24 octubre 2013

Cambio de paradigma

La competitividad se ha conseguido mediante dos acciones principales: una, la racionalización de los procesos productivos a través de la tecno-ciencia, y/o por la austeridad y la laboriosidad aportada por los trabajadores. El boom más espectacular alcanzado en aumento de la competitividad, tuvo lugar con el advenimiento de la Ilustración donde por primera vez en la historia de la humanidad, se priorizó la acción de las neuronas a la de los músculos, al fijar la atención en el desarrollo de los procesos productivos, mediante la observación asistida por el conocimiento, a fin de mejorarlos con respecto de la rutina, imitadora de los rituales religiosos que todo lo basaban en la repetición de los dogmas inamovibles.

Los países beneficiarios del giro copernicano que supuso el cambio de paradigma en la dirección de los asuntos mundiales fueron, Inglaterra desde 1770 hasta 1956, con la pérdida del canal de Suez, en que cedieron el testigo a su sucesor anglosajón: EE.UU. de Norteamérica, que lo siguen ostentando hasta nuestros días. Lo cierto, es que tras la depresión de 1929, y la terminación de la Segunda Guerra Mundial con el tratado de Bretton Woods de 1944, en que fueron sentadas bases keynesianas para la regulación de los contratos laborales juntamente con la institución del dólar como moneda de referencia para efectuar los intercambios económico-comerciales entre los distintos países del mundo, lo que le dio el estatus de primera potencia mundial a los EE.UU.

En la economía moderna, con la institucionalización del neoliberalismo económico, que prioriza las finanzas virtuales basadas en la especulación, sobre la producción de bienes y servicios destinados a proporcionar bienestar y satisfacción a las personas, se ha optado por permitir la acumulación de sumas astronómicas de dinero en manos de una ínfima proporción de privilegiados unidos en lobbies, a los que se ha conferido la potestad de administrar por las instituciones de crédito en las que, los ahorradores depositan su dinero, que han alcanzado un valor muy superior a todo lo valorizable existente sobre el planeta Tierra, artilugio del que se valen los lobbies, que son los que manejan tan ingentes recursos, para gobernar bajo su férula, a la mayoría de personas y pueblos que constituyen la humanidad.

El dinero, un factor instrumental, concebido para facilitar los intercambios de las mercancías y los servicios destinados a las personas, se ha erigido en el agente con poder omnímodo que todo lo condiciona. No existe faceta alguna de la existencia material y de relación en la vida de las personas, que no esté afectada por tan nefasto instrumento, que distorsiona hasta límites inaceptables los comportamiento de las personas, que cuentan con otras sensibilidades más representativas, que elevan su condición racional a esferas infinitamente más consustanciales con las pulsiones del espíritu, que se sitúan en otra galaxia, diferenciada de forma crucial de lo material. La encrucijada en la que se encuentra el mundo actual, requiere la adopción de nuevos paradigmas que permitan a las personas desarrollarse de acuerdo con sus peculiaridades prístinas, propias de seres sobrenaturales, diferenciado de cuanto existe en la naturaleza como consecuencia su condición pensante. En los últimos tiempos han sido drásticamente alterados los efectos producidos en la naturaleza por la intervención humana, que debido al boom demográfico que ha incrementado la población del planeta de forma desmesurada, al punto de alterar su ecología y sus constantes geológicas que si no se ponen los medios para evitar tal desmadre, se pondría en peligro el equilibrio cósmico, que ha permitido su continuidad por espacio de millones de años.

En el apartado de la producción de bienes físico-orgánicos requeridos para satisfacer las necesidades y los requerimientos de las personas, parece que no existen límites al haberse alcanzado excedentes de todo superando la demanda, si bien en los aspectos anímicos, que son los que mayor incidencia tienen en el bienestar de los humanos existen grandes deficiencias que deberían ser subsanadas mediante la adopción de nuevos paradigmas conducentes a la racionalización de los comportamientos entre las personas con la finalidad de humanizarlos.

Ateniéndonos al tópico de “que la esperanza nunca se pierde,” queremos pensar que si apareciera un país con la suficiente entidad para acometer la ingente labor de iniciar un cambio de paradigma orientado: a eliminar el peligro del holocausto humano que supone la existencia del arsenal nuclear;… en disminuir las sangrantes diferencias que existen entre los que se permiten hacer ostentación con despilfarros para oprobio de los indigentes que también son personas a las que se debe otorgar la dignidad como tales;.. que se consiguiera que las Naciones Unidas, tuvieran agencias especializadas en los temas que afectan a la generalidad de las instituciones nacionales y a las personas, con autoridad reconocida por todos los países para la resolución de los litigios de mayor cuantía, que se presenten;… que se pongan los medios necesario para evitar agresiones al medio ambiente;… que exista una distribución del trabajo con ayuda de los medios informáticos para la distribución del volumen de trabajo, entre el número de efectivos con los que se cuente para desarrollarlo, con asignación del número de número de horas que permita eliminar el paro que es el mayor cáncer social;…esto que parece una utopía, con: la mecanización, los robots, y la racionalización de los procesos productivos , permitirán en pocos años, que los considerados como trabajos clásicos desaparecerán, siendo sustituidos por la infinidad de nuevas ocupaciones que están apareciendo.

No parece que los tiempos que corren se correspondan con las premoniciones o esperanzas expuestas, pero puestas en comparación los hitos alcanzados en tiempos recientes, con respecto al largo devenir histórico de la humanidad en que, predominó el inmovilismo, permiten abrigar fundados anhelos de mejora que inexorablemente permitirán a las nuevas generaciones, alcanzar nuevas cotas de perfección como colofón de acontecimientos que están teniendo lugar que van en el buen sentido.