerse de buenos guardaespaldas, para evitar un nuevo magnicidio. ¡Hasta que extremos lleva el patriotismo!
Tenemos la intención en lo sucesivo, acometer las propuestas de los cambios copernicanos apuntados en el título de este escrito.