18 julio 2010

Planteamientos discrepantes

El economista Vicenç Navarro, viene clamando a través de sus artículos, en dar prioridad a las directrices estatales para racionalizar las economías de los países en detrimento de las consignas emanadas por Milton Freeman y sus Chicago Boys, causantes con las recetas del FMI, de la ruina de Latinoamérica, especialmente de Argentina y Bolivia, que tras liberarse de las ataduras neoliberales emanadas de dicha institución, han experimentado los mayores crecimientos de los respectivos PIBs. de dichos países, por lo que el crédito del FMI, ha llegado a estar en entredicho, si bien el poder de las finanzas es tan omnímodo que sigue
prevaleciendo, avalado de su irreversibilidad por dicho economista.

En el último artículo del economista citado más arriba, que propugna que el dominio de las economías de los países por los Estados, (al que pone como ejemplo a China) por ser las que benefician a sus administrados, mientras los países que asignan a las finanzas la dirección de las funciones inherentes a los Estados, como son las instituciones que conforman el Estado del Bienestar y a las atribuciones propias de los sindicatos, para la defensa de sus intereses, en la Europa actual, bajo la égida de Alemania, se verifica una pérdida sustancial de las asignaciones percibidas por los trabajadores a través de ambos conductos: prestaciones universales y poder de negociación de los sindicatos con las empresas para la fijación de los salarios, suponen, el mayor retroceso de las conquistas sociales alcanzadas por los artífices de la economía real mediante aportes efectivos al progreso de las naciones, mientras que los mayores beneficios han sido transferidos a los especuladores, que mediante las finanzas virtuales y otros medios espurios, han entronizado el dinero como el factor estructural de mayor prevalencia en la vida de los pueblos y de sus moradores, cuando en puridad solo correspondería al dinero una función instrumental de facilitar los intercambios.

Si los hechos han puesto en evidencia que en tiempos precedentes el mundo Occidental: (Europa y EE.UU.) contribuían al crecimiento económico mundial con más del 50 %, a partir de la crisis en la que estamos inmersos, como consecuencia de haber apostado por la reducción de impuestos a los poderosos y a la transferencia de prerrogativas estatales a la iniciativa privada con las privatizaciones, se constata que los países emergentes cuentan con fórmulas que les aseguran crecimientos de su PIB de dos dígitos anuales sin que las crisis cíclicas que distorsionan la marcha de las economías Occidentales, interfieran crecimientos estabilizados durante décadas. Los Estados responsabilizados del desarrollo de la economía real de sus respectivos países, mediante la financiación con recursos propios para producir artículos y servicios competitivos en los mercados globalizados que por un lado benefician a los que disponen de más bajo poder adquisitivo, al tiempo que permiten proveer a sus naturales de infraestructuras del conocimiento y de la salud y de redes ultramodernas de logística que les permiten ser competitivos a nivel mundial con aplicación de fórmulas acordes con la experimentación científica que ha sido la que ha proporcionado los avances del progreso, en sustitución de lo coyuntural de las actuaciones de la empresa privada cuya consigna clásica, ha sido en multitud de sus actuaciones, de “coge el dinero y corre.”

Lo que más admiro de los artículos de Vicenç Navarro es su carácter científico, se apoya sistemáticamente en datos matemáticos incontrovertibles como corresponde a un científico de la economía , los tratadistas modernos de la especialidad, han hecho de dicha materia un totum revolutum donde caben todas las hipótesis posibles, que solo la práctica a posteriori puede avalar y/o desmentir, si bien, muchos han sido los beneficiados por el juego de gran casino en que han convertido las finanzas virtuales, en las que la banca o las empresas que la regentan nunca pierden, y a las que según Vicenç Navarro, seguiremos estando sujetos a futuro. Dada la seguridad con que el autor citado apuesta por el liberalismo económico, sume a nuestro particular análisis en un mar de confusión, por la contradicción implícita que comporta defender a las finanzas nacionalizadas para el bien general de los pueblos mediante la implementación del Estado del Bienestar, que proporciona un bien social generalizado mientras que el liberalismo económico que dicho autor defiende contribuye a la polarización social, con abismales diferencias de percepción, primando a beneficiados de situaciones heredadas, en perjuicio de las aportaciones personales hechas al acervo común, por los que deberían ser premiados por sus méritos efectivos, que han contribuido a la prosperidad moderna por vía de los aportes hechos por I+D+i.
Entre la multiplicidad de argumentos aportados para explicar el origen y la justificación de los hechos que han conducido a la crisis actual, no encontramos, el principal de todos ellos que obedece al más elemental sentido común, consistente en que: el mejor producto al menor precio en un mercado globalizado como es el actual, es el más competitivo, apoyado por el efecto de los TICs, que hacen más difícil el mantenimiento de las exclusivas y los avances tecnológicos que a través de las patentes, que permitieron a los países avanzados ejercitar el neocolonialismo económico, impugnado por humanistas tan prestigiosos como Goethe, que proclamó hace doscientos años, que cualquier conquista alcanzada por los humanos que comportara un beneficio general, debería ser declarada patrimonio de la humanidad. Con el considerable retraso de dos siglos, parece que las tecnologías que están llamadas a alumbrar los paradigmas de futuro: (las tecnologías de la información y la comunicación) permitirán, que los bienes se derramen y esparzan a lo largo y lo ancho del amplio mundo, para hacer partícipes de sus beneficios a la totalidad de los humanos, en contraste con el comportamiento más generalizado en los tiempos que nos han precedido que han estado informados por el instinto irracional animal de la ley de la selva: la guerra.

