24 noviembre 2008

Pensando en el futuro

El espectáculo del descalabro económico al que estamos asistiendo tras las convulsiones iniciadas en Wall Street y su repercusión en la economía mundial, indican un antes y un después del comportamiento de las finanzas virtuales presumiblemente concebidas para contrarrestar la competencia de la economía productiva, desarrollada en los países emergentes.

Recientemente un alto funcionario económico de los EE UU de Norteamérica dijo: que debemos dar gracias a Dios porque gracias a los aportes de las economías de los países emergentes se tiene crecimiento del PIB mundial. Esta premonición ha sido ratificada por los hechos recientes que anuncian recesiones en cascada de las economías occidentales, otras, por el momento no se han visto tan afectadas.

Los eufemismos habitualmente empleados por los especialistas para enmascarar los hechos, terminan por parecer expedientes burdos para las masas ilustradas que por fortuna proliferan debido a la universalización educativa que se ha extendido como mancha de aceite y por la difusión instantánea de los acontecimientos que suceden en cualquier lugar por los media. La anterior introducción viene a propósito para poner en evidencia hechos irrebatibles como que una economía globalizada, iniciada hace algunas décadas por las multinacionales occidentales, ha servido de ejemplo a países emergentes con economías tradicionalmente austeras, con sueldos bajos y copiando tecnologías y gestión empresarial de aquellas, para ser más eficientes y competitivas que las de los países ricos que se han lanzado por el despeñadero del despilfarro, contribuyendo con ello a la degradación ecológica.

Si la Unión Europea, introdujo reglamentaciones mutuamente beneficiosas para sus miembros, haciendo abstracción de las fronteras para la libre circulación: del dinero, las mercancías, los servicios y los trabajadores, a fin de especializar las actividades productivas en función de las ventajas que ofrece cada ubicación: de yacimientos, clima, bellezas naturales, fertilidad, mano de obra, etc,..etc,..El resultado si bien aún incompleto, puesto que se avanza por sucesivas etapas de integración, ha producido efectos juzgados como satisfactorios.

Evidentemente, la especialización ha sido conceptuada crucial en las líneas de montaje donde se realizan las producciones industriales en serie. Pero el fenómeno más espectacular que ha caracterizado los avances del pasado siglo, ha sido el crecimiento exponencial de las producciones alimenticias, permitiendo nutrir a seis veces más habitantes en el transcurso de un siglo, pasando la población mundial, de tener 1000 millones de habitantes al inicio del siglo XX a más de 6000 millones al terminar dicho siglo. La población ocupada en labores agrícolas se cifraba en el 70% a principios del pasado siglo y en la actualidad en occidente es del 6%.

La economía de escala, consistente en optimizar los resultados de los centros fabriles en función de su tamaño, tiene capital incidencia en la competitividad. Sorprende que en España, las PIMES ocupan el 80% de la mano de obra del país. ¿ No será que estas empresas son minifundios similares a la economía de subsistencia propia de la agricultura de principios del pasado siglo, y requieran su adaptación?.

Al tiempo que las fabricaciones se automatizan y racionalizan, agentes productivos tomarán a su cargo otras prioridades, como la programación a corto, medio y largo plazo, planificando estrategias de futuro que optimicen el uso de los recursos disponibles en función de las prioridades que vayan apareciendo.

La operativa político-administrativa occidental vigente, considera axiomático que el liberalismo económico, no puede ser interferido por controles ajenos al mercado que debe ser el gestor único de la organización económica. La crisis actual, ha puesto en evidencia que toda organización racional que rige las relaciones entre los numerosos agentes que intervienen en la función económica, requieren: controles, contrapesos, contrastes, entre los distintos enfoques que origina toda gestión.

En la actual coyuntura, el símbolo viviente del liberalismo económico: el presidente Bush, ha solicitado la actuación de su gobierno para que acudiera con el recurso del erario público en auxilio de las instituciones de crédito que de haberlas dejado a su sacralizada independencia habrían terminado en la quiebra. Mayor descrédito para el defensor a ultranza de las virtudes del neoliberalismo económico no puede caber.

La doctrina basada en las virtudes del neoliberalismo, que tiene al mercado como el mejor proveedor de riqueza y justicia para los pueblos, debía ser desenmascarado en sus esencias estructurales al proclamar que la función de todo empresario es aspirar a obtener el mayor beneficio posible de su negocio. Si ello viene acompañado de que el dinero que es el instrumento básico para ejercitar la función comercial y que según la sentencia popular dice que todo lo puede comprar porque todo tiene un precio, el sistema no tiene ningún apoyo moral ni ético en que sustentarse.
La racionalidad, tendrá que acudir a otros expedientes en los que basar la acción de producir lo que los humanos demandan, que constituye la forma de redimir a los pueblos abandonados del planeta que permanecen sumidos en la mayor esclavitud: que es carecer de lo indispensable para disfrutar de una vida digna de ser vivida.