26 febrero 2008

Ecología versus despilfarro

Los crecimientos de población experimentados en el transcurso del pasado siglo, sin que se perciban correcciones sustanciales en el que estamos iniciando, dan idea de la carencia que padecemos de un organismo internacional operativo, que vele por la continuidad armónica del equilibrio ecológico del planeta que nos sustenta.

Los crecimientos demográficos experimentados en el mundo, han seguido las pautas previstas por los especialistas del ramo; lo más alarmante, es que las tendencias de futuro a que apuntan dichos especialistas, agravan la superpoblación del planeta, al extremo de comprometer un desarrollo armónico de la ecología. Se dan resultados diferenciados en tres áreas económicas del mundo: en los países desarrollados, se cumple cierto equilibrio espontáneo entre nacimientos y defunciones. En China, donde por ley obligan al hijo único, han equilibrando su población. Y en el mundo pobre en recursos y en formación de sus habitantes, el aumento desorbitado de sus poblaciones amenaza con comprometer los recursos necesarios para proporcionar una vida digna a sus moradores.

Las consecuencias derivadas de: avances sanitarios, ausencia de guerras endémicas, farmacopea expandida por todo el orbe, medios mecánicos para suplir trabajos duros y peligrosos, etc... contribuyen a espectaculares aumentos de la esperanza de vida en las poblaciones beneficiadas por los frutos del progreso ampliamente difundidas. Hay agoreros que proclaman que el crecimiento de lo que llaman clases medias son un peligro para la humanidad. Aducen argumentos, que para sus enfoques ideológicos serán realistas, tales como: dar por hecho el crecimiento demográfico sin aportar soluciones para su contención y que el peligro radica en el rápido crecimiento de las clases medias en los países emergentes que el próximo decenio podrían llegar al 50% de la población mundial. Lo que sí sería un peligro, es la explosiva alianza entre un crecimiento anárquico de la población y de las clases medias derrochadoras, con las pautas que se dan en los países occidentales.

Confiando en que el futuro de la humanidad dispondrá de un instrumento racional de prospectiva que permita programar la operativa consecuente con avances económicos de dos dígitos anuales. Las normativas que permiten crecimientos de las poblaciones y de los volúmenes de items para el consumo de sus habitantes compatibles con un método científico-económico que asegura la satisfacción de los necesidades de los humanos, tomando ejemplo de los países emergentes que en el exiguo plazo de tres décadas, asistidos por los avances tecno-científicos, han redimido de la pobreza a millones de seres humanos sumidos a la peor de las esclavitudes: “la indigencia”. El ejemplo de dichos países, localizados en el sudeste asiático, servirá de ejemplo al resto del tercer mundo, sometido históricamente a la férula de los colonialismos de toda ralea, que desde la práctica de servirse de sus naturales como esclavos, hasta el expolio de los recursos, a través de gobiernos títeres sobornados por la corrupción más obscena llevadas a la práctica por las mafias del dinero como agente corruptor.

Es cínico, además de ser inmoral, ejemplos como los aportados por el editorialista de El País: Moisés Naim, para certificar que las clases medias de los países emergentes serán un peligro mundial,- pone como ejemplo entre otros-, los síntomas que ya se están manifestando en Arabia Saudí donde faltó el pan por que el precio del trigo se hizo prohibitivo en un país podrido de dineros, donde los amos del petróleo depositan ingentes fortunas en paraísos fiscales de todo el mundo y dedican cifras astronómicas a la compra de armamentos sofisticados, que, seguramente quedarán obsoletos antes de ser utilizados.¿Cabe mayor ejercicio de cinismo, que privar del pan a inmigrantes que son los ejecutantes de la mayoría de los trabajos, en un país que no sabe en que emplear los ingentes ingresos petrolíferos.? Solo se puede concluir que con tales razonamientos el mundo está loco. Otra justificación que a tan preclaro periodista le parece cargada de lógica, es que el biodiesel merece prioridad a los alimentos para que la función del mercado pueda imponer su dictado, de que el quemar alimentos por quien los puede pagar debe anteponerse a alimentar a los hambrientos.

El comentarista citado, arguye que las nuevas clases precisarán de equipamientos de todo tipo para incorporarse a la modernidad, sin aludir a la aberración que supone la consigna de los mensajes publicitarios que forman parte del subconsciente occidental, que insta al consumo compulsivo para mantener activa la rueda de la producción que según la teoría neocon, es lo que genera el progreso. Tomado como axioma por muchos entendidos en economía que el mercado, -al que se le han dado todos los atributos- es el agente idóneo para generar progreso, está siendo desmentido en parte, por actuaciones de países emergentes, que poniendo el acento en la planificación estatal se generan crecimientos económicos de dos dígitos anuales, cuando en países en los rige el liberalismo se quedan en exiguas una o dos unidades porcentuales.

El sentido común, apunta que las ciencias derivadas de la aplicación matemática, han hecho los más señeros aportes al progreso. Denominar ciencia a la economía, es un dislate, puesto que se declara incapaz de predecir las cíclicas crisis que la afectan. Encomendar a técnicos que tienen que recurrir a la aleatoria para encauzar el crucial capítulo de las producciones de los bienes y servicios para los humanos, resulta una temeridad inasumible para sociedades maduras, que como toda disciplina científica debe ser confiada a planificadores responsables.
Las recientes experiencias puestas en práctica por los países emergentes, han demostrado que los conocimientos científico-técnicos con los que hoy en día cuenta la humanidad, permitirán redimir de la pobreza a los pueblos del tercer mundo, en plazos cortos, mediante el sencillo expediente de aplicar las fórmulas previamente experimentadas por otros. Además, se pondrán en valor yacimientos: mineros, energéticos, forestales, agrícolas, turísticos, etc, etc,... actualmente dormidos por falta de exploraciones sistemáticas y exhaustivas de cada rincón del planeta.