La OTAN en Afganistán
La conmoción mundial que ocasionaron los atentados del 11S, fue el leitmotiv de la intervención bélica de EEUU en aquel territorio que tuvo su continuación en la guerra de Irak. Ciertamente, el monstruoso hecho exhibido por los ubicuos medios informativos hasta el último rincón del planeta, justificaron la reacción de la primera potencia mundial, contra los talibanes de Al Qaeda, autores confesos de dicha acción provocativa.
Previo al episodio anteriormente descrito, el filósofo Huntington había publicado su tratado sobre el Conflicto de Generaciones, que eventualmente tiene su origen en la existencia de la ubicación del pueblo de Israel en su actual implantación, decidida hace 60 años por las Naciones Unidas. Mucho se ha especulado al respecto de las consecuencias derivadas de dicha decisión; que el pueblo judío, que se ha mostrado tan beligerante contra los islamistas, haya sido situado en medio de un mar de pueblos musulmanes, se corresponde con el término sanitario de tener un órgano cancerígeno en medio de un cuerpo sobre el que extiende sus metástasis.
Por supuesto no vamos a defender las virtudes actuales del Islam, que si bien para la España de la Edad Media, trajo un soplo de civilización superior al oscurantismo medieval de la Reconquista, justo lo contradictorio a lo acontecido en Afganistán, donde, la toma del poder por los talibanes ha supuesto el retroceso de progreso más notable acaecido últimamente en el mundo. En el Afganistán anterior a la guerra de los talibanes, tenía lugar un despertar de costumbres conducente a erradicar el oscurantismo religioso y acercar el país a la modernidad, con la igualdad de géneros que liberaban a la mujer del yugo del burka, incorporándola a la enseñanza, la sanidad y, en general, a considerarla como la persona humana que es.
La guerra librada por la antigua Unión Soviética, que perdieron frente a los talibanes armados por la CIA, significó la puntilla para la pérdida total del prestigio del Imperio Soviético, tocado mortalmente por el pulso militar y económico que libraron contra los USA. Resultaría sorprendente, que en estos días en que se está deliberando sobre el futuro de Afganistán entre aliados occidentales, que previo advenimiento de Obama, eran alérgicos a establecer cualquier contacto para colaborar con lo que se llamaba el Este, se prestaran ahora a tomar en consideración el ofrecimiento hecho por los países firmantes de la Organización para la Cooperación de Shanghay (OCS) de la que forman parte China, Rusia, los cuatro grandes países territorialmente del Asia Central con lazos con India e Irán, que han mostrado su buena disposición para coadyuvar en la resolución del espinoso problema para el resto del mundo que supone Afganistán, por medio de ventajas logísticas que podrían aportar con su proximidad geográfica que es crucial en la resolución de los conflictos locales.
La actual crisis financiera mundial, cuya iniciación ha tenido lugar en los EEUU, según ha reconocido el propio Obama y la incidencia que ha tenido en su elevación a la presidencia de dicho país, ha provocado el drástico cambio en los presupuestos políticos en las altas dirigencias mundiales, sin el que no se hubiera podido esperar una catarsis colectiva, del calado a la que estamos asistiendo esta semana.
Para ver la distancia entre los que ven la botella medio llena, y los que la ven medio vacía media un abismo: entre los que ven el futuro en gris y los que lo ven de color de rosa, el mismo que perciben el futuro catastrofista y los que confían en que los últimos avances alcanzados por la tecno-ciencia, informada por el conocimiento han sido tan dinámicos, rápidos y eficientes que desvirtúan el mensaje de los agoreros.
Los que avalan las guerras, los exorcismos de brujos, los defensores de la tradición que tratan de ofuscar la razón objetiva de hechos tan paradigmáticos como los que están teniendo lugar estos días, en que están reunidos los más altos dignatarios de mundo, sin que se hayan producido disensos del orden de los que tuvieron lugar previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial y los episodios de la guerra fría, causantes de infinidad de focos donde contendían dos bandos enfrentados.
El mundo en el que tienen lugar cambios copernicanos como los que representan la sustitución del unilateralismo de los neocons, con el multilateralismo consecuente con hechos tan evidentes e incontrovertibles como son el comercio internacional y los TIC (tecnologías de la información y la comunicación) que relativizan conceptos cruciales del pensamiento humano que obsesionaron a los antiguos filósofos como: el tiempo y el espacio. Una metamorfosis como la anterior, fruto de un hallazgo nimio como es el chip, permite arrumbar al desván de la historia, los prejuicios que nos encadenan a: costumbres, tradiciones, creencias, intereses, condicionantes,... que enturbian la visión del futuro esplendoroso que aguarda a las futuras generaciones donde se premiará: la audacia, la esperanza, la ética, la honradez el trabajo bien hecho, los servicios prestados al prójimo, mediante la puesta en evidencia de los: codiciosos, ambiciosos, mafiosos, ladrones de guante blanco amparados por los paraísos fiscales etc…, para lo que se pretende acordar y poner en aplicación los controles pertinentes, para evitar las infracciones.
El futuro es la página en blanco en la que caben todas las hipótesis imaginables, si en tan corto espacio de tiempo han tenido cabida cambios cruciales como los expuestos , ello da pié, para imaginar utopías que pueden traducirse en hechos que configuren una sociedad mundial: igualitaria, armónica, feliz, donde los valores señeros del espíritu prevalezcan sobre el ruin dinero entronizado por los empresarios, que mediante la economía, convertida en el factor predominante de dominio regido por mercaderes, que han sustituido a los gobiernos como garantes del bienestar etc,.. de sus administrados. Seguirá siendo inaceptable por el sentido común, que las entidades financieras que proporcionan los medios al sistema económico, con las preceptivas asignaciones para subvenir a las necesidades sociales de cada comunidad (como se han visto obligados los gobiernos para paliar la presente crisis) tengan que seguir siendo confiados a los aprovechados de toda la vida, depositarios de los patrimonios heredados, en ocasiones secularmente: como los duques de Alba, en detrimento de los méritos contraídos por cada una de las personas.
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