27 junio 2015

Entre burguesía y especulación

Cuando en 1848, Marx y Engels publicaron el Manifiesto Comunista, en razón del cambio que imprimió la primera revolución industrial en el mundo, con el descubrimiento del vapor, el inicio de la industrialización y el advenimiento de la burguesía, acontecimientos, que imprimieron un viraje de 180 grados en el devenir de la humanidad civilizada, que, como consecuencia del mismo, se sentaron las bases de la modernidad en los aspectos: socio-económicos-políticos-administrativos.

Los autores del Manifiesto Comunista, citados más arriba, tuvieron una intuición histórica encomiable, puesto que sus premoniciones prevalecen hasta el momento presente, transcurrido más de un siglo y medio desde aquella proclamación, a pesar de los cambios copernicanos acaecidos en los últimos tiempos, de la mano de la tecno-ciencia. La burguesía ha sido prevalente en la exaltación de la codicia, sentimiento muy arraigado en los humanos, del que se vale, para acumular grandes riquezas mediante la industrialización como instrumento mecánico y de los trabajadores, bajo su jurisdicción, como sujetos prioritarios para alcanzar sus fines. Las tecnologías son los parámetros de referencia para definir el momento actual, en el que surgen incontables novedades que reorientan el sentir de las personas afectadas por las mismas, lo que hace necesario adaptar a los dictados de la modernidad asamblearia los planteamientos de futuro que están siendo: analizados, debatidos, consensuados, y puestos en práctica por referéndums resolutivos, a través de normas democráticas sometidas a los correspondientes protocolos.

Los comportamientos de la burguesía establecida en Inglaterra y Francia inicialmente, se ponía como meta la obtención del lucro, por encima de otras consideraciones, al punto que por primera vez en Inglaterra pusieron como límite las diez horas de trabajo diario. Estos días en Suecia se ha establecido la jornada de seis horas diarias y cinco días a la semana, como norma que parece lógica de aplicar, en un país en el que no existe el desempleo y sus habitantes decretan por mayoría adoptar dicho horario de trabajo que satisface sus necesidades del “buen vivir” sin estar sujetos a la codicia de acumular para transferir a sus herederos y/o despilfarrar.

Actualmente, en que la posesión del dinero como instrumento dominador del mundo, está en manos del 1% de la población, constituida por lobbies de las principales corporaciones multinacionales según atestiguan muchos economistas modernos, que amasan mediante las finanzas virtuales, que han hecho de la especulación financiera la mayor acumulación monetaria conocida, que mantiene bajo su férula los recursos instrumentales: de la información- sugestión, que lo abarca todo, la emisión de leyes que les permite gobernar a los pueblos, así como la compra de las voluntades de los aplicadores de la justicia.

Parece un sinsentido que se haga elogio de las virtualidades democráticas, al tiempo que se asigna a la posesión de un recurso instrumental como es el dinero, las mayores cotas de poder para la gobernación de los países que se dicen civilizados. La especulación financiera, ha sido como fueron en su día las creencias religiosas, el resorte alienante del que se valen los actuales mandatarios mundiales, para subvertir principios democráticos como el de una persona un voto, contraviniendo el interés general de la gente hoy mucho más concienciada que nunca, para tener que comulgar con ruedas de molino.

Las nuevas generaciones estarán cada vez mejor informadas de los hechos que acontecen y no podrán consentir que el poder que en este momento está en manos del 1% de la población que estaría mejor en manos de todos, para sentirse orgullosos de residir en países donde el gobierno está en posesión de los recursos, para garantizar a todos sus administrados el derecho al “buen vivir,” meta perfectamente accesible, con los medios tecnológicos con los que se cuenta en los países punteros, de los que se harán partícipes al resto del mundo, mediante la puesta en explotación de los yacimientos vírgenes que permanecen aún ocultos por la falta de los medios modernos de los que dispone en los países punteros, con los que satisfacer las carencias de otros países, mediante la modalidad “win win” que sería beneficiaria para ambos participantes.

En numerosos países: asiáticos, africanos y suramericanos, se está poniendo en práctica la anterior modalidad, que permite que en un tiempo record con la globalización, movilice los recursos materiales y humanos necesarios, para liberar del atraso a centenares de millones de personas huérfanas de los milagros que produce el progreso moderno.