28 enero 2013

Asamblea de Izquierda Unida

Los planteamientos hechos en la reciente asamblea de Izquierda Unida, inherentes a la crucial situación en que se encuentra nuestro país, son coincidentes con las que haría un observador imparcial de los hechos que tienen lugar en el mismo, donde el Partido Popular, desde que ha tomado las riendas del gobierno, hace un año, ha sido el mayor depredador de los derechos adquiridos por los trabajadores en sus reivindicaciones. Consecuencia del ordenamiento jurídico que nos hemos dado, el PP ha desarrollado una campaña electoral plagada de mentiras, que le han dado mayoría absoluta en las últimas elecciones. Al asumir el gobierno de la nación, el PP ha desarrollado mediante decretos leyes, políticas contrarias a todo cuanto contenía su programa electoral, con lo que han cometido una estafa monumental que les permiten gobernar con dichos parámetros durante cuatro años, a pesar de las continuas: huelgas, manifestaciones, protestas, algaradas,.. que tienen lugar todos los días, en numerosos territorios de nuestro país.

Las tasas de paro que se dan actualmente en España y Grecia son insostenibles , en el corto y largo plazo, habida cuenta que las autoridades económicas europeas, que son las que fiscalizan la marcha de las economías de dichos países no auguran ninguna solución a la vista para su salida en el contexto europeo, a pesar de las lágrimas de cocodrilo de la Sra Merkel, que se lamenta de la desorbitada tasa del paro juvenil español: (el 55%), consecuencia de la austeridad de caballo impuesta por la autoridad alemana a los países del sur de Europa, sin que se atisbe el menor síntoma de mejoría económica en el corto y medio plazo.

Las resoluciones de la asamblea de Izquierda Unida de reciente celebración, aparte de haber hecho una exposición real de la situación político-económica-social de nuestro país , no aporta ni la más somera indicación de posibles salidas a la misma, que no sea lamentarse de no contar con los votos necesarios a pesar de su notable remontada en las encuestas, que le permita aportar iniciativas para que España pueda salir de la situación en la que se encuentra.

Parece que muchas voces autorizadas, entre ellas, las del prestigioso premio Novel de economía: Joseph Stiglitz, auguran que la crisis en la que está inmerso el capitalismo occidental, tiene su talón de Aquiles en las enormes diferencias existentes entre el capital financiero y las restantes capas sociales, que forman las mayorías productivas de la población mundial. Hoy se da la circunstancia que países emergentes, con un bajo índice de riqueza representado por el PIB, tienen crecimientos de dos dígitos anuales, en contraste con los países regidos por el neoliberalismo económico que están en recesión, consecuencia se dice, de que la globalización ha desplazado parte de las manufacturas que empleaban abundante mano de obra, a países en los que la mano de obra es más barata, creando con ello índices de paro desorbitados, como son los de España y Grecia. Los países con crecimientos de dos dígitos anuales, como son los emergentes, con sus bajos sueldos y un clima social satisfactorio son más competitivos que los países con un alto índice de paro, causante de conflictos sociales potenciales, al sumir a los trabajadores que se encuentran en tal situación a extremos de pobreza extrema, recortes en los emolumentos y demás prestaciones sociales que llevan a la desesperación, al abatimiento físico y psíquico, sin ver salidas factibles, que conducen a la desestabilización de los países afectados por dichos síndrome causantes de las grandes revoluciones de las que tenemos noticia.

En la revolución soviética de 1917, Lenin se apoyó fundamentalmente en la población agraria, antiguamente más numerosa que los obreros industriales a los que se tenía por los más combativos en la exigencia de reivindicaciones. Mao en su larga marcha también se apoyó en el mundo rural para derrotar a Chan Kai Chek, así como también en el gran salto adelante y en la Revolución Cultural, hechos todos ellos que tiene una fuerte repercusión en el comportamiento de su pueblo en la etapa actual, en que la gran industria que ha llevado a su país a ser considerado el taller del mundo, se nutre de la gran masa de población agraria acostumbrada a una austeridad espartana, que la han situado en la segunda potencia mundial, por precios competitivos consecuentes con los bajos sueldos, que dan plena satisfacción a los obreros procedentes del campo, que los tenían muy inferiores, en sus lugares de procedencia. Las percepciones entre los que mejoran su situación económica y aquellos a los que les son arrebatados sus derechos, como ocurre en España, es abismal: la moral mueve montañas.

Las políticas de nacionalizaciones, de las empresas industriales y de servicios que tienen incidencia directa en la vida de las personas en China, parece que se diferencia sustancialmente de las adoptadas por el neoliberalismo occidental que tiende a la privatización a ultranza de todo lo que el keynesianismo había nacionalizado tanto en EE.UU. como en los países nórdicos europeos, durante la gran depresión de los años treinta del pasado siglo, cuando el presidente Roosevelt y Suecia, aplicaron impuestos que alcanzaba el 90% de los beneficios de los más ricos, para crear infraestructuras y servicios sociales para el conjunto de los ciudadanos menos favorecidos y con ello puestos de trabajo.

Sabido es, que el objeto de la empresa es alcanzar el máximo beneficio para la misma según reza el credo de Adam Smith. Últimamente se oyen declaraciones de que las empresas, para hacer frente a sus competidores emergentes, que además de perseguir su objetivo declarado de dar los mayores dividendos a sus accionistas, van a tomar en consideración la consigna de compartir parte de sus abultados beneficios con los trabajadores, para evitar que éstos provoquen la desestabilización de países afectados por las fuertes mermas de sus emolumentos y derechos aplicadas por la derecha contra los trabajadores. En las últimas décadas los incrementos de la riqueza de los más ricos según Stiglitz, que las cifra en el 60%, fruto de la especulación financiera y otras actuaciones, mientras que los aumentos para los trabajadores en el mismo período de tiempo las sitúa en un mísero 13%, lo que da idea de la hipocresía empleada por los poderosos para aplacar las iras de los pueblos en tiempos de crisis como la actual provocada por banqueros desaprensivos, que se auto-asignaban sumas astronómicas de dinero, que luego les han sido restituidas a las entidades bancarias por los gobiernos, a costa del expolio que se está haciendo del Estado de Bienestar que favorecía las clases más necesitadas.

2 Comments:

At 9:14 p. m., Blogger Juliana Luisa said...

Por una parte, hay que cambiar muchas cosas. Y por otra los clásicos partidos, incluido IU, solo piensan en los votos. Es necesario cambiar muchas. Tenemos prisa porque hay mucha gente inocente que lo está pasando muy mal. Si no hacemos nada, somos culpables.

Un saludo

 
At 11:59 a. m., Blogger Francisco Javier Corretjé said...

Estoy completamente de acuerdo contigo en que hay que resolver con urgencia la forma en que se estructuran los partidos políticos. Mi planteamiento radical consiste en que siempre han venido las órdenes de arriba a abajo y que esto tiene que cambiar. La democracia directa solo se puede ejercitar de las bases a las cúpulas de poder.

Gracias por seguirme.
Recibe un saludo cordial.
Francisco Javier Corretjé

 

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