13 mayo 2009

Novedades emergentes

Aparece con reiteración en el debate político actual la denominación “emergente”, que se asigna a los países que últimamente han alcanzado éxitos económicos, partiendo de posiciones tercermundistas en el escala mundial que mide la riqueza.
El nuevo estatus económico alcanzado por los llamados países emergentes, es atribuible a la puesta en práctica por cada país, distintas entre ellos, propios de su idiosincrasia, empleado variados procedimientos para alcanzar dicho fin.

Las potencias económicas que ostentan el título de primer mundo, determinado por el PIB de cada país, parten de mediados del siglo XVIII con la revolución industrial y las teorías económicas de Adam Smith, Max Weber, etc. Es mucho el tiempo transcurrido desde que fueron sentadas las bases de una actividad crucial en la vida de las personas, cuando las transformaciones ocurridas desde aquellas remotas fechas en los comportamientos sociales, han experimentado cambios copernicanos en todos los órdenes de la vida.

Han habido otros intentos fracasados, que aportaban otros métodos para la aplicación de la práctica económica. Tras el tsunami producido por la presente crisis, algunos economistas se han aventurado a insinuar que sería oportuno pensar en una economía de mercado social y sostenible, pero que el capitalismo está tan arraigado que no hay peligro que tenga una muerte súbita como la que tuvo el comunismo.

No obstante, después de las fallas garrafales mostradas en la crisis actual por el capitalismo clásico, auspiciado desde las sedes de Wall Street y la City, donde se gestaron las aberraciones que permitieron a sus máximos gerifaltes a percibir emolumentos millonarios, al tiempo que las empresas gerenciadas por los mismos han tenido que ser rescatadas por los gobiernos de los distintos países con sumas astronómicas de dinero de los contribuyentes, para restituir la liquidez financiera dilapidada, que permitiera el normal desenvolvimiento de la economía productiva, provocando con ello el paro: la peor de las injusticias sociales, causante de desajustes crediticios, que llevaron a numerosas empresas a la quiebra.

Actualmente coexisten muchas modalidades económicas en el mundo, diferenciadas entre sí, por ejemplo: las que mantienen en la Unión Europea el estado del bienestar, diferenciadas de las neoliberales “neocon” partidarias de la economía salvaje exentas del menor control, la que en la posguerra propusieron algunos pensadores alemanes llamada “economía social de mercado” y la practicada por la China actual que los puristas no consideran en absoluto como economía de mercado, entre otras.

Las anomalías puestas en evidencia con la crisis actual, aconsejarían a los gobiernos como responsables del bienestar de sus administrados, que las entidades financieras de las que emana el flujo vital que alimenta a la economía productiva de bienes y servicios, que constituyen el principal soporte de la vida de las personas, estuvieran sometidas a la jurisdicción gubernamental.
Dando por sentado, que el método científico ha sido el motor de los espectaculares avances alcanzados por la humanidad en los últimos tiempos, no se comprende que la actividad que mayor incidencia tiene en la vida de las personas, como es la economía, no esté inspirada en sus principios: propuestas, análisis, estrategias, acopio de datos, información, plan piloto, exposición de resultados de las variables consideradas, consenso entre los equipos y puesta en aplicación de cada proyecto. Contrariamente al método científico, la economía avalada por el “liberalismo salvaje” que ha llevado a la crisis actual, --que por implosión del método empleado han aparecido las arcas vacías por dilapidación de activos, a lo que impropiamente llaman explosión de la burbuja – en los países donde se ha iniciado la crisis se reprobaba el método científico opuesto al principio “neocon” donde cualquier control que interfiera el principio del libre comercio constituía un anatema. En las reuniones del G-20 han preconizado aplicar controles gubernamentales a las economías.

Otras actividades de carácter estratégico, que tienen crucial incidencia en la vida de las personas, por imperativo del sentido común, tendrán que ser transferidas a la jurisdicción gubernamental. Ésta, a su vez, estará sujeta por imperativo democrático, al control de ciudadanos responsables que tomarán cartas a través de sofisticados medios tecnológicos puestos a disposición por intermediación de los portavoces de los medias, a los que les serán asignadas funciones cada vez más relevantes en el comportamiento armónico de los pueblos y sus habitantes.

La salud, la sanidad, la educación, subsidios varios, jubilaciones... ya forman parte en los países que forman parte de la Unión Europea. Sin embargo quedan muchos otros apartados sujetos al libre mercado, que deberían ser sometidos al control democrático como son: infraestructuras: del transporte, de la energía, de las finanzas, de las comunicaciones mundiales y estratosféricas, institutos de investigación, centros del conocimiento superior, urbanismo, vivienda, laboratorios farmacéuticos donde se fabrique los genéricos, investigación espacial y aeronáutica, garantías alimentarias, conservación ecológica y un largo etc, que surgiría de un análisis pormenorizado.
Por contra sería imperativo, dar toda clase de garantías al derecho libérrimo de los “freelancers” para tomar a su cargo todas las iniciativas imaginables avaladas por los poderes superiores previa presentación de un proyecto de viabilidad previamente aprobado, con los fondos requeridos para su desarrollo.

Estoy convencido de lo revolucionarios que parecerán a muchos las anteriores ideas, que no obstante podrían aportar beneficios inconmensurables a la paz de los espíritus sometidos actualmente a injusticias tan aberrantes como tener que estar sometidos en países como el nuestro, a tormentos físico-psicológicos como es la falta de un puesto de trabajo para cuatro millones de parados, que pugnan a través de largas colas y con eternas esperas para ver una luz que les libre del fantasma del paro que les corroe interiormente.