12 octubre 2015

17 objetivos de desarrollo sostenible

Estos días tiene lugar la mayor concentración de mandatarios de países del mundo en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, para exponer los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que constituyen la desiderata de deseos para ser alcanzados por los países del mundo en 2030, propósito loable, pero utópico, en tanto persista el egoísmo inserto en las personas que gobiernan los países en la actual etapa histórica.

El empoderamiento por parte de los mandatarios del par de centenares de países que hoy pueblan el planeta Tierra, para poner en práctica las reglas contenidos en las 17 Propuestas de Desarrollo Sostenible que constituye el mejor enunciado de las metas colectivas que pueden concebirse en la actual coyuntura, que podrían ser llevados a la práctica con los recursos de los que se dispone actualmente si se hace adecuado uso de los mismos por los humanos, que son los agentes que los tendrán que administrar en el supuesto que el progreso cultural y cívico humano avance en paralelo con el material experimentado en los últimos tiempos.

Los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible para el año 2030, constituyen en esencia hacer un uso racional de los recursos de los que se dispone, que pueden incluso ser enriquecidos por otros aportes como los surgidos de la reunión del grupo de los 77+China del 2014 en La Paz (Bolivia), en sus 42 artículos orientados a alcanzar la mayor concordia y bienestar material y anímico de las personas, en su encrucijada vital moderna.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, son ejemplo de cómo se puede llegar a dirimir controversias tan alejadas de la realidad actual, como son, los enunciados de cada uno de los objetivos, todos ellos orientados al bien general de todos los humanos, cuando en la práctica actual los hechos que se contemplan, son que los beneficios que reportan las acciones humanas, solo benefician a minorías desaprensivas que se arrogan el privilegio de la gobernación de los pueblos, mediante la posesión de ingentes posesiones de dinero obtenido con la especulación financiera de la que han hecho, el recurso por antonomasia, para comprar los votos que les proporciona la información-seducción,.. para ejercitar la falsa democracia, supeditada al dinero que todo lo compra, como lo está demostrando Donald Trump en la preparación de las próximas elecciones norteamericanas.

Resulta hipócrita, por no decir hilarante, si no fuera criminal que se presente en el mayor foro universal en el que se dirimen los temas de mayor enjundia relativos a los comportamientos humanos en los países del mundo, por el simple relato de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a alcanzar en el año 2030, con las abismales diferencias entre los mismos en las que se encuentran los habitantes del tercer mundo, que son mayoría, respecto de los países que cuentan con las desideratas expuestas en el documento en cuestión.

Es loable no obstante, partir de una base ejemplar en la que basar anhelos alcanzables para situar los comportamientos colectivos de las sociedades del futuro. Recursos con los que ya se puede contar, tienen un potencial inconmensurable, bastarían ejemplos tomados del ránking de rentabilidad de los países, entre los que se encuentra Suecia en los primeros puestos, a pesar de no disponer de buen clima para producir alimentos, ni minas por explotar, han tomado la decisión de reducir la duración laboral diaria de 8 a 6 horas, con lo que consiguen los mismos resultados, lo que parece que se ha suplido con otros incentivos como: interés, empeños, entusiasmo,.. aportados al desempeño de sus funciones, por parte de los beneficiados por dicha conquista.

Lo más determinante para alcanzar metas como las expuestas más arriba, fueron los antecedentes del país pionero del Estado del Bienestar (Suecia) tantos beneficios reportó a Europa, que según importantes filósofos y estudiosos del determinismo histórico de la época en que fue establecido, temían que los avances alcanzados por la Unión Soviética, dieran al traste con el capitalismo beneficiado por el keynesianismo de entonces.

Aquel rasgo filosófico, en los comportamientos puestos en práctica por Suecia y aún con superior énfasis por el presidente Roosevelt, en la crisis económica de hace casi un siglo, fueron los rasgos de mayor racionalidad filosófica que los humanos supieron aplicar, intentando dar visos de cierta verosimilitud a un sistema, que el tiempo transcurrido ha demostrado ser el mayor enemigo de las mayorías laboriosas de la humanidad.