La evidencia de los acontecimientos
En la segunda mitad del siglo XX tuvo gran incidencia económica el tratado de Bretton Woods, en el que se instituyó que la moneda patrón para las transacciones en todo el mundo sería el dólar, al tiempo que fueron creadas las instituciones reguladoras de los flujos económicos destinados a proveer de créditos a los países considerados necesitados de liquidez para el desarrollo de sus respectivas economías, fueron encomendados al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, ambos radicados en Washington.
El período subsiguiente a la conferencia de Bretton Woods, coincidente con guerra fría, en la que se enfrentaban dos concepciones político-económicas antagónicas, que dieron lugar a conatos bélicos entre los dos bloques enfrentados, impulsando la creación de dictaduras de uno y otro signo en distintos países. Los préstamos concedidos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que iban destinados a favorecer a las dictaduras de signo conservador, que según las malas lenguas, parte de los mismos revirtieron en Wall Street, por dictadores corruptos que se apropiaban de fondos destinados a sus respectivos pueblos, que tenían que ser devueltos por los erarios públicos de los respectivos países.
La política crediticia de las instituciones mundiales antes citadas, surgidas de la conferencia de Bretton Woods, reportó al tesoro de los EE.UU. sumas ingentes de dinero procedentes de ricos temerosos de que las continuas devaluaciones de las monedas de muchos países como consecuencia de las crisis cíclicas que genera el capitalismo, han buscado refugio en la moneda patrón: (el dólar) que ofrecía mayores garantías de estabilidad, por el hecho de regir las transacciones económicas de mayor monto del comercio mundial, como: el petróleo y materias estratégicas, cuyos precios se fijaban en las lonjas de contratación de Nueva York. La ingente liquidez aportada por las inversiones foráneas a la capitalización USA, han permitido a dicho país, crear las más importantes instituciones universitarias, científicas, de investigación, captación de cerebros, aportes filantrópicos, etc, prestigiándolo hasta situarlo a la cabeza del mundo, en todos las manifestaciones del progreso.
Tanto éxito, parece que ha sido de difícil digestión para los neocons, que han regido las dos primeras legislaturas de los EE.UU. en el siglo XXI, que en su embriaguez de poderío, tras la caída del muro de Berlín, no tuvieron empacho en proclamar el “Fin de la Historia,” En posesión de unas fuerzas armadas, equiparables a la suma de los siguientes 15 países del mundo en potencial militar. Dicho estatus, les facultaba para calificar a otros países como ejes del mal, y hacer caso omiso de las resoluciones de la Naciones Unidas con la declaración de la guerra de Iraq en las Azores, contrariando el sentir mayoritario de los pueblos, que escenificaron en las manifestaciones multitudinarias, que tuvieron lugar en las capitales de los principales países del mundo.
La última crisis económica, junto al advenimiento de Obama, (el primer presidente negro de los EE.UU.) que ha despertado expectativas de cambios sustanciales en la dirigencia del gran país americano, según los enunciados de su campaña electoral y en sus discursos de investidura y otros alrededor del mundo, se ha constatado en el viaje que tiene lugar estos días a países del extremo oriente, entre ellos a China, que se configura como el acreedor de préstamos de cifras astronómicas publicadas últimamente, con las que el gobierno americano ha tenido que subvenir a las finanzas de su país, para evitar la quiebra de entidades de crédito, seguros, automovilistas, etc,. situación a la que han llegado como consecuencia del enorme déficit acumulado por aquel país, en su afán incontenible del consumo desorbitado que conduce al deterioro de la ecología del planeta, tenido por el problema crucial al que se enfrenta la humanidad en nuestros días, para prevenir un futuro que se presenta sombrío.
La ironía del anterior planteamiento, reside en que el gran país asiático que se nos presenta como el salvador que tiene que sacar de apuros económicos al campeón de los mayores logros materiales alcanzados en la historia de la humanidad; que hace 30 años, con la caída del muro de Berlín, sentenció de muerte a la ideología comunista basada en la planificación económica desacreditada por su ineficiencia económica. El liberalismo económico del “laissez- faire”tenido por la panacea económica, que consiguió vencer a la ex URRS por su superioridad en la generación de bienes y servicios, en el mismo apartado ha sido superado por un país que se autodenomina comunista, que aplica una doctrina económica mixta entre la planificación de actividades productivas que consideran estratégicas, dejando las demás a cargo de la iniciativa privada, método con el que ha alcanzado crecimientos de dos dígitos del PIB durante tres décadas consecutivas, sin las fluctuaciones en W propias del liberalismo económico, sometido a las crisis cíclicas imprevistas, que se diferencian de la planificación sistemática del método científico alérgico a la imprevisión, lo que descalifica a la economía como tal ciencia, título que se autoatribuye.
Las nuevas tecnologías tienen el potencial suficiente y necesario para la introducción de nuevos paradigmas, que lleven a la toma de compromisos éticos y morales gracias a la educación, con acceso fácil a los acontecimientos que permitan a los humanos interesarse en los temas que les atañen más directamente. La consecución del bien general que potencie actitudes solidarias, positivas y estimulantes que induzcan al buenismo, que aquí y ahora se suele ridiculizar. En su lugar se fomentan toda clase de aberraciones consecuencia del dinero que distorsiona el disfrute de tantos bienes tangibles fruto del progreso, que ha liberado a las actuales generaciones de las servidumbres del pasado, dándoles acceso a los valores del espíritu que distingue a los seres humanos del resto de las especies que pueblan el planeta, a los que se les podrá ofrecer un pasaporte con destino a la felicidad.
Debo pedir una vez más disculpas por mi reincidencia en mostrar generalidades utópicas, situadas a años luz de las evidencias que nos muestran los media como voceros que son de los sucesos acontecen, si bien ellos también están influenciados por su eslogan más difundido, “que una buena noticia no es noticia.” antagónico a mi mensaje que pretende remitirse al futuro, de la misma forma que testimonios de otros tiempos nos han permitido percibir vivencias de situaciones con las que se encontraron nuestros antepasados.
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