17 abril 2007

Arbitrariedad

Formando parte de la camarilla de neocons que encumbraron a Bush a la presidencia de los U.S.A., Wolfowitz, fue uno de los principales ideólogos que concibieron el plan orientado a transferir al gran país americano las más altas atribuciones para dirigir los destinos mundiales.
Los antecedentes que llevan a afianzar la sospecha de la pretensión hegemónica del coloso americano, se encuentran en el desaforado gasto militar, que contribuyó al debilitamiento económico de su opositora en la guerra fría, la URSS, que pretendió equipararse en potencial bélico con la superioridad económica americana, sin recursos para mantener el envite.
La guerra de Afganistán fue la gota que colmó el vaso de la incipiente claudicación soviética, frente a su opositor, por las consecuencias que produjo la catarsis nacional con la humillante derrota frente a un enemigo ínfimo, comparado con la monumental victoria frente a la bestia fascista que supuso la exaltación de la moral del pueblo soviético: la que denominaron la gran guerra patria.
Los talibanes, que surgieron de la victoria sobre la antigua Unión Soviética gracias al apoyo incondicional de los U.S.A. materializado con la provisión de pertrechos bélicos de todo tipo y con el apoyo logístico islamista, incluidos los reclutas aleccionados para inmolarse en la guerra santa, que irónicamente han materializado los mayores descalabros a su protector americano con el 11S y la guerra de Irak.
Wolfowitz, posiblemente, como compensación a los servicios prestados a la causa neocon, se le asignó la presidencia del Banco Mundial, del que asimismo es director Rodrigo Rato. En su calidad de presidente de la entidad económica que tiene el ostentoso título de mundial, que tantas connotaciones debe tener para uno de los cerebros que concibieron fórmulas para la gestión de los asuntos planetarios, ha decidido de motu propio subir las asignaciones de su novia, o lo que sea, por encima de las de la misma Condy.
No es de extrañar, que sujetos tan influyentes de la actual administración U.S.A., como el tal Wolfowitz, se atribuyan facultades para disponer de fondos económicos ilimitados, puesto que la reducción de impuestos para los más ricos del imperio ha sido tan escandalosa, que el diferencial entre el sueldo medio en dicho país y el delos más ricos ha pasado de ser de 40 veces a 400 veces que es actualmente.
El reinado de los neocons, encumbrados gracias a instrumentos espurios: como las finanzas virtuales consistentes en malabarismos para eludir las antiguos presiones sindicales, como el capital riesgo, que adquieren empresas para sacarlas de las bolsas de valores saneándolas a expensas del personal excedente, que sustituyen por equipamientos más sofisticados con los que hacer las empresas más competitivas aumentando su productividad, a pesar de lo cual se ven obligados a deslocalizar fábricas a países con mano de obra más barata.
Mediante sus clásicos artilugios experimentados en largos años de dominio social, el capital sigue rigiendo los destinos sociales del mundo, con malabarismos que consiguen que las finanzas y la comercialización se hagan con la parte del león de la generación de los frutos que en justicia deberían asignarse : al esfuerzo, al trabajo bien hecho, al ingenio que alumbra las mejores soluciones para superar lo existente para obtener mayor eficiencia de los procesos productivos recuperando la justa ecuanimidad de los resultados para los agentes del trabajo físico y/o mental, en detrimento de los que ostentan la propiedad de los medios de producción, en la mayoría de los casos mediante la constitución de lobbys, oligopolios, contactos sociales de altura, en detrimento del mérito atribuible a los tecnócratas de los que se valen, para la mejor administración de sus empresas