Aproximar diagnósticos para alcanzar consensos
Con ocasión de la solemne apertura de las Cortes Españolas con la exposición del programa de gobierno por el candidato a la presidencia para la próxima legislatura y la réplica del presidente del principal partido de la oposición, se atisban notables distanciamientos en los respectivos diagnósticos que tienen los dos partidos mayoritarios para la resolución de los problemas con los que se enfrenta España, al afrontar la legislatura que se inicia.
No obstante se advierte, que el debate en su conjunto - en la apreciación recogida por numerosos comentaristas políticos que asistieron al evento - es mejor que el de la legislatura pasada, que fue crispada en las confrontaciones dialécticas entre los portavoces de los dos partidos mayoritarios en sus intervenciones parlamentarias. Por el contrario, la marcha del país en temas tan enfrentados en los debates del Congreso como: que se vendía España a los terroristas y a los nacionalistas periféricos, en el reconocimiento de derechos a los homosexuales, las leyes de asistencia, de memoria histórica, de educación para la ciudadanía y en general de avances sociales y defensa de la paz, y un comportamiento económico mejor que el de los países de nuestro entorno. Todo ello, dio cumplida muestra de que los hechos son los que cuentan y los maniqueísmos de uno y otro signo, solo contribuyen a exacerbar los ímpetus de los demagogos, fanáticos e integristas, que no mueven molinos.
Toda asamblea, parlamento y/o foro de discusión, donde se elaboren estrategias de futuro, debe contar en primer lugar por parte de los elementos portadores de ideas, de un espíritu predispuesto a la empatía que conduzca en último término al consenso de las distintas aportaciones. Para ello, el primer paso debe ser el diagnóstico del problema que se pretende resolver. Si las partes implicadas parten de apriorismos: partidistas, ideológicos, de intereses, creencias inamovibles, etc,... es casi imposible doblegar las convicciones impresas en los genes, que obstaculizan el consenso entre las partes, que es condición sine qua non, para que los componentes de los equipos asuman con entusiasmo las reglas del juego acordadas.
Cuando se dan situaciones como las expuestas más arriba, producto de mimetismos y adherencias, producidos por : historia, raza, país, fronteras, costumbres, creencias, etc,.. es problemática la simbiosis entre ingredientes dispares, solo superable por la formación integral de las conciencias por vía de la educación. Los notables logros alcanzados por la tecno-ciencia, que ha proporcionado los instrumentos aptos para superar: distancias, esfuerzos, enfermedades, dependencias, etc,..y permitirnos el acceso a: conocimientos, informaciones, centros del saber, artísticos, lúdicos, y toda clase de útiles que hacen la vida fácil y placentera. Los humanos, deberán marcarse metas futuras que alumbren nuevos paradigmas de racionalidad que desactiven las potencias negativas que imponen servidumbres al ejercicio de la libertad en plenitud según los cánones establecidos por el sentido común.
Partiendo de las anteriores hipótesis, parece oportuno situar en el centro del debate político que el modelo democrático moderno, que cuenta con doscientos años de antigüedad ( salvando el griego basado en la esclavitud) adquiere tintes de caducidad al enfrentar a dos partidos mayoritarios en muchos países, que permiten la alternancia del mando, tenida por la gran virtualidad del sistema democrático. Cierto que las monarquías hereditarias en la antigüedad, supusieron un pesado lastre que contribuía al inmovilismo crónico de los pueblos. Por el contrario, hoy, el dinamismo es el motor que alumbra inusitadas y rápidas transformaciones, aplicables a todos los órdenes de la vida de las personas, ¡ Como no va a incidir en los gobiernos que configuran la marcha de los pueblos !
La globalización en sus diversas acepciones, nos afecta a todos y especial a los países y personas mejor situadas económicamente, que participan directamente de sus implicaciones mediante: comunicaciones, noticias, viajes, intercambios, turismo, becas de estudios, etc,.. Las leyes, junto a toda clase de hallazgos e iniciativas útiles, alumbradas por la mente humana en cualquier latitud planetaria, se difunden de forma instantánea a través del éter para ser adoptadas, si, como resultado de la comparación con lo previamente establecido se estima ventajoso. Como consecuencia de dicho fenómeno, universalmente asimilado en razón del más elemental sentido común : ¿quién no elige lo mejor si se le ofrece.? Así, tienen lugar cambios de hábitos y costumbres afianzados a velocidades inusitadas.
El método de actuación científico, se ha acreditado como el más eficiente para la obtención de los mejores resultados con similitud de medios empleados. Para ello procede establecer el diagnóstico más aproximado del problema a resolver fijando los medios y los plazos necesarios para alcanzar el resultado programado. No caben interferencias apriorísticas al proyecto aprobado, que hay que desarrollar con arreglo al plan establecido. Lo expuesto hasta aquí parece de Perogrullo, sin embargo la política en muchas de sus actuaciones se aleja de estas pautas. Por ejemplo, la administración de justicia emplea legajos de papel escritos a máquina, con portadores físicos (personas) para llevarlos a mano a domicilio para dejar constancia de los avisos ¡aberrante verdad!, pues siguen habiendo jueces que no dan crédito testifical a informaciones obtenidas por medios acústicos, fotográficos, orgánicos, etc,..
Otras actividades que se atribuye el pomposo nombre de ciencia, son las finanzas que se declaran incapaces de prever las consecuencias de las temidas crisis periódicas y/o aleatorias, que suceden sin que los grandes prebostes que manejan el tinglado de mayor incidencia social, como es el dinero, sean capaces de anunciarlas con la debida antelación, por lo que muchos sospechan, que, lo que para algunos supone grandes descalabros, a otros les proporciona pingües beneficios con el juego más expoliador que se conoce, al ser sus agraciados los mayores tramposos, que mediante artes mafiosas, se apropian de ingentes patrimonios fruto del sudor de los trabajadores, como sucedió en Rusia tras el descalabro de la Unión Soviética.
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