19 enero 2011

Los desatinos de Aznar

En sus últimas declaraciones, como suele hacerlo en sus intervenciones públicas de los últimos años, el ex presidente Aznar, no desaprovecha ninguna ocasión de desacreditar a España y a sus instituciones, en su denodado afán antipatriótico, que tiene amplio eco en sus incondicionales partidarios de la extrema derecha, que siempre hicieron alarde de denodado patriotismo. La actual coyuntura en la que se encuentra nuestro país, acosado por los mercados financieros, está en el punto de mira de fundadas represalias, precisamente como consecuencia de la ley del gobierno de Aznar, por la que se declaró urbanizable todo el territorio español a excepción de los parques naturales, lo que complementado con las facilidades dadas por la fiscalidad, los bajos intereses de las hipotecas y las facilidades para la concesión de las mismas, constituyeron un coctel favorable para la compra de pisos en propiedad respecto del alquiler, que es lo más demandado por los trabajadores del entorno europeo, debido a lo cambiante del lugar de trabajo que imponen las nuevas modalidades de empleo, lo que les da mayor libertar para cambiar de residencia.

La antes mentada ley urbanística, impuesta por el primer gobierno de Aznar presenta todas las trazas de ser un contubernio tramado entre los especuladores y los legisladores. A partir de dicha ley, los que previsiblemente urdieron el susodicho cholo, compraron con celeridad los campos agrícolas adyacentes a las poblaciones a precios de fincas rústicas, que después de urbanizados centuplicaron su valor sin tener que aportar grandes dispendios, para ser urbanizados, que luego repercutían sobre los pisos que se construían en dichas urbanizaciones, el 50% del precio de cada metro cuadrado de vivienda construido en concepto del valor del terreno y del coste de la urbanización, tanto si el número de pisos permitido en cada zona era de pocas alturas como si era de muchos pisos, lo que demuestra que en la elaboración de la ley Aznar, intervinieron cerebros maquiavélicos sabedores de los desorbitados beneficios que iban obtener las grandes empresas constructoras, que además de los abusivos beneficios obtenidos en la adquisición de terrenos y en la urbanización de los mismos, lo más sustancioso lo obtuvieron en la construcción de los pisos, que aumentaron de precio una media del 15% anual mientras duró el boom.

Lo expuesto en el punto anterior, que a pesar de sus flagrantes evidencias y su crucial incidencia en el desarrollo de la crisis actual, específicamente para España, donde el paro constituye el más sangrante de los errores políticos cometidos por nuestro país, como consecuencia en un altísimo porcentaje de los hechos expuestos más arriba, que atrajeron el alto porcentaje de inmigrantes demandados mayoritariamente por la construcción, que además debido a las facilidades dadas a la concesión de hipotecas de hasta 30 años de plazo de amortización que no produce más que humo a afectos económicos, al ser activos que no se pueden exportar ni ser restituidos si hay paro, como así ha sucedido, a la demanda de insumos y pago de mano de obra en infinidad de campos de actividad que moviliza la construcción de viviendas, generó tal demanda de créditos al exterior que ahora provoca el nefasto efecto de la intervención financiera, de que acusa al actual gobierno el cínico Aznar, cuando de haber sembrado él mismo aquellos vientos, hoy recoge el país las actuales tempestades. Se requiere ser maquiavélico, para lanzar insultos como los de ayer de que España está intervenida de hecho a la espera de que lo sea de derecho, como consecuencia de los créditos pedidos por los bancos al exterior, con los que concedieron hipotecas que sirvieron para que se forraran las empresas constructoras que han sido las mayores especuladoras del boom del ladrillo, que les permiten salir al exterior, llevándose proyectos como la ampliación del canal de Panamá una obra de enorme importancia internacional a costa de los préstamos que pidieron los bancos al exterior, que ahora mediante juegos financieros intervienen a nuestro país cuyas consecuencias pagamos todos a excepción de los especuladores y los bancos, sin que hasta ahora, hayamos oído a ningún comentarista político que ponga sobre la mesa la evidencia los hechos que aparecen tan meridianamente claros en los hechos que acabamos de exponer.

La espiral de crispación escenificada en la comunidad murciana, escenificada con ocasión agresión a un consejero de dicha comunidad por unos rufianes, de los cuales, uno ya está en manos de la justicia, se le podría encontrar un cierto paralelismo en la crispación creada por el “tea party” en EE.UU. guardando las distancias, puesto que las consecuencias de lo que pasa en el imperio son de repercusión planetaria como lo fue la guerra de Iraq, para la que se apuntó tan entusiásticamente Aznar, junto con los dos primos hermanos anglosajones, en contra de la opinión mayoritaria española y no digamos de la europea. Aznar es un espécimen maquiavélico por naturaleza que solo contribuye a introducir cizaña donde mete mano y no sería de extrañar que las acusaciones lanzadas contra el PSOE por las más altas instancias del PP de Murcia, sigan consignas emanadas de artífices de la crispación, que encuentran actores fanáticos, para los espectáculos de pitadas y abucheos que prodigan al presidente del gobierno cada vez que aparece en público.

Los países y partidos políticos que basan sus estrategias en el enfrentamiento sistemático para la obtención de réditos electorales, no pueden ser de fiar, puesto que a pesar que las maldades de Maquiavelo tuvieron buena prensa, la moral de los pueblos ilustrados se orientará a futuro por la bondad , la concordia, la armonía en las relaciones humanas en todas sus manifestaciones pues ejemplos como los comportamientos nazis han dejado: rechazo, condena, abominación,… por parte de sus mismos nacionales, para que nunca más se puedan dar tales monstruosidades.
Esperemos que el PSOE pueda tener ocasión de poder explicar con la cara bien alta, valiéndose del marketing político que la mercadotecnia tiene tan bien afianzado, consiguiendo que el consumo a ultranza que degenera en el despilfarro, sea la mayor razón de ser de las personas orientadas al tener, en detrimento del ser, del ansia de codicia y ostentación, en vez de felicidad, que constituye el sublime anhelo de la mente humana.