11 febrero 2007

Unión europea

El interés mostrado por la canciller alemana, (a la que corresponde la presidencia de la Unión Europea durante el primer semestre del 2007) en resolver el gran tema pendiente derivado del rechazo del referéndum de la Constitución Europea por Francia y Holanda permite abrigar esperanzas, confiando en el peso específico que tiene Alemania. En su medio siglo de existencia la Unión Europea, ha tenido que afrontar problemas de parecida entidad de los que hasta este momento ha salido airosa.

Se tenía a los EE.UU. como socio fiable en el devenir de todo el siglo XX, con los intercambios trasatlánticos beneficiosos para ambas orillas, en la totalidad de aspectos que justifican el bien mutuo que redundan en el progreso. La aventura emprendida por el imperio en Oriente Medio muestra su cara más peligrosa al sobreestimar las posibilidades de su máquina bélica como el instrumento idóneo para la resolución de los conflictos internacionales. Se tiene la sospecha que el estamento político de aquel país, no puede cuestionar las decisiones guerreras tomadas por su comandante en jefe (el presidente) so pena de ser acusado de antipatriota.

Los desorbitados presupuestos destinados al presupuesto militar de los EE.UU. de medio billón de dólares, al tiempo que se rebajan los impuestos de los más ricos, así como las asignaciones destinadas a los ya menguados servicios sociales de dicho país, justificadas por las guerras en curso, muestran la disparidad de criterios con las pautas seguidas por la Unión Europea que sigue manteniendo el estado de bienestar por la vía redistributiva de los impuestos, al tiempo que disminuye el monto de sus presupuestos militares, para dar más cancha al diálogo, la negociación y el consenso, para la soluciónar los conflictos.

Se magnifica el poder real de los EE.UU. por el brillo de los útiles de guerra de que hacen gala, si bien la historia que tiene sus tempos, prestando atención a los acontecimientos, vemos que las acciones bélicas emprendidas por el imperio en el Extremo Oriente han desembocado en la pérdida de intereses en la zona, así como en América Central y del Sur. Si la aventura en curso en Oriente Medio resulta fallida, puedan alumbrarse cambios drásticos en la geoestrategia mundial, para erradicar el riesgo que supone el recurso a las armas, que puede degenerar en el uso de las de destrucción masiva, con riesgo de holocausto universal.

El tema de mayor enjundia que se le plantea a la humanidad según el parecer de muchos entendidos, es el efecto invernadero y su consecuente cambio climático. La Unión Europea es el organismo más idóneo para intentar acometer su resolución, y/o mitigar sus efectos. Ni los individuos pueden tomar medidas efectivas al respecto, ni los gobiernos aisladamente pueden impedir que el CO2 respete fronteras. La U.E. tiene condiciones para coordinar la acción de un conjunto de países que cuentan con instituciones que permiten elaborar directrices de obligado cumplimiento por parte de los tecnócratas más cualificados para acometer la tarea más acuciante de nuestro tiempo: evitar y/o atenuar las consecuencias adversas del cambio climático mediante la aportación de los medios necesarios para ello, y disponer de las instancia jurídicas para castigar a quienes hagan empeorar la situación.

Sería suicida, que una vez emitido un diagnóstico fiable de las consecuencias que se podrían derivar de no actuar con celeridad y la puesta a disposición de los medios necesarios para hacer frente a riesgos evidentes. Los considerables presupuestos de que ha dispuesto la U.E. para promover campañas mutuamente beneficiosas para el conjunto de sus miembros coordinados con la economía y mediante su ya experimentada máquina jurídica, hacer cumplir lo acordado.
La constatación de que actualmente los gobiernos están supeditados a la economía, que se superpone a los intereses nacionales como se está verificando estos días con la opa de E, ON a Endesa, la resolución del problema del cambio climático no puede ser confiado a la acción del mercado que no entiende de inversiones que no respondan a la rentabilidad. Dos cuestiones tan capitales como son: el riesgo del empleo de armas de destrucción masiva si se sigue con la práctica aberrante de las guerras y la eventualidad de sufrir catástrofes como las anunciadas por los investigadores de las consecuencias derivadas del cambio climático, son dos señales de alarma universal que sería suicida el que no sean tomadas en consideración, poniendo los medios para ser evitadas.

Sabemos de antemano que se nos tachará de utópicos, clamando como siempre en el desierto mediante la reiterada obsesión de que el mercado no constituye la panacea para el conjunto de la humanidad sino procurando el beneficio de minorías, que han prevalecido a lo largo de la historia adecuando sus estrategias a cada coyuntura. El momento en el que estamos inmersos, en el que mercado ha beneficiado a sectores de la sociedad, mediante el expediente darwiniano de apartar a masas mayoritarias de los beneficios del progreso, cuyo potencial implícito podría erradicar la pobreza hacer factible la solidaridad. Por el contrario, los efectos del mercado han expuesto a la humanidad a la espada de Damocles de dos plagas apocalípticas: las armas de destrucción masiva y el cambio climático.

Llegamos a la conclusión de atribuir al mercado las funestas consecuencias del mensaje que ha calado profundamente en el subconsciente colectivo de sus beneficiarios, consistente en dar amplia publicidad, mediante los poderosos medios con que cuenta este medio, para incitar al consumo desorbitado que ha desembocado en el despilfarro so pretexto de que el consumo es el motor que mueve la creación de riqueza, al tiempo que se escuchan mensajes contradictorios como los expresados por la mayoría de los habitantes de la U.E. contrarios a la guerra de Irak, así como el clamor de los ecologistas comandados por el que debía haber sido presidente de los EE. UU. (Al Gore), para reducir el consumo de energía, producto estrella, que genera el cambio climático.

La filosofía aún en boga, de que por efecto de las virtudes del mercado la humanidad había alcanzado el fin de la historia, aparte de ser una boutade: ¿ quien puede condenar a la mente humana a secar los flujos de la imaginación orientados al progreso. ¿ Por el contrario la obtención de la máxima eficiencia en todos los procesos productivos, que aproxime lo más posible a la optimización de resultados es positivo desde cualquier enfoque objetivo.
El mercado tiene aspectos positivos: incentiva la adrenalina para la búsqueda de oportunidades en actividades no atendidas que tienen futuro, etc.., si bien comporta aspectos tan nefastos como puedan ser los beneficios adquiridos mediante las finanzas virtuales, desatender las inversiones que, siendo vitales para la sociedad no generen beneficios, que son la razón de ser de los negocios, comer el coco de los consumidores compulsivos, mediante publicidad engañosa que consigue multiplicar los márgenes comerciales, poner las patentes de los grandes oligopolios fuera del control de las autoridades competentes para hurtarlas al beneficio general etc.., Convendrá arbitrar instrumentos de gobierno mejorados, confiando en que el imparable fluir de ideas las neuronas humanas alumbren el milagro.