16 septiembre 2007

Nacional común

Los pensadores de todos los tiempos han atribuido capital importancia al significado de las palabras (la semántica) que constituyen el vehículo por antonomasia de relación entre personas, flujo sobrenatural gestado en las mentes humanas que les sitúa por encima de todo lo demás existente en el planeta Tierra.

La jerarquía ejercitada por las instancias superiores de la mente desde la antigüedad de que tenemos noticia, nos ha sido transmitida a través del verbo de los grandes pensadores de todos los tiempos, lo que le atribuye capital importancia en la configuración de los pensamientos y las acciones de los humanos.

Un repaso superficial del comportamiento de los países y etapas históricas vividas por los mismos, nos muestra como por imperativo genético heredado de la ley de la selva, los pueblos que se sentían más fuertes que sus vecinos, recurrían al expediente bélico para apropiarse de lo que les apetecía y/o lo que se creían con derecho a ostentar, fruto de los atributos que les brindaba la fuerza.

Con todos los avances alcanzados por el progreso en infinidad de aspectos que auspician la vida física y mental de las personas, aún siguen vigentes arcanos tan irracionales como los instintos heredados de los homínidos a los que la ciencia acaba de atribuir la friolera de dos millones y medio de años de antigüedad. Si señores, aún hoy, hay quien avala, que mediante la posesión de los suficientes medios armamentísticos se pueden: ocupar, invadir, avasallar,.. países sin la más remota motivación ética que lo justifique, solo movidos por el egoísmo económico, la imposición por la fuerza de los dictados de los poderosos minoritarios, sobre los débiles mayoritarios, al grito de ¡viva la democracia!. Menudo sarcasmo.

Parecen alumbrarse en lontananza, signos de una anunciada racionalidad consecuencia de las guerras de Afganistán e Irak, sobre las que la opinión mayoritaria a nivel mundial se ha manifestado adversa a las acciones emprendidas por el imperio, que debería apercibirse que su prestigio ha sufrido a causa de dichos conflictos una considerable merma, justo cuando en “su libro de ruta” establecido por los neocons figuraba que suplantar a las Naciones Unidas con el precedente de la declaración de guerra del trío de las Azores contra la resolución del Consejo de Seguridad de la O.N.U., equivalía ha echar un pulso a los restantes ciento y pico de países que están bajo la salvaguardia del Organismo Internacional.

Permanece aún vivo en el recuerdo de muchos testigos de las presentes generaciones, la mayor tragedia colectiva de todos los tiempos : (la Segunda Guerra Mundial) causada por el nacional-socialismo ( el nazismo y sus aliados) en la primera mitad del siglo XX. Fue el resultado de una concienzuda y meditada preparación, para imponer una ideología y unos métodos de dominación al resto del mundo, auspiciados por el sentimiento mesiánico que da la creencia de que la superioridad armamentística dota a quien la ostenta de “patente de corso”, para ejercitar la supremacía sobre los demás, según demuestra la exitosa experiencia histórica.

La experiencia de la conflagración del punto anterior, conjeturó un viraje histórico de trascendentales consecuencias, puesto que de resultados de la claudicación en Munich de las potencias occidentales, para que los nazis satisficieran su reivindicación de extensión territorial a costa del temido comunismo, fue el estruendoso fracaso de la Operación Barbarroja la que motivó la derrota inapelable del nazismo con la toma por los soviéticos de Berlín y la escenificación wagneriana de los últimos momentos del Fürher en el bunker, que previsiblemente libró a todo el occidente europeo de una derrota humillante, que hubiera hecho difícil a EE. UU. invadir Europa sin contar con la cabeza de puente que supuso el Reino Unido.

Ideologías tan nefastas como el nacional-socialismo con las consecuencias expuestas más arriba o el nacional-catolicismo, sufrido en propias carnes en nuestro país, exaltan valores tales como: patria, Dios, rey, banderas, himnos, etnias, identidades,...todos ellos tendentes a separar, diferenciar, excluir al diferente, cuando el progreso impulsado por la tecno-ciencia se orienta en dirección opuesta mediante: las migraciones, el turismo, las comunicaciones, etc. que nos acercan hacia lo “común” que beneficie a la humanidad en su conjunto, como se atisba en el hecho que los tres países cuyos antecedentes rompieron moldes: China, India y Rusia, ya cuentan con más del 50% de la economía mundial mediante fórmulas productivas exitosas distintas a las ortodoxias al uso.