23 septiembre 2007

A vueltas con el urbanismo

Aprovechando la vuelta a la actualidad del caso Terra Mitica por la supuesta implicación de Zaplana en el mismo, traemos a colación a otro parque temático, esta vez, se trata del Parque Warner ubicado en la Comunidad de Madrid, que participó en su financiación inicial, y en enjugar las subsiguientes pérdidas de explotación así como en la provisión de las infraestructuras de transporte necesarias para los clientes. Además de las facilidades anteriores, la CAM, eventualmente previendo que podían emular a la Disney parisina, adquirió grandes extensiones de terrenos adyacentes para hoteles, comercio, etc, y se sospecha que pensando en lo exitoso que ha resultado el precedente antes citado, la CAM ha dispuesto la provisión de calificacion de terrenos para la ubicación de residencias de lujo alrededor del parque temático.
La ley del suelo del PP, que estipulaba que cualquier terreno que no formara parte de las reservas de protección medioambiental, podía ser urbanizable, despertó la fiebre del boom urbanístico consistente en recalificar extensiones ingentes de terrenos agrícolas cuyos precios (en el centro peninsular) son irrisorios, en urbanizables con lo que su valor fácilmente se centuplica. La plusvalía no repercutía en los antiguos propietarios agrícolas, sino que, los intermediarios informados con antelación por las autoridades facultadas para llevar a cabo las recalificaciones de los terrenos, se hacían con la propiedad de las fincas agrarias, con precios atractivos para el vendedor respecto de los que regían en la agricultura. Los especuladores urbanísticos se valían de testaferros con credenciales de empresarios agrícolas, que a su vez los transferían la propiedad de los terrenos a: urbanizadoras, Bancos, intermediarios financieros, etc, agentes, que en el caso de la periferia de Madrid han amasado ingentes fortunas al repercutir en las viviendas construidas una media del 60% de valor total de cada piso, al solar o superficie sobre la que las mismas estaban edificadas, contando que sobre un mismo terreno, se construyen varias alturas. Lo expuesto, ha constituido el mayor expolio legal a los compradores de viviendas, en beneficio de especuladores del suelo urbanizado, por los métodos espurios antes descritos.
Marbella constituye el caso más paradigmático, sobre los extremos a que puede llevar la corrupción institucional de un ayuntamiento, cuando bajo el manto de la impunidad democrática, el dinero, condicionaba los resultados de las urnas, como en tiempos predemocráticos en los que el cacique disponía del voto de sus siervos bajo la amenaza de quitarles el pan de la prole. Las sumas astronómicas generadas por la corrupción urbanística marbellí, permitieron: formar gobierno municipal por un partido "ad hoc", capaz de corromper a jueces, fiscales , notarios, registradores de la propiedad, agentes de la autoridad, las llamadas fuerzas vivas de la sociedad, dando entrada, acomodo y todas las facilidades a las mafias rusas para blanquear los dineros arrebatados a los trabajadores de su país con la impunidad de los gobiernos de su transición al capitalismo. Si los actuales procesos judiciales en curso expusieran a la luz del día toda la inmundicia acumulada durante los gobiernos Gil y sucesores, constituiría el mayor stríptease colectivo del sistema corrupto que permite tamañas aberraciones.
Afortunadamente la sociedad española actual dispone de mecanismos compensatorios que permiten enmendar actuaciones como las del punto anterior, permitidas por leyes inspiradas en el neoliberalismo conservador que defendía que toda cortapisa impuesta a la iniciativa individual generaba alarma social por medio del intervensionismo estatal. Estos días, se ha hecho público un proyecto de ley que permitirá en breve plazo, que tengan una vivienda digna (como dice la constitución) los jóvenes que se quieran emancipar de la tutela familiar. Precisamente es el Estado el que cuenta con instrumentos fiscales que permiten orientar los comportamientos de forma racional y equilibrada para imprimir improntas de moral, ética y solidaridad, a sus administrados en contraposición a las arbitrariedades de las acciones expuestas más arriba. Si el boom de la construcción de viviendas en España ha traído trabajo y desarrollo económico por el efecto multiplicador de las múltiples actividades que genera, paralelamente ha supuesto un inmovilizado en varios millones de pisos vacíos destinados a la especulación que solo el Estado puede incentivar con medidas fiscales a que sus propietarios para que los destinen al alquiler para sacar rentabilidad social de los mismos en lugar de mantenerlos durante años vacíos a la espera de las subidas desproporcionadas que han tenido en los últimos años.
Si la economía atendiera más a la rentabilidad social que a la económica, sin duda alcanzaría mayores cotas de felicidad para los ciudadanos de las comunidades humanas administradas por cualquier Estado, que es el que deberá rendir cuentas a la historia de sus actuaciones. El fenómeno de la especulación urbanística en España ha reportado los mayores dividendos a los especuladores, que se pueden considerar parásitos sociales atendiendo a sus nulas aportaciones al progreso del país del que se nutren sus abultadas arcas. Pongamos en paralelo las inversiones en I+D, que por ejemplo reportan a Alemania el prestigio de la calidad de sus fabricados que aseguran el flujo constante de sus exportaciones por contar con un sistema organizativo vertebrado en todo el proceso productivo, que lo sitúa más a cubierto de turbulencias económicas que tener pisos vacíos durante años y años como se pueden contemplar en Barcelona en la urbanización construida en los terrenos del antiguo campo del Club de Futbol Español en el que sus propietarios (evidentemente especulativos) no se dignan ni tan siquiera limpiar los cristales que tienen mierda depositada de más de quince años de antigüedad. El consejo de la Unión Europea de Lisboa 2000 hacía recomendaciones incitando a ser más competitivos mediante inversiones selectivas.
Otro signo de lo anacrónico que hiere la sensibilidad del más obtuso, lo vemos en el barrio de Chamberí de Madrid donde los espacios verdes son inexistentes; con ocasión de ser liberado por la compañía municipal de aguas de aguas de una amplia parcela de terreno reclamada por parte de sus residentes para que fuera destinada a parque público, los regidores municipales lo han dedicado a campo de golf, cercado con una verja altísima, para solaz exclusivo de sus socios, amparándose quizás, en consultas demoscopias favorecedoras de sus clases mayoritarias.