25 marzo 2009

Antesala de nuevos paradigmas

Einstein afirmó: “que no se puede resolver un problema pensando de la misma forma en que fue creado”. Siguiendo las recomendaciones de la mayor lumbrera de la inteligencia mundial, no parece sensato tratar de resolver el monstruoso problema que ha generado la crisis actual, aplicando las mismas recetas con las que fue creado: las finanzas virtuales y la corrupción capitalista.

Numerosas voces autorizadas, han especulado últimamente sobre la conveniencia de nacionalizar los bancos privados en los países donde sus erarios públicos se han visto obligados a acudir en su auxilio con cifras multimillonarias para evitar su quiebra. La más increíble defensa de la nacionalización de los bancos, ha sido la de Greenspan, ex - presidente de la Reserva Federal, al que llamaban el oráculo, defensor a ultranza del liberalismo económico, que nunca atendió las recomendaciones de Soros y Buffet entre otros, que le instaron reiteradamente controlar las “derivadas” a lo que no quiso atender, a pesar de ser un riesgo para las finanzas, como así ha sucedido.

Para resolver con las máximas garantías de eficiencia, los intrincados problemas que entraña la gestión de las comunidades humanas modernas, se requiere contar con los equipos humanos idóneos para llevar a término el cometido crucial de gobernar a sus semejantes. Dar satisfacción a mayorías cualificadas que se manifiestan a través de los cauces democráticos revalidados por amplios consensos, dará la medida de la calidad excepcional de los encargados de llevarlas a la práctica, que habrán de ser seleccionados entre los más idóneos para realizar la función por antonomasia: el desarrollo eficiente y armónico de los pueblos y sus habitantes.

La administración de los recursos que constituyen el potencial real de los pueblos, articulado por el conocimiento de los gestores de cada unidad poblacional: la implementación de la economía en todos sus aplicaciones, será la piedra angular sobre la que basar: la prosperidad, la armonía, la paz de las sociedades futuras, será la función crucial encomendada a los gobiernos, bajo la supervisión ejercida por los administrados por la vía democrática más genuina, la rendición de cuentas aritmética, que no admite discusión.

La selección objetiva del potencial: profesional, vocacional, ético, etc,.. de los candidatos llamado a desempeñar las máximas funciones jurisdiccionales de cada país, se servirá del ingenio llamado a resolver los complejos problemas de nuestro tiempo: “el ordenador” en el que se recopilarán las actuaciones cuantificadas y cualificadas de las biografías de los candidatos en sus respectivos currículos, que servirán de base para una elección idónea, de los equipos directivos que gestionarán todas y cada una de las múltiples particularidades que caracterizan a las sociedades modernas.

El pensamiento, creado en las intrincadas neuronas del excelso laboratorio que es el cerebro humano, está mejor predispuesto a crear patrones rutinarios, mecánicos,..y es perezoso en cambiar de chip, como sería preceptivo para salir de la crisis actual, que es una oportunidad para introducir cambios drásticos que permitan evolucionar.
Las grandes disfunciones, experimentadas al interior de nuestras psiques, que tan a menudo nos predisponen a la crítica de cuanto nos rodea generando: rivalidades, recelos, polarización de posicionamientos, etc,.. frente a lo que sucede, son síntomas del malestar, que denota el déficit de imaginación y creatividad que tenemos para superar las situaciones adversas.

Se impone, cambiar los presupuestos que lastran nuestro pensamiento con creencias periclitadas por el uso del nuevo instrumental que de continuo nos aporta el progreso tecnológico que revoluciona las costumbres. Como ilustración de lo dicho, siempre pongo el ejemplo de la producción de alimentos, que a principios del siglo pasado requerían el empleo del 80% de la mano de obra para atender a los 1000 millones de habitantes con que contaba el planeta. Hoy para alimentar a 7000 millones de bocas, los países tecnológicamente punteros emplean el 1% de su mano de obra.

Conviene modificar la orientación de nuestras percepciones, mediante la adopción de nuevos paradigmas a que nos inducen la observación de hechos, como las realidades advertidas en el relevo del presidente en EE. UU. que en pocos meses se atisban cambios copernicanos, como pasar del unilateralismo al multilateralismo que podrían alterar la estrategia política a nivel planetario de la primera potencia mundial.

Los cambios tendrán que tomar carta de naturaleza en nuestras percepciones íntimas, en nuestras convicciones y nuestras relaciones con los demás, con nuestro entorno. El conjunto de la humanidad tendrá que tomar conciencia que las actitudes positivas radican en trocar los enfoques tradicionales del egoísmo, que ha tenido su razón de ser histórica con la ley de la selva, superadas por el conocimiento humano, que avala la adopción del nosotros como recambio del yo, de la solidaridad contra la codicia , de la luminosidad de la verdad contra el oscurantismo de los intereses creados.

A propósito del cambio de paradigma que podría suponer la nacionalización de los bancos, al que con tanto ardor se oponen los defensores a ultranza del liberalismo económico, causante de la mayor crisis conocida desde la Segunda Guerra Mundial, encontramos que los bancos que encabezan el rangking mundial están nacionalizados y la economía que sustentan es la que mayor crecimiento experimenta. Siendo los bancos los que proveen a la economía real, de los fondos financieros (el dinero) que permite asignar a los incontables proyectos que surgen diariamente en las economías modernas, los recursos para su desarrollo en función de las prioridades nacionales. A los funcionarios a los que se encomienda tan crucial cometido, hay que exigirles tales dosis de imparcialidad, honestidad y sobre todo de profesionalidad, que no pueden ser confiadas a los intereses particulares de los empresarios, que por lógica elemental, defenderán lo propio en detrimento de lo común, en áreas estratégicas de los países, por el contrario, hay que dar absoluta libertad de elección a creadores e imaginativos que renuevan el tejido productivo y alumbran los paradigmas de futuro.