Necesidad de un cambio estructural
La crisis actual, despierta en un gran número de especialistas político-económicos, la necesidad de introducir fórmulas adecuadas para gobernar los pueblos del planeta con leyes que recojan las aspiraciones de las generaciones actuales, en el contexto en que nos sitúa el inconmensurable instrumental tecno-científico acopiados los últimos siglos y los conocimientos que lo complementan en todos campos del saber, que han situado a los humanos en posesión de los atributos necesarios para ejercitar la administración de los recursos existentes de forma eficiente para proporcionar: bienestar , armonía, equidad,…a los pobladores del planeta que nos sustenta.
No obstante el cambio trascendental acaecido en los últimos tiempos, seguimos bajo el dominio de los intereses bastardos de los poderosos, que se siguen sirviendo de los poderes fácticos clásicos: ejércitos, religiones, dinero, herencia,...que ha sido la norma de conducta que se ha venido aplicando en la historia de la humanidad que nos ha precedido, que estuvo sujeta a las extremas limitaciones de supervivencia permitidas por los medios existentes, que solo alcanzaban a satisfacer las exigencias de muy pocos poderosos mientras los restantes, (las mayoritarias masas de personas pobres) se situaban al límite de la supervivencia física, sujetas a todo tipo de adversidades: guerras, pestes, enfermedad, y las fuerzas desatadas de la naturaleza, al tiempo que las élites poderosas, siguen mantenido sus privilegios prácticamente hasta nuestros días, habiendo sido implementados hasta límites inconmensurables los recursos de todo tipo, que permiten dar satisfacción a las personas como recipiendarias.
La portentosa acumulación de medios, que el conocimiento moderno ha puesto a disposición de las personas, sería suficiente mediante una adecuada administración de los recursos existentes, para proporcionar a sus beneficiarios los humanos, ejecutores de tan milagroso acontecimiento, implementar las condiciones tendentes a alcanzar una vida feliz, entendiendo como tal, la que implica en mayor medida a las facultades superiores de los seres humanos: los sentimientos, una vez lograda la satisfacción de los bienes físicos, que estaría en vías de conseguirse, con la solidaria asignación del potencial existente de medios productivos de los ítems necesarios al bien común, en lugar de emplearlos en la producción de armas, cuyo fin es el mal.
El cambio estructural que preconizamos, no puede ser otro que el demandado por el clamor popular que se manifiesta en tantos rincones del planeta, donde sus moradores reivindican una serie de medidas que conducirían a una mayor igualdad entre las personas, condición impedida por los que disponen de los resortes del mercado sobre los pueblos sometidos desde tiempo inmemorial a la férula impuesta por los más ricos, que como indicamos más arriba anteriormente era consecuencia de la falta de recursos, mientras que hoy, obedece a la insaciable codicia, a la ostentación y el despilfarro de unos pocos, conducente a la: insolidaridad, la polarización, de las distintas clases sociales con intereses contrapuestos, causantes de enfrentamientos contrarios a la solidaridad y la armonía social, metas antitéticas a la proclamación “del hombre como lobo para el hombre” que tanto se ha prodigado a lo largo de la historia, que ahora se podría erradicar, por la vía del conocimiento de aspiraciones objetivas, para el logro del mayor grado de felicidad comunitaria y personal posibles.
Para la consecución de los bienes sociales expuestos más arriba, formulamos reformas estructurales de enorme calado respecto de las modalidades administrativas ahora vigentes, como sería que la democracia genuina fuera ejercitada por los componentes de los centros de actividad que llamaríamos laboral, que han pasado de ser solo los requeridos para la supervivencia: caza, pesca, agricultura,….en tiempos pretéritos, han pasado a ser infinitas en la actualidad las actividades desempeñadas por las personas, en el contexto vigente, en que todo lo que no es grato realizar por las personas tiende a ser transferido a las máquinas y los robots, refutando el aserto de que el trabajo era un castigo de Dios, para convertirlo en que una de las metas más perseguidas por los humanos es el de realizarse a través de las prestaciones a la sociedad de la que forman parte.
El ejercicio democrático, desarrollado en todas las actividades laborales, mediante el seguimiento de protocolos ad hoc para los procesos electorales, sería ejercitado por los componentes de los distintos centros, para la elección de las jerarquías de mando. Sucesivamente por elevación de la cadena ascendente de las distintas jurisdicciones a las que concurrirían los vocacional y profesionalmente llamados para el desempeño de funciones administrativas y ejecutivas que mejor cumplan con los cometidos asignados sean los elegidos por quienes les conocen de primera mano, hasta alcanzar las más altas responsabilidades públicas de las respectivas comunidades humanas.
Las elecciones actuales tituladas democráticas, adolecen de defectos estructurales básicos, como que, por haber obtenido mayoría absoluta en una votación, permite a los partidos que lo consiguen, seguir gobernando durante todo una legislatura aún que las encuestas les sean adversas, como ocurre en la actualidad en España. Otra falla que denota el descrédito a que ha llegado el sistema democrático actual es la baja participación que tienen las elecciones en algunos países, atribuible del descrédito en que ha caído la política últimamente, consecuencia del alto grado de corrupción en que han incurrido algunos de los miembros que la ejercitan.
Son muchos los que claman para que se produzca un cambio estructural en la política, en lo que coinciden las protestas callejeras, de tantos perjudicados por los recortes en derechos adquiridos y en sus percepciones dinerarias que restringen su nivel de vida, a los que se unen prestigiosos economistas, que cuentan con argumentos contundentes para evitar tales despropósitos. Si bien lo que constituye el mayor desaguisado, son los altos índices de desempleo general y juvenil, que deja sin protección del Estado a familias enteras, dejadas al albur de la caridad, que retrotrae a tiempos medievales en los que queda anulado todo signo de dignidad de la persona, en tiempos en que los gobernantes de los países disponen del cúmulo de resortes que les proporciona la modernidad para decretar por ley que al tiempo que unos hacen gala de los más estrafalarios derroches, junto a otros que pierden incluso la dignidad de ser personas, constituye una aberración solo atribuible a seres irracionales.
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