Cae otra ficha de dominó en el Oeste asiático
Con el asesinato de Benazir Bhutto, se consuma otra etapa del infernal puzle que los neocons urdieron en la zona más conflictiva del planeta, en la que confluyen: integrismos religiosos islámicos, las mayores reservas petrolíferas del mundo, el interpuesto estado de Israel y los regímenes medievales del Golfo que mantienen con mano férrea a sus pueblos, cuyos poderes omnímodos son ostentados por amplias familias rebosantes de fortunas inconmensurables producto del petróleo, que les dan acceso a los armamentos más sofisticados y a placeres mundanos inaccesibles al resto de los mortales, mediante lujos y despilfarros que ni en su más ensoñado Eden pudieran concebir. En contraste con la abundancia de los bendecidos con la propiedad de las fuentes del oro negro, un tercio de la población de estos países está constituido por inmigrantes a los que les son encomendados los trabajos que se realizan en ellos, siendo retribuidos con sueldos de miseria y sin el disfrute de los derechos laborales que se tienen en Occidente.
El asesinato perpetrado contra una candidata carismática de un país islámico, en el que rigen limitaciones para las mujeres, supone un hito más en la escalada aterradora de despropósitos que los neocons venían planeando desde muy atrás, para hacerse con el dominio del planeta a imitación de los delirios imperiales de romanos, nazis,...
Una etapa importante de la guerra fría, entre las dos grandes potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, consistía en derrotar militarmente a la URSS, dándole la puntilla patriótica a la desastrosa eficiencia económica del primer estado comunista. La guerra de Afganistán le dio a EE.UU. la coartada, para, a través del santuario de Pakistán armar a los talibanes, cuyos métodos terroristas se han demostrado eficaces en Irak contra los que les proporcionaron las armas para derrotar a los soviéticos.
La guerra entre Irak e Irán, se ha dicho que fue apoyada por EE. UU. a favor del Irak de Sadam Husein, para combatir el régimen de los ayatolás que usurparon el poder al Sha de Persia, aliado de los EE.UU. a los permitió instalar sus proyectiles nucleares a las puertas de la Unión Soviética. Dicha guerra entre dos países vecinos unos árabes otros persas, ambos islamistas: uno con mayoría chii y otro con gobierno suny, que por lo que se deduce, debió terminar en tablas, si bien con un Sadam Husein crecido que se atrevió a invadir Kuwait, del que tuvieron que desalojarle los EE.UU. de Bush padre, en la denominada “Tormenta del Desierto”.
Otras guerras, ya crónicas, como la de israelíes y palestinos, que dura desde 1946 en que la ONU determinó el establecimiento del pueblo judío irreconciliable con la causa árabe, rodeado de países de ascendencia islámica, a los que Israel infringió humillantes derrotas en batallas habidas entre ambos contendientes, anexionándose territorios palestinos y sirios con el beneplácito de su gran valedor los EE. UU. de Norteamérica, donde existen los lobbys económicos judíos más poderosos del mundo que mantienen un pleito perpetuo entre un armamentismo super-sofisticado en posesión de los israelíes, contra poblaciones árabes que centuplican con creces a las judías. Todo ello, ubicado junto a un mar de petróleo apetecido por todos.
Las guerras recientes en el Próximo Oriente, resultado de los sucesos del 11S, han puesto en evidencia que no bastan los mayores ingenios armamentísticos ( el imperio dicen que cuenta con efectivos bélicos equivalentes a los del resto del mundo juntos) lo cual no ha sido suficiente para contrarrestar la opinión adversa de los restantes países del mundo (con contadísimas excepciones) para llevar a cabo impunemente sus aventuras guerreras, que han desembocado en estruendosos fracasos; resultando que los más conspicuos neocons que formaban parte del ejecutivo USA han sido cesados de sus cargos y la consiguiente pérdida de las últimas elecciones legislativas.
Hoy tras los sucesos pakistaníes motivados por el asesinato de Benazir Bhutto, se presentan nuevas incógnitas, sobre el esclarecimiento de la autoría de magnicidios, compleja donde las haya puesto que, casos como los de los Kennedy y otros, se mantienen en el arcano de los misterios mejor guardados, si bien el sentido común apunta a que en Pakistán será impuesta otra dictadura militar más férrea que la existente hasta ahora, mediante el subterfugio de falsas elecciones amañadas por Occidente, que permitan asegurar el control de un país que cuenta con el arma nuclear que tendrá que ser salvaguardado, por los que alardeando de difundir en sus proclamas las prácticas democráticas, pero que tienen que recurrir a los métodos más expeditivos cuando conviene mantener bajo control la proliferación nuclear.
El polvorín explosivo que representa para el resto del mundo Oriente Próximo y su entorno, solo puede ser resuelto por una ONU con atribuciones soberanas para tomar resoluciones con participación de todos los países del mundo, con el peso específico de cada uno en la toma de decisiones, a imagen de cómo se aprueban las leyes en los parlamentos. La universalización de tantos aspectos de la vida de las personas, que vienen impuestos por : el turismo, las migraciones, el mestizaje, las comunicaciones informáticas , telefónicas, las bajas tarifas del transporte aéreo, los intercambios estudiantiles y tantos y tantos aspectos que achican el planeta a extremos tales que reafirma la metáfora de que “el mundo es un pañuelo”, no pueden dejarse aspectos de trascendencia planetaria, en las manos de iluminados o países míticos.
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