14 octubre 2009

Transferencias tecnológicas

Parece que en los preparativos de la conferencia de Copenhague, sobre el cambio climático, a celebrar esta año, se van a considerar aspectos tan trascendentales como serían los relativos a la propiedad intelectual de patentes sobre la “revolución verde” a poner a disposición de los países pobres, con lo que se evitarían las hambrunas crónicas que les azotan, sin que se pongan los medios para su resolución por egoísmo de los que están en posesión del recurso del que no les costaría desprenderse, puesto que los hambrientos del tercer mundo no disponen de recursos para pagar los alimentos que les evitarían perecer por desnutrición, al tiempo que, si les facilitan los conocimientos que permiten incrementar exponencialmente los rendimientos de las cosechas, se evitaría uno de los mayores genocidios consentidos por la codicia, egoísmo y elemental falta de humanidad ejercitada por los poderosos.

Una iniciativa similar, se ha puesto en práctica recientemente con medicamentos que por los gravámenes impuestos por las patentes alcanzaban precios prohibitivos para los pobres.
Se ha conseguido que laboratorios farmacéuticos con la dispensa del pago de patentes, situados en India y en Brasil, han conseguido salvar las vidas de multitud de pobres del tercer mundo, por medio de gestiones emprendidas por gobiernos y ONGs sensibilizados por convicciones humanitarias que permiten superar normativas avaladas jurídicamente, pero carentes del más elemental sentido humanitario.

Al hilo de ejemplos como los anteriores, se justifican atisbar soluciones congruentes con el tan pregonado slogan de que: “otro mundo es posible” echando mano de tantos recursos como ha puesto la modernidad al servicio de los humanos que han alterado las costumbres hasta límites que no somos capaces de valorar. Los cambios han sido tan espectaculares y en tan breve lapso de tiempo, que los hábitos ancestrales que permanecían inamovibles durante siglos, han quedado arrumbados, sin darnos tiempo de apercibirnos en las cadencias en que se han producirnos. La vorágine de las transformaciones han sido mejor percibidas por los mayores que abarcamos mejor la perspectiva en una proyección más amplia. Únicamente los nostálgicos - que los sigue habiendo- que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor, por circunstancias personales especiales, las únicas que pueden justificar tal aserto.

El pensamiento utópico en tiempos recientes, en que los neocons imponían sus dictados con las tácticas del lesser faire mediante el liberalismo económico salvaje que ha conducido a la crisis que ha llevado a nuestro país a cifras de paro desorbitadas; con prácticas unilateralistas que permitían al imperio, secundado por gobiernos como el británico y el español, declarar la ilegal guerra de Irak, avalados por el lobby económico-armamentístico capaz de formar un ejercito superior al de las diez mayores potencias mundiales que le siguen; que le concedían el privilegio de señalar con el dedo a los países etiquetados como ejes del mal por no acatar sus consignas unilateralistas; que el gobierno español del momento, menospreció el grito unánime del pueblo, con manifestaciones y encuestas anti-bélicas, acatando a diferencia del sentir de los países de nuestro entorno los designios del imperio.

El cambio copernicano introducido por el nuevo mandatario del país, al que la camarilla de Bush llevó al borde del descrédito universal con los anteriores abusos de poder , ha conseguido en el transcurso de un año, alumbrar consignas que lógicamente aún no han podido ser prácticamente aplicadas, debido a las naturales inercias que conllevan las legislaciones en vigor, que para ser reconvertidas del unilateralismo al multilateralismo va ha requerir un tiempo prudencial.

La humanidad se ha apercibido de los cambios que están teniendo lugar en todos los órdenes de la vida, con la adopción de la multitud de instrumentos puestos al servicio de los humanos por la tecno-ciencia, arrumbando con lo periclitado y en el ejercicio de libertad de elección se inclinan por lo que más les satisface. Paralelamente al suministro de instrumentos de uso diario para el servicio de las personas, los cambios en la formación de la mentalidad de las personas han sido más espectaculares si cabe, con la eclosión de la informática y el Internet que permiten la transmisión de información y difusión de los conocimientos que han hecho obsoletas las técnicas seculares del engaño y la ofuscación de los excluidos, mediante el monopolio de los atributos de dominio por los poderosos. Acabamos de ser testigos de cómo el G8 se ha transformado en el G20, para dar cabida en la discusión de los temas cruciales que se plantean a la humanidad, a otros actores que universalizan el sentir colectivo de lo pueblos.
La digestión y/o asimilación de tan trascendentales metamorfosis del pensamiento y las actuaciones de las personas y los pueblos que constituyen el multifacético caleidoscopio del mundo que nos acoge, a medida que vayan aflorando las inconmensurables riquezas del conocimiento colectivo se producirá el mayor enriquecimiento que siempre proviene de la cantidad de la que sale la calidad. La difusión y el intercambio del conocimiento conducirá al abandono de placeres tan bastardos y obsoletos como la ostentación de bienes físicos que conducen al despilfarro, la obesidad, a los vicios de baja estrofa, que una vez universalizado la disposición de lo necesario por las personas, los placeres del espíritu de entidad superior a los puramente vegetativos, destinados a despertar sentimientos malsanos: envidia en los situados en peldaños inferiores de la escala social, aspectos que quedarán diferidos con la aplicación de la fórmula magistral que reza: “a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus potencialidades”