07 junio 2007

Lecciones de China en África

Con ocasión de la macro conferencia de la que formaron parte la gran mayoría de países africanos celebrada en Shangay por el Banco Africano de Desarrollo (BAD) de hace algunos meses; coincidiendo con dicha efemérides, comentaba en uno de mis blogs, la posible incidencia que podría tener la nueva China en el despertar del continente africano, abandonado a su suerte por las antiguas potencias coloniales.

Dejando aparte los aspectos humanitarios que incitarían a acudir en auxilio de un continente que se desangra por : guerras, hambrunas, epidemias, ignorancia, así como por la expoliación que se hace de sus recursos naturales y de sus mejores hombres: los más aptos y decididos que acometen la aventura de las pateras, nada menos que para optar al premio de asegurarse doblar sus expectativas de vida. Los antiguos colonizadores, nostálgicos de los réditos económicos de los que se tuvieron que desprender con la perdida de las colonias, trataron por todos los medios de mantener sus influencias sin contrapartidas tales, como la tan cacareada promesa de condonarles la deuda externa, nunca hecho efectiva.

En un reciente artículo, el economista americano Jeffrey D Sachs, que participó en la conferencia citada más arriba, asevera que las propuesta y consejos hechos por los negociadores chinos a los africanos, fueron mucho más prácticas que las que suele ofrecer el Banco Mundial. Los chinos pusieron el acento en que los aspectos cruciales que se deben acometer para salir del subdesarrollo, deben ser las inversiones públicas en agricultura y en infraestructuras, para sentar las bases de un futuro crecimiento que luego sea transferido en parte al sector privado. El desarrollo de la agricultura es fundamental y se consigue facilitando a los pequeños agricultores fertilizantes, equipos, medios de regadío y semillas selectas de alto rendimiento.

Otros elementos cruciales, para el despegue de las economías pobres son las carreteras y la electricidad; las primeras, para llevar los productos agrarios a las ciudades donde se generan los artículos industriales, al tiempo que los agricultores puedan ser abastecidos de todos los productos que proporciona la modernidad. Es prioritario que la electricidad, que constituye la sangre económica de este tiempo, llegue a todos los centros habitados de cada país.

Las conclusión surgida de la asamblea aludida, fue la disposición que mostró China de ayudar a África de forma sustancial en los sectores: de la agricultura, carreteras, energía, sanidad, educación, aspectos capitales que permiten acceder a los pueblos atrasados a estándares de modernidad. Los países africanos agradecieron el mensaje que les fue transmitido por los chinos, en la certeza de que lo van a cumplir, puesto que en este momento están financiando y construyendo grandes obras por toda África, además de compartir con los africanos las modernas variedades de arroz de alto rendimiento que contribuya a mitigar las hambrunas endémicas que azotan al continente africano. También condonaron la deuda externa de los países asistentes a la conferencia de Shanghay que tenían contraída con China.

El Banco Mundial, al que en teoría deberían serle encomendadas prestaciones como las citadas en el punto anterior, destinadas a erradicar las ingentes carencias de que adolecen la mayoría de los países del tercer mundo en cumplimiento del mandato recibido cuando fue fundado dicho organismo, recién terminada la Segunda Guerra Mundial. Aquellas loables intenciones fueron desechadas con la irrupción de la moda “neocon” que ha hecho tabla rasa de aspectos humanitarios ajenos a las élites.

Aparte del espectáculo dado en los últimos días por el Banco Mundial, a raíz del escándalo Wolfowitz, que ha sido un destacado neocon, al que se atribuyen planes sobre la guerra de Irak en sus funciones de subsecretario de defensa. Según Jeffrey D Sachs, los fallos del Banco Mundial se remontan a la época de Reagan y Thatcher, que dieron consignas para que se recortaran las inversiones a las regiones atrasadas del planeta, abandonando a sus habitantes a su suerte, priorizando la privatización: de los servicios nacionales de salud, el abastecimiento de agua, carreteras, y electricidad, ...sustrayendo dichos fondos a las masas indigentes, mediante el llamado “ajuste estructural” todo ello opuesto al ejemplo de los éxitos obtenidos por la experiencia china que han librado de la pobreza a ingentes masas de población, pese a ello el Banco Mundial las ha considerado enemigas del sector privado, que según los principios acuñados por el neoliberalismo son los únicos eficientes, avalados por el libre mercado.

Afortunadamente los gobiernos africanos han tomado nota de cómo se puede estimular la economía mediante formulas experimentadas en China, y con la ayuda que les puede prestar dicho país a partir de su exitosa experiencia, que ha conseguido quemar etapas en tiempo record, pasando de cotas realmente bajas, equiparables al resto de los países del tercer mundo, a erigirse en potencia económica de rangking mundial.

Contando con tan abundante demografía y la formación adquirida por sus naturales, China estará en disposición de destinar legiones de profesionales a prestar sus servicios a otras zonas necesitadas del planeta, máxime que a los ritmos actuales de crecimiento económico y consecuentemente de sus estructuras productivas, en pocos años es previsible que alcancen la saturación y dada su conformación austera que genera ahorros desorbitados como lo demuestra el crecimiento de sus bolsas de valores: (en lo que va de año se han revalorizado una media del 75%) podrán hacer partícipes de su prosperidad a otros pueblos más necesitados.

Nos congratulamos haber coincidido con autoridades económicas prestigiosas en el análisis de que uno de los resortes decisivos para la consecución de la razón de ser de la humanidad como es la economía, como instrumento crucial para conseguir el entendimiento y la paz entre los pueblos y sus moradores, mediante un reparto más equitativo de los medios que permitan una existencia con mínimos de supervivencia. Las futuras generaciones apoyadas en medios técnico-económicos capaces de satisfacer ampliamente dichas necesidades, indefectiblemente optarán por la razón.