14 octubre 2015

Filosofía de base

He encontrado en un artículo de Fernando Buen Abad Domínguez. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=204017, lo que para mi poco alcance intelectual, constituye un compendio estructurado de lo que difícilmente se puede encontrar en prolíficos tratados de filosofía social acomodada a los tiempos en los que estamos inmersos, que por prestigio personal se atrevan a exponer los profesionales del ramo, compendiando en un solo artículo la cantidad de conceptos que atañen al tema crucial de nuestro tiempo, cual es, el papel que se asigna a por los trabajadores en el futuro, que por ser mayoría, estarán llamados a regirlo.

El salto estructural operado por la ciencia y la tecnología en los hábitos y comportamientos humanos en la modernidad, ha sido estructuralmente revolucionario en todos los aspectos materiales de la vida de las personas beneficiadas por dichos efectos, que son los habitantes del llamado primer mundo, que con la globalización lleva trazas que pueda beneficiar al resto de la humanidad, a condición que se den las debidas oportunidades de gobierno a las mayorías laboriosas de los pueblos, que hayan alcanzado el conocimiento filosófico requerido para cambiar por sus bases el mundo actual.

El aspecto que no ha explicitado el autor del artículo aludido, es la forma mediante la cual los trabajadores podrían tener acceso al conocimiento filosófico requerido para instaurar las leyes favorecedoras de las mayorías. En las elucubraciones expuestas en mis escritos, abundo en el interés de: ¿quién puede ser el más indicado, que el elegido por sus propios colegas de trabajo, para tomar la responsabilidad de las decisiones que aseguren la buena marcha de las funciones laborales a realizar, partiendo de la base que la cultura en el futuro, no tiene por que ser un privilegio de las castas, como lo son el dinero y las influencias a través de la herencia?

La modernidad, que por influjo de la tecno-ciencia, ha producido: objetos de uso y alimentos para satisfacer las necesidades de poblaciones ingentes mediante la competitividad de procesos productivos, capaces de satisfacer cualquier demanda, con cada vez menor sacrificio humano, por influjo de la inteligencia, que se va a divulgar al punto de ser accesible para todos.

Tal como expone magistralmente el autor del artículo citado más arriba, que compendia los numerosos factores que avalan la puesta en práctica de la democracia real, mediante el empoderamiento de los mejores, al tiempo que son los artífices del progreso, y los más numerosos como prescribe el más elemental principio democrático. El neoliberalismo que actualmente rige los destinos de gran parte de los destinos de los países, constituye la amalgama de conceptos ajenos a la soberanía semántica los hechos que acontecen en el momento actual plagados de injusticias como describe Buen Abad, que son difíciles de rebatir, por su contundencia en el acierto de sus planteamientos.

El autor del artículo referenciado, hace alusión a Marx y Engels autores de teorías económico-sociales, sobre la igualdad de dignidad de los humanos, que ahora, que las prácticas científico-técnicas, han alcanzado su plenitud, permitiendo tener acceso a los beneficios de la filosofía, entendida como asimilación de los hechos que ocurren en el mundo mediante la cultura, que intentaron poner en práctica Lenin y Mao entre otros, mediante los resortes de revoluciones que hicieron tabla rasa de privilegios adquiridos por las castas mediante la herencia transmitida por sus antepasados de la que formaba parte el privilegio de gobernar a los humanos durante siglos.

En las instituciones modernas, tales como la declaración universal de los derechos humanos, como en legislaciones como la de la Unión Europea e incluso en constituciones de países democráticos, figuran artículos que hacen alusión a los derechos inalienables de las personas, derechos que son subvertidos por las diferencias abismales de percepciones económicas entre super-ricos e indigentes, lo que provoca los mayores disensos entre las personas provistas de un bagaje cultural similar, solo diferenciadas por sus recursos económicos, que permiten a unos derrochar con ostentación y a otros pasar hambre.

Las diferencias económicas en los tiempos de escasez, anteriores al boom económico que inició la Ilustración, fueron un mal endémico causado por la falta de recursos que la ciencio-técnica a paliado en la actualidad, de la que, incluso algunos autores han atribuido a que el mayor desastre que ha conocido la humanidad: (la segunda guerra mundial,) fue consecuencia de las reiteradas peticiones alemanas de la necesidad de tener espacio vital para mantener a su numerosa población, en una época de encarecimiento de los alimentos que tenían que importar, aparte las onerosas sanciones exigidas por el Tratado de Versalles, al que se atribuye la preparación por los nazis del arsenal militar programado para hacerse dueños del mundo.

