Reincidiendo en la utopía
Tras los entusiastas aplausos prodigados ayer en la Bolsa de Nueva York, con motivo de haber alcanzado el índice Dow Jones los 10.000 puntos lo que según los especialistas financieros certifica la salida de la crisis, nuestra terca y supina ignorancia, sigue sin alcanzar a entender que un crecimiento tan espectacular de los fondos accionariales, del orden del 20% desde marzo hasta mediados de octubre del 2009 de la Bolsa de un país, es la señal que marca el crecimiento y afianzamiento reales de la economía mundial.
Reconociendo que el: auge, consolidación y universalización, etc., alcanzados por la liberalización económica en el mundo occidental, de la mano del mercado al que se atribuyen facultades de autorregulación de todos los parámetros que configuran la economía y han logrado un notable crecimiento de la riqueza en los países y para los beneficiados de dicho sistema, además de ser exaltado, como el adalid que ha permitido la implantación de las prácticas democráticas al uso de la mayoría de los países del mundo. Como toda obra humana es normal que incurra en defectos, que en lugar de subsanarse con la práctica, se han acentuado; nos referimos: al paro o desempleo de las personas que con voluntad de trabajar, no existen los causes para conseguirlo; las crisis cíclicas que caracterizan al sistema y la polarización que producen las diferencias abismales de poder adquisitivo existentes entre los distintos actores que intervienen en la producción de bienes y servicios.
La incidencia que tiene la economía en los comportamientos de nuestras sociedades es capital, debido a que es el factor que tiene la mayor importancia en el bienestar físico de las personas, en tanto existan lagunas en sus anhelos y deseos aún no debidamente satisfechos.
En el transcurso del siglo XX, la provisión de bienes materiales que ha aportado la tecno-ciencia para dar satisfacción a multitud de deseos y necesidades físicas, ha sido extraordinario, incrementado en progresión geométricos con adiciones sustanciales en el curso del presente siglo, si los comparamos con los habidos en los tiempos precedentes.
Los cambios experimentados en todos los órdenes de la vida de las personas han sido tan espectaculares, que el torbellino que los envuelve en razón de la celeridad en que tienen lugar, nos impiden tomar conciencia de sus implicaciones en los acontecimientos del futuro.
Los parámetros adoptados para el desarrollo de las economías de países emergentes, van en el sentido de:
A) Atraer capitales y tecnología avanzada de los países industrializados dando facilidades.
B) Con vistas al mercado global construir factorías de economía de escala.
C) Inicialmente dar las máximas facilidades a la libertad de mercado.
D) Tener bajos sueldos y un personal disciplinado dispuesto a asumir sacrificios.
E) Mantener buenas relaciones con todos los socios, mediante la práctica del poder blando.
F) Estimular el ahorro para invertir en infraestructuras supliendo los retrasos existentes.
G) Mantener el control estatal de los grandes rubros de la economía.
H) Crear think tanks integrados por los mejores especialistas, para elaborar las estrategias de futuro inspiradas en el método científico que ha sido el motor real del progreso.
I) Y último y principal para avanzar con velocidad de crucero sin parones ni interferencias, para optimizar los avances en la creación de riqueza: ir todos en la misma dirección.
J) Conseguir el consenso con la dirigencia nacional de los asuntos comunitarios, hecho que según encuestas fiables, alcanza el 88%.
K) Situar a la educación y la formación intelectual y profesional en el frontispicio de todas las desideratas.
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Con estos mimbres que difieren sustancialmente de comportamientos ortodoxos empleados en las prácticas al uso que están inspirados en las lejanas consignas de la Ilustración, con la división de poderes de Montesquieu que ha dado pié a la fronda legislativa que en gran parte de juicios exime a los poderosos de la aplicación de resoluciones justas sirviéndose de leyes ad hoc como hizo Berlusconi, recurriendo a alusiones estrafalarias cuando no puede salirse con la suya, ni recurrir a los bufetes más caros que habitualmente alcanzan a sobreseer condenas mediante todos los subterfugios imaginables de que son capaces de aportar los leguleyos astutos.
El desafecto de las masas que ha conseguido alcanzar el estamento judicial en España inferior al 20%, es solo comparable al que tienen los partidos políticos en nuestro país, con la diferencia que el primero está valorado en bloque, mientras que dos grandes partidos políticos en la mayoría de los países, están bastante equiparados en número de votos por lo que difícilmente pueden aspirar a alcanzar adhesiones superiores al 50% de los ciudadanos lo que equipara la política al deporte, que por esencia se configura en la rivalidad.
La utopía hunde sus raíces en la elaboración mental de supuestos idealizados de difícil aplicación práctica, que difieren diametralmente o en proporciones mayoritarias de las condiciones que se dan en las realidades existentes en un momento y circunstancia dados.
Existen planteamientos oníricos y/o imaginados por mentes ricas en creaciones artísticas que dirigen sus aportaciones a la recreación de los espíritus, cuya valoración ha sido en todos los tiempos altamente apreciada, por la que se manifiesta lo más excelso de la elaboración del genio humanos sobre lo vegetativo y orgánico del resto de la naturaleza.
Dicho todo lo anterior, el resquicio que resta a la reivindicación de la utopía solo puede tener su asiento, en que cambien ciertas circunstancias que permitan dejar espacio en un momento dado para introducir dosis de utopía, a las que haya dado paso la invención de nuevos útiles que ayudan a su afianzamiento. Los instrumentos que paulatinamente incorpora la tecno-ciencia a la ingente parafernalia puesta a disposición de la humanidad alumbrarán nuevos paradigmas que permitan introducir resquicios de utopía.
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