14 febrero 2016

Dos lecciones históricas

Una vez más, acudo a la exposición hecha por el profesor Navarro en su artículo de 4-2-2016, mostrando ciertas similitudes entre acontecimientos que están apareciendo en la Unión Europea, afines a los que provocaron el más horripilante y luctuoso desastre conocido por la humanidad a lo largo de toda su historia: la Segunda Guerra Mundial, perpetrada por el nazismo, asociado con el eje formado con: Italia, Japón y España.

Las excesivas cargas impuestas al gobierno alemán por reparaciones de la Primera Guerra Mundial en el Tratado de Versalles, fueron la causa de que en Alemania surgiera la gran inflación en el transcurso de los primeros años veinte del siglo pasado, que fue mitigada por consejo de los EE.UU. a los Estados vencedores de la guerra: (Francia e Inglaterra) para atemperar el importe de tales reparaciones de guerra que eran excesivas, según lo aconsejado por Keynes, demorando el pago de la deuda en el tiempo.

Fue en los primeros años treinta del siglo XX, en Alemania donde ya había desaparecido la hiperinflación, cuando en 1933 fue elegido Hitler, que fundó el partido Nazi, reivindicando con el pretexto del espacio vital, mediante un nacionalismo idealizado causante de la Segunda Guerra Mundial, al que hoy le están saliendo partidos afines en varios países europeos, transcurrido casi un siglo de aquellos deplorables hechos.

El profesor Navarro en el artículo citado más arriba, achaca al austericidio inducido por Alemania a la eurozona actual por la influencia que ejerce dicho país sobre la misma con su boyante economía, actualmente con la obsesión de evitar la inflación, que, tenida como el mayor impedimento para el desarrollo económico, como aconsejaba su propia experiencia en la República de Weimar, donde la hiperinflación perjudicó especialmente a los tenedores de títulos bancarios, que prestaron a los países periféricos de la eurozona para demorar su deuda en el tiempo.

El actual neoliberalismo económico, mayoritario en el mundo occidental, cuyos establishments defienden los intereses de los tenedores de títulos bancarios, que constituyen mayorías formadas por clases medias, que dedican sus ahorros a la especulación sin riesgo, que les sirven además de aval frente a cualquier contratiempo futuro. Dichos votantes, de gran raigambre en los países ricos de la eurozona, permiten la continuidad democrática representativa regida por los establishmens de bimillonarios, como los denomina el candidato demócrata Sanders a la presidencia de los EE.UU., que se declara socialista, título que ha sido poco menos que vilipendiado por los medios informativos-seductores de dicho país.

El candidato a la presidencia de los EE.UU., Bernie Sanders, presenta en su programa electoral, como asuntos prioritarios a los que dedicar especial atención: las obras públicas, las energías renovables, a la educación y la sanidad gratuitas, mayor gasto público social,… aspectos todos ellos, opuestos a la (corporate class) institución arraigada en los EE.UU., formada por la banca, las grandes corporaciones económicas agrupadas en lobbies, gestoras del gran capital mundial, que reúnen en el 10% de la población: el dinero, el ejército, el poder político, para aprobar las leyes,…que se superpone a la influencia del restante 90%, para la resolución de los temas que atañen a la sociedad, desplazando a la democracia real, para ejercer dicho cometido, mediante la democracia directa con participación en los temas importantes de todas las personas que lo deseen, por referéndum como hacen los suizos.

El candidato Bernie Sanders en su historial político se ha mostrado reacio a todas las últimas intervenciones norteamericanas en Oriente Medio y África, teniendo a gala en todas sus intervenciones el mostrarse como socialista, lo que equivale en su país equivale a mostrar la bicha, a pesar de ello, la población entre los 20 y 30 años muestra su preferencia en el 80% por Sanders, lo que le da posibilidades para superar en las primarias demócratas a Hillary Clinton.

El fenómeno antes descrito, que tiene visos de afianzarse en los EE.UU. podría presentarse como paralelo con Podemos en España, si bien aquí, no para ejercer como partido de gobierno sino solo que sus políticas lleguen a servir de inspiración a un nuevo socialismo, alejado de los planteamientos de sus carcamales ejercientes en otras coyunturas a los que los planteamientos valientes de Pedro Sánchez están dado un aire de modernidad más acorde con la juventud mejor formada de nuestro tiempo, que se aparta de la senectud hispana que sigue votando al PP a pesar de los desmanes perpetrados en su última legislatura de gobierno.