Iconos
El término icono, que tanta difusión ha tenido con el uso de los ordenadores, aquí, le asignamos la dimensión humana, como continuación de la divina que ha tenido en las civilizaciones que nos precedieron. Bastaría recordar la incidencia que tuvieron en las culturas paganas las representaciones escultóricas, frescos y mosaicos de sus dioses. . No obstante el nombre viene de Bizancio, donde los imponentes frescos con la figura del Pantocrator, que presidía la almendra situada sobre los altares mayores de todas las iglesias ortodoxas, al que originalmente se dio el nombre “ICONO”.
Los tiempos modernos, han atribuido el título de “icono humano”, a las figuras emblemáticas que han alcanzado las más altas cotas de popularidad a nivel mundial, mediante la difusión multimillonaria que se ha hecho de su figura a través de los ubicuos medios de difusión que bombean a través del tiempo y el espacio sin solución de continuidad en incontables soportes publicitarios a estos mitos.
Dos de los “iconos” del siglo XX que han recibido el mayor consenso universal son: Marilyn Monroe y el Che Guevara. La primera por sus categóricos atributos físicos, explicitados por el impacto que tiene el séptimo arte en el subconsciente de nuestros contemporáneos, el cine: el obicuo escenario donde la multiplicidad de medios con los que cuenta, permite implementar los sueños ayudando a las fantasías humanas a ser asimiladas más fácilmente con la ayuda de los creadores polifacéticos.
Los artistas clásicos en su variedad de manifestaciones, permiten experimentar todo tipo de sensaciones en el receptor de la obra de arte en función de su disposición anímica y de su biografía. La disección que hace el cine de las creaciones artísticas, facilita la asimilación de sus mensajes a ingentes masas de recipiendarios.
El esplendor de las imágenes servidas por la cinematografía de la figura, las poses y las expresiones de Marilyn en películas y cesiones fotográficas, son paradigmas de belleza y de incitación sensual, difícilmente transmisible por otros medios.
La muerte prematura añadió un plus de inmortalidad conservando eternamente la lozanía juvenil, atributo que relega la edad.
El Che Guevara, es el segundo gran “icono” del siglo XX, en parte atribuible a una imagen fotográfica, que presupuso el paradigma de la belleza masculina de la modernidad. Si bien el Che no se prodigó en imágenes como Marilyn, si se dió la casualidad de un enfoque fotográfico afortunado, que ha servido para su reproducción en una profusión incalculable en: carteles, pancartas, pinturas, grafitis, murales, tatuajes,... reproducciones que han alcanzado tal difusión que han invadido el mundo, de una figura: viril, fraterna, solidaria, entregada a los demás, heroica, cálida... avalada por su biografía que presenta al Che Guevara con convicciones ideológicas que le llevaron a luchar en zonas conflictivas y peligrosas del mundo, para defender a los abandonados de la solidaridad humana, a los sometidos a la esclavitud de la miseria, a los pueblos del tercer mundo explotados por los depredadores del sudor de las masas oprimidas.
El Che murió joven, luchando en la guerrilla boliviana, en el ejercicio de su proyecto de redimir al mundo de la explotación capitalista.
Pero el propósito original de este escrito iba dirigido a glosar a otro “icono” que aún mantiene un soplo de vida a despecho de la insidiosa enfermedad que le ha obligado por la mengua de facultades físicas, a renunciar a las funciones que durante casi medio siglo ha dedicado a la dirigencia de su país, Cuba, acosado por el bloqueo ejercido por la nación más poderosa que ha conocido el mundo, que ha sometido a sus dictados a todos los países del continente americano, a excepción del diminuto país situado escasas millas de distancia del gran coloso, empeñado en quitarse del medio al revolucionario tenaz y consecuente con sus ideas de defender a su país, de la interferencia USA.
Fidel, considerado como uno de los personajes más carismáticos del siglo XX, por la defensa de unas convicciones inicialmente utópicas, que empiezan a tomar posiciones en algunos países de su entorno, que se oponen a estar supeditados a los dictados del gran coloso del norte, en el siglo XIX, con el recurso a las cañoneras y en el siglo XX, mediante la instauración de dictadores afines.
Cuba, la pequeña isla caribeña, ha sido la encarnación del mito bíblico de David y Goliat, a nivel de un país. Difícilmente es concebible que las menguadas fuerzas con las que contaba Cuba tras la caída del Muro de Berlín, cuando fue abandonada por su valedor: Unión Soviética, que había escenificado la instalación de misiles nucleares en la isla caribeña, en respuesta a los que EE.UU. había instalado en Irán y Turquia en la frontera de la URSS, que pusieron al mundo al borde de la destrucción nuclear de no haber cedido Kruschov al ultimátum lanzado por Kennedy para la fulminante retirada de los misiles rusos instalados en Cuba.
La defensa numantina practicada por Cuba, frente a la hostilidad mostrada por la gran mayoría de países, proclives a rendir pleitesía al coloso americano, que cuenta con redes de intereses que cubren gran parte del planeta, es un precedente positivo que abre expectativas para la expresión de la multiplicidad de enfoques posibles para el desarrollo de políticas que permitan que “otro mundo es posible”.
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