Alternativas democráticas II
Acontecimientos recientes, nos reafirman en la utilidad de los medios operativos con los que se cuenta actualmente, para prevenir asonadas que afortunadamente fueron fallidas, como la del 23-F español. La TV nos ha ofrecido estos días una recreación cinematográfica de dicho acontecimiento. Si en el 23-F, se hubiese contado con teléfonos móviles en posesión de cada diputado, si en lugar de contar con una sola emisora de televisión en vez de las decenas que existen en la actualidad y con los intercambios comunicativos que se establecen a través de Internet, les hubiera resultado difícil a los golpistas organizar dicha intentona.
Otro ejemplo de rabiosa actualidad, en el que, mediante grabaciones telefónicas que permiten a la justicia desentrañar actuaciones delictivas de agentes políticos y sus compinches, que eventualmente pueden estar implicados en corruptelas con: evasión de impuestos, tráfico con dinero negro blanqueado en paraísos fiscales, en los que, una pretendida legalidad establecida, permite expoliar a las haciendas públicas, solo a los poderosos “lobbies” a los que se permite actuar con impunidad. No obstante, hace pocas décadas, que el famoso caso Naseíro, investigado a partir de conversaciones telefónicas, fue sobreseído por carecer de fuerza legal, valerse de dichas pruebas.
Evidencias de mayor enjundia, en las que se pone de manifiesto la utilidad de los modernos medios para evitar muertes, las tenemos en los radares instalados en las carreteras y otros dispositivos tecnológicos para detectar las infracciones de tráfico. Sería prolijo seguir con ejemplos que muestran la utilidad de los modernos medios para encauzar los comportamientos humanos en positivo, no obstante aún se emplean argumentos falaces que tratan de inculcar que artilugios como los descritos, así como otros muchos no citados contribuyen al afianzamiento del llamado “gran hermano” al que se le atribuyen maquiavélicas perversiones, que se oponen al genuino ejercicio de la libertad. Los útiles o instrumentos puestos a disposición por la tecno-ciencia, no obligan a que se haga uso de los mismos. La carencia de dinero para su adquisición de la que adolecen los pobres, son los verdaderos obstáculos a la libertad y la justicia.
La operatividad del “gran hermano” ha sido ejercitada en épocas pretéritas por las fuerzas de la opresión, que han ejercitado el poder por medios inicuos, como son: el dinero y lo que éste factor instrumental que configura estructuralmente la psique de las personas, que, mediante la propiedad de los medios de producción que emplean como coacción de los demás, sobre todo los que mantienen el monopolio del poder con la imposición del yugo de la ignorancia y la pobreza como castigos sutiles, que hacen las veces de la moderna esclavitud sobre los pueblos del tercer mundo.
El auge que adquiere la informática en los múltiples campos de aplicación de la vida moderna, muestra la preponderancia que está tomando, por su probada efectividad en la resolución de los problemas del acopio de informaciones de todo tipo y la rapidez operativa que permitirá minimizar las funciones burocráticas tan denostadas.
Por ejemplo se tiene noticia de que las compras y/o otras gestiones o adquisiciones de billetes de transporte, espectáculos, consultas sobre todo tipo de informaciones.... los usuarios de los mismos que son los más jóvenes, ponderan sus evidentes ventajas: funcionalidad, comodidad, evitan desplazamientos, recibir cumplida información de las adquisiciones, permiten contrastar las homologaciones de los distintos fabricantes del mismo producto. Hoy las mayores empresas de Internet se aprestan a captar la publicidad, a la que valoran, como el renglón con más futuro de todas sus actividades.
La publicidad en su configuración actual, ha invadido los medios informativos: escritos, radiofónicos, televisivos, etc,... de forma tan abusiva, que la Unión Europea se ha visto obligada a legislar al respecto, para restringir sus emisiones que martirizan a las audiencias de forma sutilmente invasiva, similar a los mantras y el rosario en familia de otros tiempos, cuya finalidad era adormecer a los espíritus para que no pensaran, adoptando además subrepticiamente, la formula goebeliana que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
A la publicidad se le atribuyen además funciones cruciales para el funcionamiento del libre mercado, del “liberalismo económico,” constituido en la panacea que provee de todos los bienes a la economía universal. Para algunos inconformes con las pautas a las que nos conduce la actual ejecutoria, pensando en que otro mundo mejor puede ser posible, basados en que los últimos siglos han sido los que han aportado las mayores cotas de bienestar a los beneficiados por el progreso, sin retrocesos en sus avances constantes y progresivamente acelerados, muchos progresistas, atribuyen a la incitación publicitaria al consumo indiscriminado, que ha llevado a la práctica de un despilfarro inicuo y soez, insultante para los que mueren de hambre y tremendamente perjudicial para la naturaleza, para la que suenan voces de alarma, que advierten de la degradación progresiva del patrimonio común de la Humanidad: el planeta tierra.
La entronización de Obama a la primera magistratura mundial, ha dado signos de la preocupación que le suscitan los emolumentos desorbitados, de los más altos cargos de los Bancos rescatados de la quiebra con el dinero de los contribuyentes de aquel país. Como anécdota chusca del encuentro entre el presidente recién nombrado y los altos banqueros con los que se entrevistó, fue preguntarles por el medio de transporte con el que se desplazaron a Washington: la respuesta unánime fue con el jet privado. Otras indicaciones dadas por el presidente norteamericano y por otros mandatarios europeos , va en el sentido de fijar emolumentos máximos a percibir, no solo a funcionarios públicos para lo que les asisten sus facultades, pero también para algunos agentes de la economía privada lo que supondría la interferencia en lo más sagrados arcanos de la filosofía neoliberal.
Con todo, nadie se atreve ni a insinuar que pueda haber ningún cambio sustancial en los postulados del liberalismo económico, sería faltar al sagrado deber de mantener el lenguaje políticamente correcto por los responsables que actualmente rigen el mundo.
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