04 septiembre 2007

Cambio de ciclo histórico

Los signos que aparecen en los años iniciales del siglo XXI, anuncian un cambio de ciclo histórico similar a lo que supusieron: el Renacimiento, la Reforma, la Ilustración, la Era Industrial,... como metamorfosis más representativas de la historia reciente. Dos fenómenos que en nuestra opinión avalan esta tesis: el repudio de las guerras como expediente legítimo para la resolución de contenciosos entre paìses, y que el capitalismo sea el sistema económico más idóneo para alcanzar la eficiencia y la mayor satisfacción de las aspiraciones de los administrados.
Ambos fenómenos expuestos en el punto anterior, han tenido su ratificación en el nuevo siglo. El 11S, puso en evidencia que el mayor arsenal bélico conocido, con el aporte decisivo de poder destructivo que le ha dado la tecno-ciencia actual, capaz de destruir todo atisbo de vida existente sobre el planeta, no ha podido someter a sus designios a dos pueblos considerados entre los menos dotados de potencial militar, para hacer frente a la mayor superpotencia armamentística de la historia.
El sistema económico capitalista, que tras la caída del muro de Berlín proclamó el Fin de la Historia, con la exaltación del liberalismo económico por los " neocons" que tuvo su época dorada durante las dos últimas décadas del siglo XX. Últimamente, el neoliberalismo es contestado por economistas de izquierdas que tras la debacle del comunismo, habían abdicado de sus principios ideológicos comunitarios. En efecto, los sistemas económicos en los que los Estados administraban más del 50% de los presupuestos de los países occidentales, mediante la nacionalización de las empresas denominadas estratégicas, procedieron a la venta de dichas empresas a la iniciativa privada, que aparentemente en aquella coyuntura de descrédito de la URSS con su puesta en práctica de un igualitarismo contranatura, era lógico aceptar que la mayor eficiencia radicaba en la clásica empresa capitalista.
La práctica económica en los últimos años ha demostrado, que un país auto- denominado comunista, con aplicación de prácticas económicas heterodoxas, donde se tolera la iniciativa privada bajo un rígido control estatal, en que el Estado retienen mediante la modalidad de "join ventures" el 51% del capital de las empresas que se establecen, que ofrece toda clase de estímulos y facilidades que resultan atractivos para las empresas foráneas, contribuyendo con ello a engrosar las arcas del país receptor que mediante crecimientos exponenciales del PIB, ha dado con la formula idónea para que los países atrasados puedan salir de la pobreza y liberarse de la servidumbre a que han sido sometidos por el capitalismo depredador.
La importancia atribuible al cambio de ciclo histórico, radica en que los crecimientos exponenciales de la producción de bienes y servicios alcanzados en el último medio siglo, atribuibles en gran medida a los adelantos aportados por la tecno-ciencia, han sido rentabilizados por los actores económicos llamados empresarios que se han atribuido el mérito de los resultados, cuando el mayor aporte ha sido de los tecnócratas y ejecutantes ( obreros ) que con su ingenio y sudor han contribuido al espectacular enriquecimiento de los medios disponibles en el conjunto del planeta.
El efecto distorsionador que empaña las metas alcanzadas por el progreso material, estriba en el injusto reparto que se hace de los frutos alcanzados por las colectividades humanas, que presentan hechos anecdóticos tan llamativos si no fueran sangrantes, como el que hoy aparece en los media de todo el mundo: consistente en que un operador de fondos especulativos ¡legalizados! en Waal Street, gana de media cada diez minutos, lo que un trabajador de sueldo medio del mismo país, gana durante todo un año. Para el sentido común, resulta tan aberrante el hecho anterior como la igualación de percepciones que se decía que aplicaban en la antigua URRS, para toda clase de actividades desincentivando los esfuerzos.
Se atisban en lontananza cambios políticos en numerosos países orientados a una más equitativa distribución de los beneficios del progreso. Amplias zonas del sudeste asiático están saliendo del atraso secular producido por el colonialismo, así como Latinoamérica, que emite señales de querer liberarse de la opresión ejercida sobre todos sus pueblos por el imperio del norte que en declaraciones institucionales se ha atribuido la tutela del patio trasero sobre el que ponía y quitaba los mandatarios de su elección. A este respecto es esperanzador que tantos países hayan alcanzado la emancipación de los amos de siempre en tan poco tiempo. Incluso en estos días se producen movimientos reivindicativos de los sindicatos obreros contra el gobierno de Chile que se proclama democrático con la teórica participación de una izquierda que sigue aplicando los métodos recomendados por la Escuela de Chicago que asesoraba en temas económicos a la dictadura de Pinochet.
Está generalmente aceptado, que la economía es determinante para la marcha de los pueblos; su incidencia en la política que es el arte que condiciona los comportamientos de sus administrados mediante las leyes, depende del grado de optimización que se obtenga de los recursos disponibles. La internacionalización a nivel planetario de todo tipo de intercambios facilitada por los avances tecnológicos de los últimos tiempos, permite complementar los recursos y las acciones de los países entre sí, a fin de incrementar las eficiencias respectivas. Ahora bien, lo mismo que sucede en las economías domésticas, en la administración de los recursos, estos, pueden ser destinados por los países a incrementar las infraestructuras que benefician a la colectividad o destinarlos a gastos suntuarios que es como quemarlos. Los países pobres, precisan aplicar políticas austeras para salir de la precariedad, adquiriendo con ello buenos hábitos que los hacen más competitivos, mientras que los países ricos se despeñarán por la pendiente consumista del despilfarro, orientando todos sus anhelos hacia lo material, obsesionados en alcanzar metas efímeras, que no alimentan a los espíritus con los bienes etéreos de los que están necesitados.