Preguntas a un economista
La peculiar coyuntura económica en la que estamos inmersos, debe plantear algunos problemas a los especialistas del ramo, a la vista de ciertas aparentes anomalías que no se atienen con el sentido común, tales como:
Si se considera a la eficiencia como factor determinante para optimizar los resultados de la acción productiva, convendría tomar en consideración los siguientes condicionantes:
1º) Disponer de los equipos más modernos que existan en el mercado: maquinaria, automatismos, robots, etc,.para ser aplicados a las nuevos centros productivos.
2º) Tener el personal mejor formado para el desempeño de los cometidos asignados, que muestre total entrega a su trabajo sin la menor reticencia.
3º) Que las instalaciones cumplan con la condición de 'economía de escala'. La logística moderna minimiza los gastos de transporte, por lo que, las instalaciones tienden al gran tamaño y al funcionamiento continuo, al ritmo que los automatismos vayan sustituyendo a la presencia de personal que actuará a distancia.
4º) Las grandes factorías, contarán con los talleres auxiliares que les suministren just on time los insumos necesarios al buen funcionamiento, sin intermediar transporte ni almacenaje.
5º) Para asegurar la buena marcha de las factorías que requieran grandes cantidades de primeras materias, combustibles, etc,. los suministros llegarán en continuo por tuberías, cintas transportadoras, etc,...para evitar paradas intempestivas.
6º) Salta a la vista, que las anteriores condiciones para alcanzar cotas que tiendan a la optimización de los procesos productivos, solo se pueden dar donde exista una previa planificación, la disponibilidad de los factores antes apuntados entre otros y como requisito crucial, que las últimas factorías instaladas sean el resultado de un examen previo y concienzudo del comportamiento de fábricas precedentes de la misma especialidad.
La financiación requerida para la implementación de nuevos establecimientos fabriles, resultaba extremadamente onerosa para los países carentes de medios económicos, aspecto que ha sido resuelto mediante la deslocalización desde el lugar donde estaban previamente radicadas las fábricas a las nuevas implantaciones en los países emergentes, donde, los empresarios encuentran mejores condiciones laborales, amplitud de mercado, etc,.. sin que ello requiera aportaciones económicas por parte del país receptor.
Los países beneficiados por los nuevas factorías obtienen ventajas procedentes: por un lado, al contar con instalaciones provistas de la tecnología de punta (condición imperativa para todas las partes) y que no les ha supuesto un desembolso económico, asumido por los empresarios . Los beneficios obtenidos por empleo de mano de obra local más barata, más la recaudación de los impuestos sobre el rendimiento de las empresas, redunda todo ello en liquidez, para invertir en infraestructuras de las que están necesitados los países emergentes.
La balanza de pagos de algunos países que disfrutan de las condiciones apuntadas más arriba, acumula superávits de dos dígitos anuales durante decenios, que incide de forma notable en el crecimiento económico mundial, así como el de sus propios activos, constituyendo un factor distorsionante en el equilibrio cambiario de las monedas, puesto que, en el supuesto que alguno de los grandes especuladores financieros del tipo Soros se lanzaran a la compra de monedas que presentan condiciones idóneas para experimentar fuertes revaluaciones a corto plazo, aportando un flujo de monedas fuertes hacia los países beneficiarios, que bien invertidas en infraestructuras productivas, produciría crecimientos espectaculares sumando dos factores positivos como son: superávits en la balanza comercial y aportes de divisas, por la vía especulativa.
Siendo la economía un factor determinante en el crecimiento de los pueblos, no se puede negar la importancia atribuible a la deslocalización de instalaciones productivas desde el primer al tercer mundo, como medio para el necesario acercamiento entre las economías del despilfarro y las de la indigencia. Son muchas las voces sensatas que denuncian la dualidad existente entre la ostentación del despilfarro y la extrema pobreza en un mundo tan inter-relacionado como el actual, será difícil de mantener por mucho tiempo.
Desde la erección del muro de Berlín, que tuvo como finalidad la separación física de dos ideologías irreconciliables, ha sido denigrado y calificado de inhumano tal procedimiento que estamos viendo reproducido en Israel y ratificada su ampliación en la última campaña electoral por el partido ganador de los comicios, así como la extensión del otro muro existente en la frontera entre EE.UU. y Méjico. Estos dos últimos muros, justificados por diferencias económicas fundamentalmente, no han merecido las mismas descalificaciones del primero, siendo objetivamente mucho más sangrantes por incidir en la supervivencia física, más perentoria que por las ideas, a las que nunca en el devenir histórico de la humanidad se las había tomado en consideración frente al despotismo de los poderosos.
Si hay que esperar a la caridad y/o a la concesiones que de motu propio lleven a cabo los países ricos para mejorar las condiciones de extrema indigencia en que están sumidos los superpoblados países pobres, incapaces de poner en valor sus propios recursos por falta de conocimientos, organización y medios para revertir inercias seculares, que solo tendrán salida del impás en que se encuentran cuando los países ricos se aperciban que pueden ser invadidos por los que no tienen nada que perder, que su propia vida carece de todo valor cuando tantos jóvenes se alistan para ser inmolados por creencias y también los que en las pateras se embarcan en un destino incierto.
Hoy la humanidad está en posesión de los medios humanos y tecno-científicos para dar solución a las carencias existentes en un mundo en el que las comunicaciones instantáneas, sirven en todos los rincones del planeta noticia gráfica y verbal de cuanto acontece. La proliferación de armas y el conocimiento de la flagrante injusticia que supone el despilfarro de unos frente al hambre física de otros, no podrá ser contenida indefinidamente, llegando al convencimiento que un mínimo de solidaridad con los desposeídos, podría ser beneficioso para preservar la mayor parte de la ostentosa exhibición de los egoístas antropológicos.
Las ventajas que suponen las deslocalizaciones de los establecimientos industriales, se ejemplarizan en una anécdota de mi propia experiencia profesional. El delegado en España de una multinacional del vidrio en la que prestaba mis servicios, repetía a menudo que el mejor aliado de la industria era el bulldozer, empleado para demoler las fábricas obsoletas. En mi vida profesional presencié tres sucesivos sistemas de fabricación del vidrio plano: Libbey Owens, Pittsburg y Float Glass . Cada diez años, aproximadamente, era abandonado un procedimiento para pasar al más eficiente. Me imagino como se frotarán las manos los empresarios que aprovechan los traslados de sus factorías a los países del tercer mundo, para modernizarlas.
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