17 octubre 2006

Proliferación nuclear

El mayor peligro que puede abatirse sobre la humanidad, es la proliferación del arma nuclear fuera de control. Cuando en sus orígenes, el arma nuclear estuvo circunscrita a los actuales cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, se tenía la impresión generalizada, que el miedo recíproco que se tenían entre sí los que estaban en posesión de tan monstruoso ingenio capaz de acabar con la vida en el planeta, habían tomado conciencia de la responsabilidad que habían asumido. Cierto que en ocasiones se estuvo al borde del precipicio, pero al sopesar las consecuencias de emprender una acción sin vuelta atrás, evitó el cataclismo. Si llegara el caso de la proliferación del arma nuclear fuera del control de los organismos internacionales, la humanidad tendría motivos para caer en el peor de los nihilismos.
En el goteo de la extensión en la posesión del arma nuclear, el primer país que se sospecha que tuvo acceso a la misma, después de los cinco grandes, parece que fue Israel, si bien nunca asumido oficialmente. Luego fueron India y Pakistán, y por último Corea del Norte junto a la reiterada amenaza de que Irán la llegue a poseer. De seguir en aumento el número de países tenedores de arma tan diabólica, los habitantes de este planeta tendría fundados motivos para caer en el estado de angustia existencial generalizado.
Al que se ha dado en llamar el imperio de nuestro tiempo, ha contribuido en gran medida a la extensión del arma nuclear en los últimos países que la poseen: Israel, cuenta con uno de los arsenales armamentísticos (incluido el nuclear) más poderosos del mundo, que sería impensable sin haber contado con la ayuda de su gran valedor americano.
Pakistán, desempeño una función decisiva en la expulsión de los soviéticos por los talibanes en la guerra de Afganistán, que fueron pertrechados con todos los medios bélicos por los USA. Pakistán que cuenta con una dictadura militar apoyada por la gran potencia americana, obtuvo el arma nuclear y por reciprocidad su rival y vecina, la India, (enfrentados por la crónica guerra de Cachemira), que también accedió al club nuclear sin que ello despertara especial alarma en los medios internacionales, por las nuevas incorporaciones. La situación sufrió un giro crucial cuando por los efectos del 11S, Bush, que decía hablar con el altísimo, se permitió etiquetar como ejes del mal, a una serie de países en virtud de las prerrogativas que le daba el potencial militar de su país, invadiendo en primer lugar Afganistán con la aquiescencia de sus aliados para perseguir a los autores del 11S, si bien la estrategia del círculo duro del partido en el poder en USA, parece que perseguía menoscabar la influencia de la ONU en los asuntos mundiales para a la larga tomar su relevo: retrasos en el pago de las aportaciones que les correspondían hacer a los USA y las declaraciones de miembros destacados del círculo de Bush, como las del actual representante en el organismo internacional, Bolton, que dijo que en el edificio de la ONU le sobraban muchos pisos, eran signos que apuntaban en tal dirección.
Al poco tiempo, con el apoyo de solo dos jefes de gobierno afines, sin el consentimiento de la ONU y la oposición popular del resto del mundo mostrada en multitudinarias manifestaciones, los USA invadieron Irak con pretextos falsos, y con el uso de su aplastante potencial bélico fue un paseo militar. Las consecuencias de dicha acción sobre uno de los países titulados por Bush como ejes del mal han sido catastróficas: (650.000) muertes de civiles, destrucciones, y la exacerbación de odios que han incrementado el terrorismo islámico en la zona, crónicamente convulsa por la disputa palestino-israelí, cáncer político irredento durante más de 50 años.
El crédito otorgado a los USA por gran parte de la humanidad por los servicios prestados en todas los campos del progreso: culturales, científicos, artísticos, políticos, económicos, etc,.. han sido dilapidados por las desmedidas ambiciones de dominación de la actual dirigencia, después de la victoria sobre el comunismo simbolizada en la caída del muro de Berlín. El atentado del 11S, y las subsiguientes aventuras bélicas, han mostrado la faz fanfarrona heredada de la epopeya de la conquista del Oeste, del sector integrista de dicha sociedad en aspectos religiosos y patrióticos, que no sintonizan con la modernidad que se muestra más proclive al consenso por influjo de los modernos medios tecnológicos de comunicación e información que ponen en relación a todos los seres humanos que moran en el planeta en tiempo real.
Hoy con la prueba de una bomba nuclear en Corea del Norte, aparece de nuevo el fantasma apocalíptico de la proliferación nuclear. Para algunos observadores políticos, puede haber tenido sentido el hecho, de que el imperio ha atacado con especial saña, a la vista de las consecuencias tras tres años de guerra, a uno de los países llamados ejes del malIrak, a sabiendas, según se ha filtrado después, que no contaba con el arma nuclear y que ésta pueda suponer un freno a la invasión de los países que la posean.
Afortunadamente, parece que la reacción unánime de todos los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU ha sido la condena sin paliativos a la prueba nuclear norcoreana y a la espera de la adopción de las sanciones que correspondan al hecho, siempre que ellas no contemplen la solución militar desproporcionada, como lo fue la propuesta del general Mac Arthur para el empleo de la bomba nuclear en el mismo suelo de Corea en la guerra de los años cincuenta, que fue desestimada por el presidente Truman.