Observaciones objetivas

Moisés Naím, columnista de El País como observador global, nos ha sorprendido con el artículo: Alemania, O; China, 1, por su viraje de 180 grados respecto de sus inclinaciones ideológicas a que nos tiene acostumbrados, acordes con la línea ortodoxa del periódico que le mantiene en plantilla, por lo que no escatimaba en todos sus artículos precedentes las críticas más acerbas al menor atisbo marxista atribuido a Hu Jintao, hasta su supuesta rectificación en el 2004, al que sigue descalificando por sus pecados al amparar a los clásicos países espantosos, así como a los demás defectos del sistema político practicado por el coloso oriental, al presentarse como el más duro crítico de las prácticas represivas de Pekín: en derechos humanos, del robo de la propiedad intelectual, etc,. Resulta sorprendente que tal autor califique objetivamente comportamientos que viene aplicando sistemáticamente China durante las tres últimas décadas, que quizás vienen influenciados por inercias frente a cambios sociológicos que tienen lugar en los virajes históricos de comunidades humanas que se acomodan al futuro con fórmulas de racionalidad que condicionan los comportamientos.

Como resultado de la euforia experimentada por el sistema capitalista con la caída del muro de Berlín y los avances tecnológico- económicos alcanzados por el liberalismo económico que hicieron exclamar a Fukuyama “ la llegada del fin dela historia.” Lo que dio pié al verdadero cambio de paradigma aportado por la globalización económica, puesta en práctica por las multinacionales, que a pesar de contar con los inconmensurables poderes inherentes al capital, adolecen de las facilidades que proporciona la extensión territorial y demográfica entre otros condicionantes favorables, que permite a los países BRIC también llamados emergentes, contar: con mano de obra barata sin conflictividad social, con un gran mercado propio y una organización logística capaz de atender a la demanda mundial, mediante la implantación de nuevas factorías dimensionadas para la economía de escala, con medios a través de fiscalidad suficiente exterior y propia, auspiciada por gobiernos servidos por poderosos equipos de think tanks unidos en red, constituidos por los mejores sabio-éticos funcionarios seleccionados por exigentes oposiciones, formados en deontología social que aseguran la rentabilidad a plazo, mediante estrategias que integren las tendencias de futuro siguiendo las pautas del método científico garante de racionalidad.

Los paradigmas de futuro, por elemental sentido común, difieren radicalmente de las prácticas capitalistas propias de empresarios que se acomodan a las coyunturas históricas que les son más favorables, como: conquistas militares, servirse de lo esotérico divulgado por brujos, de la esclavitud, del colonialismo, del neocolonialismo,... practicados por empresarios, agrupados en lobbys, oligopolios, castas cuyos privilegios se eternizan a través de generaciones, llegando al extremos obscenos como son las finanzas de la economía virtual de casino, que exentas de cualquier control popular, provocan crisis endémicas como la que sufren actualmente las economías occidentales, sin posible alternativa a un sistema, que tiene como referente el dinero, juez supremo de los comportamientos.

Lo llamativo de la crónica que nos sirve de referencia, radica en que el autor de la misma, dedique todas las loas al sistema económico que por ideología acostumbra combatir, al tiempo que dirige envenenados dardos de crítica al sistema que hasta aquí siempre ha defendido, al atribuir a la política desarrollada por Hu Jintao, el acierto y a la que aplica Angela Merkel el error, en orden a lo que dichos gobernantes incitan a pueblos subsidiarios de sus actos en sus respectivas áreas de influencia: el primero dirigido al tercer mundo y la segunda en los países de su entorno europeo.


El autor aporta datos tan importantes como que China contribuye al aumento económico mundial, con el 25%, cuando dicho país, partiendo índices de pobreza tercermundistas, ha superado los ratios de crecimiento capitalistas a pesar de llamarse de República Popular China, regida oficialmente por el Partido Comunista, a despecho que le sean atribuidos métodos ultra-capitalistas en su gestión económica, al tiempo que sus empresas estratégicas que son las tienen mayor incidencias en el encauzamiento de las políticas de futuro para los países, estén nacionalizadas permitiendo a sus gestores orientar sus prioridades en función de decisiones económicas marcadas por la ideología, del partido que toma las decisiones.

No se apercibe que haya tenido incidencia en los múltiples debates que han seguido a la crisis económica actual, que el factor más determinante de la misma, sea el diferencial de precios existente entre los artículos producidos por la economía real, en el Occidente rico y en los países emergentes del tercer mundo, donde lo percibido por los agentes productivos de ambos sistemas es abismal. En el contexto económico actual, donde la globalización logística de los intercambios, la difusión del conocimiento tecnológico favorecido por los TIC (tecnologías de la información y la comunicación) no parece que puedan mantenerse los privilegios coloniales y neocoloniales que permitían la explotación de unos por otros, mediante el monopolio del dinero y del conocimiento. Las nuevas generaciones mediante la difusión del conocimiento y la denuncia del dinero como factor distorsionante que produce comportamientos irracionales, al aplicar el principio incontrovertible que avale que lo que sea factible por la tecnología debe ser garantizado por la factibilidad fiscal, hecho que conduce a que la economía que produce artículos más baratos a través de la austeridad, terminará por prevalecer frente al despilfarro, siendo imperativo que occidente se vea obligado a apretarse el cinturón para ir adaptándose a los nuevos paradigmas que dan ventajas a los grandes conglomerados territoriales y humanos frente a los modernos reinos de taifas que se adaptan peor a la globalización, como demuestran los redundantes crisis europeas.