13 abril 2010

Escarnio mundial (El caso del juez Garzón)

El proceso abierto al juez Garzón, supone la mayor afrenta que pueda consentir un país, por parte de su institución judicial, por la repercusión mundial que podría tener, el sentar al banquillo de los acusados, al juez más popular de nuestro país, por el crédito internacional alcanzado con el intento de procesar a Pinochet y a los militares argentinos, por los crímenes de lesa humanidad perpetrados por dichos actores contra el orden establecido en ambos países hermanos. Dichas actuaciones, a pesar de la repercusión que tuvieron a nivel mundial, no habrán supuesto más del uno por % , de la inconmensurable labor desarrollada por este magistrado en España, contra la corrupción de los partidos políticos mayoritarios, puesta al descubierto a través de sus pesquisas, y lo más espectacular si cabe, que ha sido a costa de poner en peligro su propia vida, al haberse enfrentado a la lacra del terrorismo etarra que liquidaba sin contemplaciones a sus oponentes, cuando el mayor enemigo de los etarras es el juez Garzón dirigiendo las múltiples redadas, con las que ha puesto a la práctica totalidad de los etarras y a su entorno a buen recaudo en las cárceles. Todo el anterior currículo, sería puesto en entredicho, si se llevara a término su exclusión de la carrera judicial, acusado de prevaricación por motivos ideológicos, denunciado por partidos políticos que participaron en el mayor genocidio de la historia de la humanidad: La Segunda Guerra Mundial, causante se sesenta millones de muertes y de destrucciones sin cuento, partidos que tomaron partido en el ensayo de dicha barbarie a través del levantamiento franquista que sirvió a la Legión Condor nazi de ensayo con el bombardeo de Guernica, para probar sus armas más mortíferas que han dado pié al genio de Picasso, para crear su universalmente famoso cuadro del Guernica que ha legado a la posteridad tan monstruosa acción destructiva a través de una obra de arte sublime.

Los que hemos sido testigos de las intervenciones judiciales del juez Garzón, durante el transcurso de la España democrática, homologada con los países de nuestro entorno, tras la ominosa dictadura franquista que sumió a nuestro país en las más negras sombras de la opresión y el crimen, que actores descendientes de aquella barbarie consigan llevar a los tribunales al juez que muchos llegamos a pensar que era el único juez eficiente que existía en España, el único de cuyas proezas se hacían eco los medios de comunicación, puesto que la profesión de juez ha sido la más vilipendiada, al límite que una autoridad local, llegó a decir: “que la justicia era un cachondeo”, que previsiblemente debido a ideologías arraigadas en las mentes de ciertos juristas beneficiarios de los tiempos inicuos en los que vivíamos bajo la dictadura, así como en otros de sus colegas en los se habrá despertado la envidia incubada en el anticorporativismo que ha llevado a extremos que por la simple intención de querer desentrañar la Memoria Histórica del franquismo, a través de vericuetos jurídicos que aún permanecen en la fronda inexpugnable del ordenamiento obsoleto que suprime lo actual que son la Declaración Universal de Derechos Humanos, tenidos por imprescriptibles por las Naciones Unidas, puedan ser incumplidos por leguleyos impresentables a los que dicen que estamos obligados a acatar resoluciones contrarias al sentido común y a una justicia justa.

Actuaciones tan aberrantes, si prosperaran, quedarían en los anales de la jurisprudencia como la mayor iniquidad cometida por la justicia de nuestro país, cuando los restantes países con
cuentas pendientes con la historia consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, han juzgado a los autores del genocidio con el preceptivo castigo de los culpables. El aforismo reza: que cuando no se conoce la historia se está expuesto a repetirla.

Estamos en la creencia, de que, si se puede confiar en que la justicia prevalecerá a futuro, el juez Garzón, sería el candidato idóneo para formar parte del tribunal internacional, al tiempo que la justicia, con el resto de las instituciones humanas a las que se confiará el enjuiciamiento de los hechos colectivos, acomodados al mundo multiforme que se atisba en el horizonte, en el que la globalización positiva se configurará en el crisol de la solidaridad humana que demanda el bien común, mediante el intercambio y la aplicación de los hallazgos positivos alcanzados por los humanos, con lo que sueñan muchas mentes más preclaras.

Los TIC, son el vehículo idóneo para el intercambio de los conocimientos atesorados por la humanidad durante siglos, constituyen el mayor activo con el que se cuenta para hacer efectivo que la racionalidad orientada al bien común, permita atisbar, que la desiderata de la felicidad esté al alcance de la mano, una vez nos hayamos hartado de los abusos hechos para acopiar bienes materiales, que en la mayoría de los casos no satisfacen las elevada metas que se fijan los espíritus selectos, que hallan la verdadera satisfacción en el reconocimiento por sus semejantes de los aportes hechos al acervo común de cada uno, en el cabal cumplimiento de la función que les haya sido asignada.

Por lo que respecta a la función a desarrollar por la justicia, su cometido es crucial para la paz y la armonía necesaria a los pueblos y a cada uno de sus moradores, para alcanzar el supremo anhelo de la felicidad, tan necesario a los espíritus como lo es el alimento para los cuerpos. Los campos de aplicación de la justicia experimentarán un cambio copernicano al ser excluidos los litigios económicos que hoy son abrumadora mayoría. La veneración que se profesa al dinero, (que no pasa de ser un instrumento que facilita los intercambios de: objetos, mercancías y servicios) al que le han sido asignadas tales funciones de poder e influencia en el devenir de los acontecimientos humanos en nuestro mundo actual, que si lo observara un extraterrestre, los calificaría de escatológicos, pornográficos, incoherentes,...desprovistos de toda operatividad positiva y real para encauzar los comportamientos de las sociedades humanas, permitiéndoles alcanzar, unos mínimos de racionalidad.

La administración de justicia entendemos que será confiada a think tanks constituidos por sabio-éticos seleccionados mediante un análisis exhaustivo realizado con ayuda de los TIC
que suministrarán el caudal de conocimiento acumulado a lo largo de todo el proceso educativo, de los candidatos a fin de disponer de los agentes más idóneos para el desarrollo de una labor crucial en el desarrollo de comunidades humanas, que precisan satisfacer los imperativos de paz social y armonía, con mayor solicitud de la que hoy se profesa al dinero, mediante instrumentos novedosos, consistentes en la práctica de la democracia directa a través de los blocs y otros instrumentos de participación directa del público asignado a cada estadio de entre las múltiples instancias en que se compartimentará la administración de justicia, que será modulada y asistida para alcanzar empatías y consensos que satisfagan a porcentajes de afectados determinados por los protocolos pertinentes. Aún contando con los mejores agentes para la administración de un poder tan decisorio como es la justicia que está plagado de errores según se nos informa por los media, a pesar de contar con todos los recursos y garantías imaginables, dice el aforismo que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe del todo, extremo éste que debe descartarse mediante el recurso a legislaciones existentes puestas a disposición por los TIC para cualquier contencioso que se pueda presentar. El intento de Constitución Europea que no llegó a ser aprobada iba dirigida para su aplicación a 27 países. La Declaración Universal de los Derechos Humanos tal como reza su enunciado, es de aplicación planetaria, al tiempo que numerosos tratados internacionales signados por numerosos países, tienden a la globalización justiciera, salvando pequeños matices arraigados en las tradiciones y las costumbres de los países.