Nueva ordenación laboral
La prolongada trayectoria alcanzada por el capitalismo en Occidente, ha permitido conformar las instituciones gubernamentales, al tiempo que ha modelado las mentes humanas a la conveniencia de los beneficiarios del sistema, haciendo con la mención democracia, un esperpento de los principios que emanan de sus enunciados : “de cada persona un voto” tan alejados de economistas como Stiglitz, que aseveran, que el 1% de los más ricos del mundo, mantienen el monopolio de los resortes de mando, sobre la mayoría de los habitantes de planeta, puestos al servicio de una exigua minoría, sirviéndose de medios espurios como son: el dinero, los ejércitos, la herencia, los multimedia,.. con los que someten bajo su férula, a los agentes que generan los bienes y servicios que son los trabajadores de todas las ramas de actividad en que se nos presenta el futuro, cuando la máquina, el robot y los ingenios puestos al servicio de los humanos, eliminarán toda actividad que no sea placentera a sus ejecutantes.
Situados en la tesitura expuesta en el punto anterior, las personas bien formadas por los ingenios informáticos al uso, que serán oportunamente asimilados por las futuras generaciones, por el espontáneo afán despertado en los humanos de asimilar nuevos conocimientos para desarrollar actividades que conducen a la realización de cada uno en función de sus preferencias, facultades,.. se crearán por generación espontánea, grandes y variopintos yacimientos de trabajo, orientados al bien recíproco de las personas, puesto que por lógica aplastante, si los ingenios artificiales son destinados a producir lo que las personas demandan para dar satisfacción a sus exigencias vitales, que en los humanos vienen determinadas, más que para dar gusto a sus apetencias físicas, se orientan a estimular punciones anímicas que despiertan los sentimientos que pugnan por alcanzar: notoriedad, fama, reconocimiento por los demás, de los servicios prestados a la sociedad a la que se pertenece, así como al mundo globalizado actual, en el que las aportaciones personales, se propagan a nivel planetario y son participadas por todos los demás.
Los escándalos provocados por: las guerras, la corrupción, la codicia, las injusticias que se producen para que los intereses bastardos de unos pocos produzcan perjuicios a las mayorías, no tendrán razón de ser en sociedades ilustradas, en las que el buen juicio proporcionado por el conocimiento ampliamente difundido y participado por mayorías ingentes de humanos, que a través de los promiscuos servicios de difusión llegarán a todos, siendo asimilados por el apetito despertado por abrir los ojos a todo lo novedoso y enriquecedor de las aspiraciones prístinas del espíritu humano, interesado en participar de todo lo existente sobre la faz de la tierra, mediante la asimilación neuronal de los inconmensurables tesoros generados por quienes nos precedieron en la historia del homo sapiens, en el proceso de perfeccionamiento culminado por las generaciones que nos seguirán encargadas de poner al alcance los instrumentos que les permitirán el disfrute de cuanto genera la naturaleza con el complemento de la contribución humana para su implementación hasta el paroxismo.
La situación en la que aún nos encontramos actualmente, es de trance generacional entre los presupuestos establecidos para subvenir a unas necesidades de escasez de medios físicos e intelectuales, que incitaban al acopio de lo poco existente, por los más aptos para alcanzar los fines de sobrevivir a la escasez, contrariamente a los instintos irracionales, que aplican la ley de la selva, atribuible a dar rienda suelta a los instintos desbocados, para satisfacer las necesidades apremiantes, mientras que la racionalidad se orienta a la concienzuda planificación de las acciones a emprender mediante proyectos bien elaborados, por especialistas calificados en cada rama de actividad. Es a partir de la tesitura en la que la humanidad se encuentra actualmente, cuando deberán ser tomadas la generalidad de las nuevas orientaciones laborales, para revertir las actuaciones de las actuales minorías capitalistas, que han tomado las riendas del poder por los medios espurios citados más arriba, causantes de las crisis cíclicas de los negocios económico-financieros, que solo benefician a sus promotores, al tiempo que provocan la tragedia que supone el desempleo, que supone el único recurso de supervivencia de las mayorías trabajadoras, sujetas al albedrío del empresario que contrata, al que se le dan las atribuciones requeridas para ello, en períodos de crisis, como la que atravesamos en España, donde los favorecidos por herencia y padrinos, en lugar de habérselo ganado por méritos propios, son los que disponen, de la llave para permitir la supervivencia de los demás, radicada en el trabajo como último recurso.
Las sociedades que tienen visión de futuro, se orientan al internacionalismo, que consiste en la intermediación de los potenciales con los que cuenta cada país para intercambiarlos con otros países que necesitan de los mismos. Llegado el momento actual, en que la racionalidad asiste a las mentes de los que dirigen los asuntos mundiales, en lugar de apelar al recurso de las armas como hacían nuestros ancestros para apropiarse de los países vecinos, hoy se recurre más a intercambiar recursos y conocimientos para potenciar y enriquecerse recíprocamente entre países.
El mayor activo de los países reside en el conocimiento acumulado por sus naturales, que ha permitido desde las primeras luces aportadas a las mentes por la Ilustración, alcanzar altas cotas de productividad humana apelando a las neuronas en sustitución del músculo. La racionalización de los procesos productivos obedece a las aportaciones hechas por los centros de investigación y quizás en mayor grado en las ideas alumbradas por los propios ejecutantes: los trabajadores, desde su observación directa de los procesos productivos, máxime cuando dichos agentes están bien formados con arreglo a lo que han sido: sus preferencias, aptitudes y vocación para el desarrollo de cada actividad específica, a la que favorece mucho, la actitud cooperativista de considerar el trabajo como parte esencial de su interés en lo que está haciendo, en lugar de la diferenciación de clases, denunciado por Marx en los inicios del capitalismo que se están reeditando actualmente en España y otros países periféricos de la Unión Europea que están sufriendo las consecuencias de la pérdida de salvaguardias antes aseguradas por el Estado del Bienestar, que están siendo suprimidas paulatinamente por los gobiernos neoliberales que gobiernan en Occidente y que son objeto de quejas callejeras sin precedentes que llenan las calles, como único medio de protesta, a la que los gobiernos de derechas contestan con leyes más duras para reprimir cualquier contestación popular mayoritaria en las encuestas de opinión.
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