Alternativas democráticas IV
Continuó con la exposición de posibles alternativas a las actuaciones vigentes de los poderes establecidos, para, eventualmente apuntar posibles salidas al clamor de tantos utópicos que creemos que otro mundo es posible. Mis seudo-tesis, se apoyan en medios tecnológicos como por ejemplo Internet, que debido a su bisoñez puede que contenga grandes potencialidades aún no exploradas, de las que sacarán más partido las generaciones venideras, familiarizadas con el uso desde su infancia.
Alguien me apuntó, que por muy sofisticada que esté la máquina, siempre requerirá de un operador que la maneje: (el scaneador). No puedo estar más en desacuerdo con dicha afirmación al constatar que la alta tecnología si bien es fruto de la tecno-ciencia concebida y desarrollada por humanos, en la mayoría de las aplicaciones donde se ha puesto en práctica, no requieren actuaciones por parte de operadores, en el desarrollo de los procesos automatizados.
En mi experiencia profesional pude experimentar, en la fabricación del vidrio donde dediqué mis prestaciones, que en los primeros años cincuenta del siglo pasado, en que me inicié en el oficio, absolutamente todas las operaciones eran artesanales; al final de los ochenta cuando me jubilaron, prácticamente todo iba regido por automatismos comandados por ordenadores funcionando sin interrupción, las veinticuatro horas del día, de los trescientos sesenta y cinco días al año, durante doce años.
Estos días, se decía en los periódicos que Obama, entre sus paquetes de inversiones para relanzar la economía de su país, quiere aplicar su plan de salvación permitiendo la participación de los ciudadanos, la máxima transparencia y el control democrático, con el portal de Internet (http://www.recovery.org/), para que se pueda seguir hasta el último dólar que se gaste en este nuevo New Deal de 2009. Más confianza a la máquina no se le puede pedir viniendo de quien viene, del esperado mesías que viene a salvar el mundo.
Sin tener que recurrir a metáfora tan utópica, si cabe depositar la fe en numerosas conquistas de la humanidad que cuentan con el aval empírico de las ciencias, entre las que no se puede incluir la económica, que ha sido: desmentida, prostituída, desacreditada, vilipendiada, denigrada... por el paro que está generando en nuestro país, al tiempo que ha proporcionado pingües beneficios en el transcurso de los últimos quince años a la especulación institucionalizada que a través de la influencia, el padrinazgo y el dinero que todo lo consigue y todo lo corrompe, los transgresores de toda norma ética y moral, los corruptos que estos días están siendo denunciados por la justicia, dando espectáculos más propios de un esperpento valleinclaniano que de una política responsable.
Intentando plagiar a Krugman en su libro “Después de Bush”, en el que plantea la
disyuntiva si es la radicalización política, o la desigualdad económica la que ha llevado a la polarización de los dos partidos antagónicos de su país: Republicanos y Demócratas, han dado al traste con el consenso del New Deal mantenido desde los años treinta hasta la confrontación iniciada con la era Reagan en los años ochenta del pasado siglo. Durante la vigencia del espíritu del New Deal, EE.UU. se había aproximado el diferencial entre clases, al punto de que se decía del país que estaba formado mayoritariamente de clases medias, lo que le hacia más gobernable. A partir de los años ochenta los gobiernos Republicanos hicieron que medraran mucho unos pocos al tiempo que quedaron rezagados los muchos, mermando el poder tradicional de los sindicatos y con la ayuda de la globalización y la alta tecnología se impuso la fuerza emergente favorecedora de las grandes fortunas que desde el gobierno se bajaron los de impuestos, aumentando el diferencial entre las clases a los niveles de los años veintes.
Fueron los mismos trabajadores los que votaron republicano, al ser seducidos por otros factores exógenos a sus propios intereses como: la raza , la patria y la religión que tienen su actual traducción en nuestro país donde el PP ha tomado la bandera: 1º) contra las regularizaciones de inmigrantes; 2º) contra los nacionalismos periféricos en defensa de la patria; 3º) en defensa de la religión, la única institución a la que se permite disentir de las leyes vigentes sin ser encausada. El grito de Pedro Castro de que los pobres que votan al PP......... ratifica lo apuntado más arriba.
La desigualdad económica, generadora de la crispación política según el análisis de Krugman, más polarizadas si cabe en estos momentos de crisis económica, está llegando a extremos en que se pierden las formas, como queda patente en las trifulcas habidas en la Asamblea de Madrid, de estos días, resultan extrañas a la normalidad política exigibles a países civilizados. Son atribuibles a los abismales diferenciales económicos entre los multimillonarios y los parados a los que amenaza la inanición de los suyos, si la situación en la que estamos inmersos continúa.
Si las hordas incontroladas de parados se echan a la calle, por el pánico que cunde como reguero de pólvora si se hace presa psicológica de la desesperación si los millones de parados van en aumentando, al tiempo que se está resarciendo de las pérdidas con fondos de los Estados a los autores de la presente situación, sin que las autoridades se decidan a poner a los infractores frente a sus responsabilidades, permitiendo que se refugien en sus dorados paraísos fiscales, es evidente que si la situación sigue agravándose, sin que las buenas intenciones del gobierno resulten eficaces para salir del bache y las críticas de la oposición que enfervorizan aún más la crispación, habrá que encontrar alguna solución a tanto desaguisado.
La verdadera causa de la crisis actual podría residir en que con la globalización del comercio los países que practican una mayor austeridad y que se han hecho con las factorías más modernas por haberlas construido en los últimos años y contar con mayores dosis de esfuerzo y sacrificio como tenían los emigrantes españoles que fueron a Europa durante el franquismo, parece evidente que sus producciones podrán competir en precios con las sociedades occidentales volcadas al despilfarro.
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