18 noviembre 2015

Cambio de época política

En un artículo reciente en Rebelión, cuyo autor Katu Arconada, muestra el contraste estructural entre la aplicación del poder duro y el poder blando, que adoptan las dos grandes potencias de nuestro tiempo: EE.UU.y China, en las distintas áreas donde ejercen su influencia, desarrollando sus roles. Las actuaciones de los EE.UU. desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial, por efectos de la conferencia de Bretton Woods, los EE.UU. con la creación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en que fue designado el dólar como moneda de referencia mundial, para efectuar las grandes transacciones económicas y la facultad que se atribuyeron los EE.UU. de instalar bases militares alrededor del mundo, permitiéndoles contar con los dos atributos por antonomasia, para ejercitar el poder duro en toda la extensión universal a través del dinero y ejército.

Por lo que respecta a China, que por su extensión: territorial, demográfica y económica, considerada como la segunda potencia mundial, no cuenta con los dos factores determinantes para ejercitar el poder duro: dinero y equipamiento bélico, sus actuaciones en el ámbito mundial, se orientan a concertar pactos con los países de su entorno, mediante el Tratado de colaboración de Shanghai, incluso últimamente con su rival: Taiwan, para exportar sus artículos competitivos al resto del mundo, lo que les permite salir de su extrema pobreza, que constituye la mayor de las servidumbres humanas mediante la aplicación del poder blando.

Tomando como punto de partida de los dos grandes países en economía, que actualmente es el factor determinante de las conductas de los humanos, tanto en lo personal como colectivamente, observamos en los EE.UU. la continuidad del espíritu de la conquista del oeste americano, con la aplicación de la ley del más fuerte, como premisa preponderante en sus comportamientos frente al resto del mundo, avalados por su indiscutido efectismo en acopio de los valores económicos, mediante la laboriosidad imbuida por el calvinismo y el acceso a la revolución tecno-científica que son los instrumentos modernos que determinan el futuro de los pueblos, de los que se ha valido el gran país americano para alcanzar la supremacía mundial en el transcurso del siglo XX.

Los EE.UU. con la implementación de su poderío militar, con los centros de investigación estatal dedicados a dicho fin, han dado como resultado un ejército tan poderoso, que no existe en el mundo otro que le pueda hacer frente desde la caída del muro de Berlín, al que se le asignan las guerras que han tenido lugar desde aquel acontecimiento, facilitadas por las numerosas bases militares emplazadas en 130 países del mundo, para facilitar sus incursiones militares, en cualquier punto del planeta.

El otro instrumento del que se han valido los EE.UU. de Norteamérica para ejercitar su supremacía mundial, ha sido el dólar, al que se le asignó en la conferencia de Bretton Woots de 1945, la facultad de ser declarada como moneda de referencia a nivel mundial, para los intercambios entre países. A partir de aquella decisión, permitida por la mala situación económica a la que estuvieron sometidos la mayoría de los países europeos, tras la Segunda Guerra Mundial y como consecuencia de las leyes emanadas en Gran Bretaña con Thatcher y en EE.UU con Reagan, fue establecido el neoliberalismo económico, que ha permitido al dinero especulativo obtenido a través de la economía financiera, en el amo y señor de las políticas efectivas aplicadas en todos los países occidentales, consistente en priorizar el capital sobre el trabajo que son los factores contrapuestos que determinan la política mundial.

Frente al predominio aplastante del capital en el transcurso del siglo XXI, ha surgido un país: (China,) que ha priorizado el acuerdo con los países de su entorno mediante el pacto de colaboración de Shanghay, incluso en los últimos días con Taiwan, con la que tuvo las mayores diferencias. Con los restantes países del mundo a los que vende artículos baratos consecuente con la austeridad inicial de sus naturales, que ha permitido aumentar su PIB en treinta veces en los últimos años para erradicar la pobreza como factor frustrante de los pueblos en los tiempos pretéritos, que debe ser resuelto con los medios puestos al servicio humano por la modernidad, a condición que la demografía no desborde los límites de la racionalidad, admitida por el planeta que habitamos, como lo amenaza el crecimiento de la población mundial que ha pasado de contar 2000 millones a 7300, en poco más de un siglo, lo que genera el insoluble problema actual de las migraciones.

Europa está siendo afectada últimamente por los dos mayores desafíos actuales : migraciones y terrorismo, fenómenos aparecidos por efecto de las guerras iniciadas con la expulsión de los soviéticos de Afganistán por los yihadistas, armados por los EE. UU., que luego demolieron las torres gemelas de Nueva York aleccionados por Osama bin Laden lo que justifico la invasión de Iraq y la irrupción del yihadismo en Oriente Medio, cuyas consecuencias hoy sufren dichos países con repercusiones nefastas para Europa, que propone combatir el terrorismo con el envío de portaaviones con los que acallar los kalashnikof. La historia de la humanidad plagada de guerras, sería deseable que la modernidad explorara soluciones mediante el dialogo que facilitan los medios de los que dispone.