23 septiembre 2015

Neoliberalismo dominante

Es un hecho evidente que las economías del mundo occidental, que aún están lastradas por el predominio de un factor hereditario que prioriza la cantidad acumulada de bienes, sobre la calidad de las aportaciones que incorporan los logros tecno-científicos al acervo civilizatorio mundial. Así como lo humanamente acumulado por actuaciones intangibles aportadas por la solidaridad en las relaciones personales como ingrediente supremo para la consecución de más altas cotas de felicidad física y espiritual para las personas beneficiarias de los logros de la modernidad.

La codicia del todos queremos más, que se ha constituido en el devenir de los tiempos como el mayor acicate para situarse unos por encima de otros en el disfrute de privilegios y de la transmisión de los mismos sine die a su descendencia, constituye una aberración de la institucionalidad moderna, puesto que la igualdad de derechos está presente en las constituciones de todos los países civilizados, contravenidos por la práctica consuetudinaria de los mismos, lo que da muestra de la hipocresía supina en que estamos instalados, sin que nadie ponga en cuestión uno de los principios básicos de la convivencia entre seres civilizados: la tendencia a la igualdad.

De la antigüedad, cuya irracionalidad está bien certificada por los hechos transmitidos documentalmente y por la arqueología científica que bucea en los sucesos acaecidos con anterioridad, tenemos noticia veraz y certificada de las limitaciones habidas en las distintas etapas civilizatorias, que partieron de estados próximos a los de irracionales que permanecen libres en la actualidad, lo que puede dar una idea de las limitaciones de medios de que disponían en las distintas etapas históricas precedentes que eran tan exiguos, que solo podían ser gozados por minorías de clases privilegiadas y por sus descendientes. Las sociedades modernas, ubicadas en las antípodas de las limitaciones pasadas, en lo que respecta a los medios de los que se dispone, siguen sometidas a la servidumbre de una minoría financiera-especulativa que ha conseguido comprar los resortes necesarios y suficientes, para ejercitar un dominio irracional, sobre las aplastantes mayorías de seres civilizados, que hasta aquí, no han sabido o podido librarse de las cadenas impuestas por el poder del dinero.

La civilización actual, que incluso está en vías de conseguir los bienes que permitan a los habitantes de un planeta racionalmente equilibrado por la cultura, con aspiraciones incluso de extender sus potestades sobre otros astros, que permitiría llevar una vida digna para sus habitantes, debería ser la meta que ya está al alcance de las atribuciones con las que se cuenta actualmente, para dar testimonio de la racionalidad de acciones colectivas mayoritarias, mediante instituciones gobernativas supranacionales aptas para aunar voluntades multinacionales coadyuvantes con la globalización efectiva, que han introducido los medios tecnológicos en los intercambios internacionales con el uso de los recursos excedentarios y deficitarios de los distintos países del planeta, alcanzando con ello, cotas de solidaridad inducida por los negocios, entre los habitantes del mundo multinacional en el que vivimos.

Las: inercias, costumbres, rutinas,.. heredadas de un pasado falto de los recursos con los que se cuenta actualmente, los seres humanos de épocas pretéritas no son ejemplos dignos de ser imitados, sin embargo, se siguen permitiendo lacras criminales como son las guerras, los desmanes propios del instinto codicioso, que permite que el 1% de los lobistas mundiales ostenten los gobiernos de la mayoría de los países por efecto del poder desorbitado atribuido al dinero, que dispone de los resortes suficientes para inclinar a mayorías de los votantes que disponen de ciertos recursos monetarios en forma de imposiciones bancarias, que se atribuyen por ello estar situados entre los privilegiados, a los que votan.

El sentido común de las mayorías de ciudadanos responsables, en razón de tener acceso a numerosas fuentes de información a través de las TICs, deberían preferir, que los resortes de la gobernación que les afectan tan directamente mediante las leyes, estuvieran al servicio de las mayorías, en lugar de favorecer a minorías del 1% de la población según aseguran los más acreditados economistas. Los desmanes escandalosos que aparecen en las informaciones de nuestro país de la corrupción practicada por el PP generalmente en su última legislatura de gobierno de mayoría absoluta, es una muestra del espurio poder del dinero, contra el bien general.

Los instrumentos que la modernidad a puesto al servicio de los humanos, permiten disfrutar de una vida digna a los países y a sus moradores si todos ellos consiguen racionalizar la demografía como hacen los pueblos civilizados, y a través de la globalización, crear estrategias orientadas a aflorar recursos latentes en el tercer mundo para dar ocupación a los que demandan un puesto de trabajo, y proporcionando a todos, los medios que les permitan disfrutar de una vida digna, prestada por los gobiernos, que tendrán la función de reducir a la racionalidad las diferencias económicas existentes entre los humanos. En lugar de que los privilegios sean patrimonio de unos pocos, que lo sean de todos.