Las guerras, son tenidas por la gente ilustrada, como la mayor aberración concebida por la mente humana y tienen su germen en las rivalidades producidas por las diferencias económicas heredadas del pasado falto de recursos para satisfacer la codicia de los poderosos, que conseguían con las armas lo que con la inteligencia no les alcanzaba. Hoy que el progreso ha conseguido milagros como poder alimentar a tres veces más la población de la que había en el planeta hace poco más de un siglo, no es admisible que los mayores tesoros estén en manos del 1% de la población mundial lo que les permite comprar a la publicidad para despojarles de la más elemental pulsión democrática, para arrebatarles los gobiernos a los pueblos para que legislen para su conveniencia, permitiendo a las finanzas especulativas tal cantidad de dinero que hasta aquí rija el dicho de 'todo tiene precio'.

12 octubre 2015

17 objetivos de desarrollo sostenible

Estos días tiene lugar la mayor concentración de mandatarios de países del mundo en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, para exponer los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que constituyen la desiderata de deseos para ser alcanzados por los países del mundo en 2030, propósito loable, pero utópico, en tanto persista el egoísmo inserto en las personas que gobiernan los países en la actual etapa histórica.

El empoderamiento por parte de los mandatarios del par de centenares de países que hoy pueblan el planeta Tierra, para poner en práctica las reglas contenidos en las 17 Propuestas de Desarrollo Sostenible que constituye el mejor enunciado de las metas colectivas que pueden concebirse en la actual coyuntura, que podrían ser llevados a la práctica con los recursos de los que se dispone actualmente si se hace adecuado uso de los mismos por los humanos, que son los agentes que los tendrán que administrar en el supuesto que el progreso cultural y cívico humano avance en paralelo con el material experimentado en los últimos tiempos.

Los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible para el año 2030, constituyen en esencia hacer un uso racional de los recursos de los que se dispone, que pueden incluso ser enriquecidos por otros aportes como los surgidos de la reunión del grupo de los 77+China del 2014 en La Paz (Bolivia), en sus 42 artículos orientados a alcanzar la mayor concordia y bienestar material y anímico de las personas, en su encrucijada vital moderna.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, son ejemplo de cómo se puede llegar a dirimir controversias tan alejadas de la realidad actual, como son, los enunciados de cada uno de los objetivos, todos ellos orientados al bien general de todos los humanos, cuando en la práctica actual los hechos que se contemplan, son que los beneficios que reportan las acciones humanas, solo benefician a minorías desaprensivas que se arrogan el privilegio de la gobernación de los pueblos, mediante la posesión de ingentes posesiones de dinero obtenido con la especulación financiera de la que han hecho, el recurso por antonomasia, para comprar los votos que les proporciona la información-seducción,.. para ejercitar la falsa democracia, supeditada al dinero que todo lo compra, como lo está demostrando Donald Trump en la preparación de las próximas elecciones norteamericanas.

Resulta hipócrita, por no decir hilarante, si no fuera criminal que se presente en el mayor foro universal en el que se dirimen los temas de mayor enjundia relativos a los comportamientos humanos en los países del mundo, por el simple relato de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a alcanzar en el año 2030, con las abismales diferencias entre los mismos en las que se encuentran los habitantes del tercer mundo, que son mayoría, respecto de los países que cuentan con las desideratas expuestas en el documento en cuestión.

Es loable no obstante, partir de una base ejemplar en la que basar anhelos alcanzables para situar los comportamientos colectivos de las sociedades del futuro. Recursos con los que ya se puede contar, tienen un potencial inconmensurable, bastarían ejemplos tomados del ránking de rentabilidad de los países, entre los que se encuentra Suecia en los primeros puestos, a pesar de no disponer de buen clima para producir alimentos, ni minas por explotar, han tomado la decisión de reducir la duración laboral diaria de 8 a 6 horas, con lo que consiguen los mismos resultados, lo que parece que se ha suplido con otros incentivos como: interés, empeños, entusiasmo,.. aportados al desempeño de sus funciones, por parte de los beneficiados por dicha conquista.

Lo más determinante para alcanzar metas como las expuestas más arriba, fueron los antecedentes del país pionero del Estado del Bienestar (Suecia) tantos beneficios reportó a Europa, que según importantes filósofos y estudiosos del determinismo histórico de la época en que fue establecido, temían que los avances alcanzados por la Unión Soviética, dieran al traste con el capitalismo beneficiado por el keynesianismo de entonces.

Aquel rasgo filosófico, en los comportamientos puestos en práctica por Suecia y aún con superior énfasis por el presidente Roosevelt, en la crisis económica de hace casi un siglo, fueron los rasgos de mayor racionalidad filosófica que los humanos supieron aplicar, intentando dar visos de cierta verosimilitud a un sistema, que el tiempo transcurrido ha demostrado ser el mayor enemigo de las mayorías laboriosas de la humanidad.