27 mayo 2006

Organización de Naciones Unidas

El ensayo que tiene lugar en la Unión Europea para la gobernabilidad del conglomerado de países que forman el viejo continente, podría servir de modelo para que la ONU tomara el testigo para aplicar legislaciones comparadas, en lo que debería ser su misión a nivel mundial.

El sistema democrático, cuya vigencia de casi dos siglos en los países que han marcado las pautas de la modernidad en la mayoría de las naciones, está dando evidentes síntomas de agotamiento. Por imperativo de la aceleración que imprime la tecno-ciencia a todas las actividades humanas, es comprensible que se produzcan virajes históricos cada vez más frecuentes en el tiempo, donde se advierten desfases que precisan ser corregidos.

La experiencia dice, que hasta aquí, Europa, que ha sido donde se han alcanzado las mas altas cotas del progreso humano; recientemente, las consignas dadas por los partidos políticos mayoritarios de los países más representativos del continente toman posiciones antagónicas, orientando sus estrategias en asegurar el éxito de los siguientes comicios, en lugar de atender lo prioritario que es el buen gobierno de sus administrados.

Distinta forma proceder al de los partidos políticos europeos, es el que se observa en las actuaciones de las dos grandes opciones de futuro a nivel mundial: EE.UU. y China, en las que se observan unidad de criterio político, en las actuaciones estratégicas de largo alcance que han sido objeto de planificación previa: EE.UU. que, mediante las cámaras legislativas, cuyos miembros investidos de gran influencia y continuidad para la función política, imbuidos de un patriotismo heredado de la epopeya del oeste, que les confiere un plus de superioridad por los éxitos alcanzados en todas las manifestaciones de la modernidad y China, cuya dirigencia radica en una asamblea investida de poderes plenipotenciarios, asistida por tecnócratas de todas las especialidades, constituye una novedad que solo se puede medir por sus resultados.

Las sucesivas etapas del trayecto recorrido para la integración europea, aún en curso de elaboración, concita, como todos los grandes virajes históricos, a un proceso concienzudo de aproximación de enfoques por las vías del consenso, cuya virtualidad cuando éste alcance la plenitud de expectativas de las partes implicadas, mediante la racionalidad de los argumentos empleados y la exposición de cuanto aspectos deban ser debatidos.

El recurso a la utopía es nuestra habitual coartada. El mundo actual, acelerado por el impulso incontenible de los hallazgos científico-técnicos que fluyen en cascada sobre el devenir cotidiano, exigen la adopción de praxis en progresión geométrica, a las instituciones que encauzan los comportamientos sociales, teniendo que proceder a la edición de nuevas normativas que encaucen los cambios impuestos por las innovaciones.

Las tendencias de futuro se orientas a la socialización galopante fruto de la gran facilidad para los contactos de todo tipo: audiovisuales: TV, cine, radio; acceso instantáneo a informaciones: teléfono móvil, Internet; desplazamientos físicos: automóvil, avión; turismo, migraciones, etc..
Todo ello contribuye a intercambiar: deseos, impulsos, aficiones, intereses etc..que son rápidamente asimilados por las nuevas generaciones instruidas y concienciadas culturalmente a que conduce al enriquecimiento mutuo selectivo, tomando lo que concita el mayor interés de los afectados, en detrimento de los prejuicios que han atenazado a las sociedades pretéritas sometidas a la ignorancia.

El otro gran aporte de la modernidad ha sido la facilidad para la producción de bienes y servicios puestos a disposición de los consumidores, que una vez sobrepasados los límites razonables se ha precipitado por la pendiente del despilfarro, permitiendo que unos exhiban el morbo de la ostentación, tirando productos al basurero para que otros no los puedan disfrutar. Tales comportamientos, que repugnan a la ética más elemental, deberán ser erradicados por mecanismos que surgirán de forma espontánea, cuando la publicidad comercial sea sustituida por homologaciones que den la apreciación objetiva de los productos y los precios sean el resultado de la eficiencia conseguida en los procesos productivos, deslocalizando las fábricas donde se den las mejores condiciones de competitividad abandonando los emplazamientos donde impere la práctica del despilfarro, que lógicamente no podrá competir con los lugares donde se practique la austeridad en un mercado genuinamente libre.

La revolución por antonomasia de las costumbres, tendrá que venir con la sustitución del dinero (factor al que se le atribuye una incidencia determinante, cuando objetivamente no pasa de ser un medio instrumental). El valor intrínseco del aporte personal al acerbo común humano, no puede ser otro que la “meritocracia” tan pronto se pongan a punto los medios potencialmente latentes en las tecnologías de computo, para atribuir a cada contribución individualizada el valor real de los servicios prestados, compensados con la puesta a disposición de cada beneficiario de cuanto tenga derecho a disfrutar y lo que para muchos es más importante, el reconocimiento social al que cada uno se haga acreedor por méritos propios.

La Institución a la que corresponde canalizar los mayores: medios, recursos y cerebros con los que cuente la humanidad, debería ser la Organización de las Naciones Unidas, como organismo de ámbito universal, destinado a asumir el encargo crucial de supervisar la marcha de los asuntos globales en sus líneas maestras. La globalización, signo característico del siglo XXI, requiere del órgano rector al que someter los grandes desafíos de la modernidad.
Los reinos de taifas que han caracterizado a la administración de los distintos países por el sistema de compartimentos estancos delimitados por fronteras, corresponde a métodos periclitados que el tiempo irá diluyendo para ser sustituido por enfoques racionales que hagan tabla rasa de los egoísmos de raza, casta, pertenencia, propiedad, etc,.. propios de instintos irracionales, destinados a afianzar la autoafirmación de los débiles.

A la ONU le deberían ser asignados los tecnócratas más calificados en todas las ramas del saber humano reclutados en todo el mundo, mediante el mayor “casting” conocido, a los que se concederían los mayores estímulos y atribuciones para satisfacción de sus apetencias, cuyo cometido consistiría en formar equipos multidiciplinares idóneos para acometer la exploración de las distintas regiones del planeta, en sus potencialidades latentes y aún no puestas en explotación y cuyos recursos son requeridos por la humanidad. El resultado de haber puesto al descubierto dichos recursos debería, hacer objeto de informes que debidamente analizados por las autoridades competentes, para determinar las prioridades para acometer la puesta en marcha de cada explotación asignando los recursos para ello.