13 enero 2008

Obama, esperanza de cambio

El siglo XX ha sido liderado por los EE.UU. de Norte- América, que en sus albores dieron cuenta de los restos del imperio español; el revulsivo sociológico que supuso el New Deeal rooseveliano tras el crac económico de 1929, como consolidación de su identidad como país; los decisivos aportes militares en las dos Guerras Mundiales que dieron la medida del país americano en el reparto de las áreas de influencia mundial por los tratados de Yalta y Postdam, al tiempo que las potencias europeas perdían gran parte de sus prerrogativas sobre los países colonizados. Los tratados de Bretton Woods y el Plan Marshall que situaron al dólar como moneda de referencia mundial, la conferencia de San Francisco en al que se sentaron las bases de la Carta de las Naciones Unidos, son hechos señeros que avalan los aportes cruciales de los USA a la historia del siglo XX.

Otras actuaciones posteriores, de los sucesivos gobiernos americanos no han sido tan positivas como las del punto anterior: las guerras de Corea, Vietnam, la Escuela militar de Panamá, por su influencia en las dictaduras de Latino-América de triste recuerdo, el apoyo inicial a los talibanes de Afganistán, que con el 11S mostraron su ingratitud, la guerra Irak- Irán y el broche final que ha sido la invasión de Irak, son otras tantas faltas en el debe de los USA.


La deriva errónea que han caracterizado las actuaciones de los U.S.A. durante las dos últimas legislaturas presididas Bush marcadas por la filosofía neocon, han producido la pérdida del prestigio atesorado en el pasado siglo, cuyo primer efecto a sido que muchos conspicuos neocons, han sido relevados de sus cargos consecuencia de los aires de cambio que dan las encuestas sobre las elecciones presidenciales que tendrán lugar en noviembre del 2008, que marcan tendencias en los caucus de Iowa y New Hampshire, a la espera de la confirmación en el super-martes de febrero.

La aparición del fenómeno Obama, junto a la mucho más afianzada Hillary, son manifestaciones de un cambio profundo asimilable a una catarsis del electorado joven y femenino americanos. Si llegaran a la Casa Blanca uno de los dos candidatos: un negro o una mujer, constituirían precedentes respecto de los WASP, que fueron los habituales inquilinos, excepto los Kennedy, como católicos, no llegaron a buen fin.

Los precandidatos: Obama y Hillary, ambos senadores, como tales forman parte del mayor nido de víboras político que existe sobre la Tierra: el Senado del Capitolio de Washington. Desde dicha instancia, se elaboran los presupuestos del mayor ejercito del mundo, que tiene como objetivo la defensa de los intereses USA que se extienden por todos los confines del ancho mundo. Para los ingenuos difunden proclamas que dicen defender la democracia. Nada más erróneo, valga como ejemplo, su particular interés por estar presente en Oriente Medio, donde establecieron la cabeza de puente del Estado de Israel, en medio de un mar de pobladores musulmanes que repugnan de dicho vecino, por la crueldad con que tratan a sus hermanos palestinos, musulmanes también, a los que desalojaron de gran parte de su territorio, hace 60 años.

Oriente Medio, atesora en su subsuelo dos tercios de las reservas de hidrocarburos descubiertas, lo que constituye el interés prioritario de los rectores de USA, para asegurarse el suministro de la energía destinada a la locomoción a la que no se le ha encontrado sustituto por ahora. EE.UU. el mayor consumidor de hidrocarburos del planeta no contempla en sus planes renunciar al recurso por antonomasia cuales son los derivados del oro negro, como han demostrado en los intentos promovidos por la mayoría de los restantes países del mundo en Kioto y en Bali para evitar los efectos del cambio climático que avalado científicamente, pronostica consecuencias graves de difícil vuelta atrás, de no tomarse las medidas pertinentes de inmediato.

El denominado imperio de nuestro tiempo, observa, desde sus más altas instancias, comportamientos pragmáticos que obedecen a su exclusivo interés nacional, por su alto sentimiento patriótico, expresado con acentos religioso integristas, con ocasión del atentado del 11S, en que se unieron como una piña alrededor de su comandante en jefe, que decía hablar con Dios, que le había encomendado la defensa de los inalienables valores propios y la derrota enemiga mediante las guerras de religión preconizada por Huntington y otros apóstoles del liberalismo económico que dio considerables réditos electorales a Bush en las siguientes comicios.

A la vista de la evidente pérdida de prestigio, evidenciada en la desafección de Europa, con contadísimas excepciones, y del resto del mundo, en frentes tales como:
1º) El económico, representado por los préstamos hipotecarios sin cobertura, que pronostican una eventual recesión económica los USA.
2º) La rebelión de numerosos países latino-americanos contra el imperio del norte que desde los tiempos del presidente Monroe, siempre tuvo por principio que América era de los americanos (del norte).
3º) La superioridad del liberalismo económico, como sistema incontrovertible para conseguir la eficiencia y la competitividad que conducen a conseguir las mayores cotas de prosperidad compatible con la democracia para la erradicación de la pobreza,
han sido desmentidos por planificaciones más acordes con el método científico.
4º) El mayor dislate estratégico practicado en Oriente Medio, con la guerra de Irak, ha abierto la caja de Pandora, donde se fraguan conflictos insolubles a nivel mundial: Israel, Palestina, Líbano, Siria, Irak, Pakistán, Afganistán, Irán,... Con los continuos atentados terroristas, las víctimas inocentes que se cuentan por centenares de miles, el rechazo unánime al ocupante expresado por las poblaciones afectadas, serían motivos suficientes para que el país causante de tanta irracionalidad acumulada tomara conciencia de tanto deterioro físico y moral infligido a tantos millones de seres humanos, para lanzar un clamor estentóreo que despierte a los responsables de tamaño desatino.