05 noviembre 2006

Elecciones catalanas

Lo más negativo de dicha consulta ha sido la baja participación, que denota desidia y nulo sentido de responsabilidad de un pueblo, que pretende dar ejemplo de civismo y modernidad, aduciendo su mayor proximidad geográfica con la Europa de la que nos tuvieron aislados y que ha supuesto el mayor revulsivo de costumbres desde nuestra integración a la misma.
La elaboración del Estatuto Catalán tuvo un recorrido traumático en toda su tramitación, por ser el primero en afrontar las actualizaciones tras un cuarto de siglo de vigencia de los primeros estatutos derivados de una constitución bisoña, distinta de los países en que había instituciones democráticas consolidadas. La constitución alemana, que surgió de una situación similar a la nuestra ha tenido 50 actualizaciones; la nuestra parece intocable y por consiguiente los nuevos estatutos han tenido que suplirla.
Con los preliminares del nuevo estatuto y por efecto de las elecciones autonómicas que lo precedieron tuvo lugar la entronización del tripartito después de 23 años del gobierno de CIU. La gobernación del tripartito, sometido a numerosas vicisitudes que desembocaron en la ruptura y convocatoria de las presentes elecciones, fue muy productivo en la aplicación de decisiones de carácter social, como corresponde a un gobierno de izquierdas también llamado de progreso. Maragall dijo en pleno maremagno de la discusión estatutaria, que su gobierno iba como una moto, refiriéndose a la cantidad de acuerdos tomados por el nuevo gobierno de progreso.
El resultado de estas elecciones permite tal combinatoria de gobierno que los próximos días o semanas darán lugar a todas las especulaciones imaginables, (aportando por nuestra parte una más), con toda seguridad la menos verosímil, que creemos sería la menos mala para Zapatero, tras el desliz que le ha supuesto el haber promocionado a Montilla. Las decisiones tomadas por el tripartito en sus tres años de gobierno han sido fructíferas para los intereses de la izquierda en Cataluña y su más acérrimo defensor ha sido Saura.
El tripartito es el que presenta menos aristas para su inmediata aplicación con los resultados obtenidos. No se le puede poner ningún reparo sobre su declarada y constatada vocación de izquierda. La mejor garantía de fidelidad a dichos principios, demostrados en su dilatada biografía es la de Joan Saura, adalid de las causas más nobles, cuyo comportamiento en la defensa del interés general para alcanzar consensos en medidas para favorecer a los más necesitados, su talante intachable para limar asperezas entre las distintas formaciones políticas ideologías e intereses, harían de Saura el mejor presidente para la actual coyuntura; presenta el perfil más bajo entre los posibles candidatos, el más idóneo para bajar el diapasón de la tensión política a la que el PP somete al país, causa para mi determinante del descrédito en que ha caído la política.