19 enero 2009

Alumbrando utopías

Nos preguntamos, quién, en uso del sentido común, y con los medios que lo permitan, vacilaría en elegir entre:
1º) Lavar sobre las piedras del río, o usar la lavadora.
2º) Usar el azadón para arar la tierra o recurrir al tractor.
3º) Trasladarse en diligencia o carreta de bueyes, o usar el avión, el ave, el coche...
4º) Someterse a los mantras o a las imposiciones del cacique en lugar de instruirse en la escuela, disfrutar de las artes, de los viajes...
Y así podríamos seguir hasta el infinito, describiendo los avances alcanzados a la vista de miembros de nuestra generación que vivimos para contar la situación de nuestro país a principios del siglo pasado, cuando la población era abrumadoramente rural y muchas ciudades eran puros villorrios.

Los avances descritos en el punto anterior, constituye el patrimonio del que disfrutan en nuestro país más de las tres cuartas partes de sus habitantes. En los años iniciales del siglo pasado alguien podrá aducir que un exiguo número de españoles desfrutaban de privilegios inherentes al eufemístico llamado derecho de pernada, que les situaban muy por encima de los demás. Para nuestra mentalidad esto era socialmente negativo, puesto que dichos hipócritas, eran los más entusiastas propagandistas de que Dios nos hizo a todos iguales, ¡bendita ironía!

Con los logros alcanzados: tanto materiales, como en la relación entre sí de los beneficiados por el progreso, existen agoreros que esparcen la cizaña catastrofista de que el mundo se precipita hacia abismos tenebrosos. Entre los dos avances habidos: los materiales y las relaciones humanas, creemos que los primeros son infinitamente más espectaculares y positivos en sus aportes: científicos, económicos, sanitarios, de comodidades para hacer la vida grata, etc,.Atribuimos al método científico mayor eficiencia y racionalidad para alcanzar sus objetivos; mientras que los procedimientos arcaicos empleados en las políticas de relación entre los humanos están lastradas por intereses creados de los beneficiados por herencia, que ponen todos los palos que pueden en las ruedas del progreso, celosos de conservar sus anteriores privilegios.

Proponemos atenernos a tres elementales conceptos filosóficos, que sin ser obra de la modernidad al tener dos siglos de vigencia, creemos que constituyen la piedra angular sobre la que podrá edificarse el progreso de la humanidad:
LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.

La LIBERTAD, contará con un auxiliar crucial para su difusión con los útiles del arsenal tecnológico: el ordenador, el teléfono móvil, las consolas, etc, ampliando el alcance de sus mensajes al ámbito planetario para difundir: ideologías, opiniones, sugerencias, propuestas, anhelos,... de miles de millones de internautas que serán interpretadas por los demoscópicos, de las que sacarán conclusiones útiles para contribuir a la gobernación de los pueblos. Las encuestas representan el útil por antonomasia para conocer a priori las tendencias de opinión de los votantes.
La amplitud de informaciones para abarcar: tendencias, sensibilidades, etc, de las miríadas de neuronas que emitirán sus mensajes a través de los ordenadores y demás medios informativos proporcionarán a las generaciones futuras un amplio abanico de opciones con el que enriquecer al más genuino de los órganos del que están dotados los humanos: “el cerebro” distintivo diferencial de los humanos con el resto de la naturaleza. El enriquecimiento recíproco de opiniones y gustos transmitido por las informaciones ubicuas, se traducirá en empatía por aproximaciones sucesivas de las comunidades humanas entre sí que se regirán por legislaciones comparadas, al aplicar la que mejor se adapte a cada país, en contraste con el secretismo y la desconfianza de los atrincherados tras las respectivas fronteras, que han sido el caldo de cultivo para engendrar guerras.

El comercio, como dinamizador de la economía real, que es la que produce los bienes y servicios que se compran y venden, es un sujeto de capital importancia de la vida de los pueblos, que con la globalización-internacionalización de las transacciones entre países lleva vías de transformarse en el flujo universal de bienes y servicios sin que medien interferencias que obstaculicen su libre circulación por todo el planeta.
Últimamente el mercadeo, se ha juntado con la publicidad como el mayor incitador al consumo de toda clase de productos y servicios que mantiene al público pendiente de sus múltiples y llamativos mensajes que han traído el actual despilfarro.

Una reciente estadística, indica que las compras por Internet se han incrementado en el último año en el 70%, de ser cierta esta tendencia, se reafirmaría la opinión de que los vendedores que aplican márgenes de beneficio desorbitados como lo demuestran con las rebajas de hasta el 70% tendrían los días contados, porque los productos de cualquier procedencia vendidos por Internet y homologados por un organismo oficial
serán genuinos y a precios directos del fabricante.
La publicidad comercial servida a través de Internet será a petición del cliente, que podrá elegir suministrador entre distintas ofertas, mientras que en la actualidad, los spots publicitarios martirizan a los todos espectadores de los programas mediáticos.

La IGUALDAD, hoy, es tema de rabiosa actualidad tras las atrocidades puestas al descubierto por la actual crisis económica, que ha aumentado el diferencial entre ricos y pobres de forma tan desmesurada que voces prestigiadas se preguntan si los super-ricos causantes de esta crisis, tienen conciencia de la angustia que genera el paro en las familias que sufren de esta situación que constituye uno de los mayores dramas de nuestro tiempo, que sus causantes celebran en orgías pantagruélicas.
La FRATERNIDAD, hoy proscrita como un término surrealista y/o marciano del que si no se hace chanza del mismo será por evitar el sarcasmo, a la vista que los enfrentamientos, las polarizaciones, los conflictos de todo tipo cubren el planeta, sería irónico tratar de romper moldes para defender la fraternidad entre humanos que solo es consentida a predicadores por que forma parte de sus rituales. No obstante, los efluvios que surgen del corazón de muchos bien-nacidos sería la mayor desiderata.